Vigiladores activos que no aparecían en las planillas, turnos de 24 horas que se ocultaban, un custodio con disminución visual, novatos en puestos clave, informes escritos a la marchanta, mala paga, jornadas de 12 horas sin francos… Esas y algunas más fueron las irregularidades que a lo largo del juicio por el crimen de María Marta García Belsunce desnudaron los testigos, principalmente, los ex empleados de la empresa Cazadores, a cargo de la seguridad del country Carmel. En ese contexto, ocurrió el asesinato de la socióloga el 27 de octubre de 2002.
Para muestra, el custodio que ese trágico domingo debía vigilar y seguir a Nicolás Pachelo, ya que se lo señalaba como autor de varios robos en el barrio; declaró que le importó más escuchar un partido de fútbol. “Yo ese trabajo lo hacía porque no me quedaba otra. Ese día se jugaba el Superclásico y lo único que me importaba era River Plate, no le presté mucha atención a Pachelo”, dijo Víctor Hugo Contreras en la audiencia de este lunes y se mostró avergonzado.
Pero no fue el único que declaró ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal N°4 de San Isidro que juzgan a Pachelo y los ex vigiladores José Ortiz y Norberto Glennon sobre las irregularidades en la seguridad del country el día del crimen, claro, cuando el “no recuerdo” era franqueado tras la insistencia de las partes. Claudio Maciel era el supervisor del turno noche (de 19 a 7) aquel domingo en que mataron a María Marta, aunque no debía estar ahí. Según su relato, faltó un compañero y a él le convenía cubrirlo porque al otro día cumplía años su mujer.
En su declaración, Maciel dijo que fue él quien le informó al por entonces presidente del Carmel Alberto “Tito” White sobre una muerte en la casa García Belsunce-Carrascosa: “Me peguntó dónde estaba Pachelo, si estaba cuidado por el vigilador que tenía que estar ahí, pero no recuerdo quién era. Supe después que se fue a escuchar el partido a otro lugar”. Hablaba de Contreras: fue la única vez que el custodio le hizo de sombra a Romeo, como le decían al imputado por el crimen allá en 2002.
El fiscal general adjunto de San Isidro Patricio Ferrari le preguntó a Maciel entonces por qué le dijo eso White. “No sé, me llamó mucho la atención”, le respondió. Y detalló que para el presidente del barrio: “Si se caía un avión era la culpa de Pachelo, por eso lo tomé como una joda cuando quiso saber dónde estaba, más si fue un accidente. Ahora pienso por qué me lo preguntó”.
El testigo explicó que la orden de seguir a Pachelo era del country: “Había que tomarle los datos cuando entraba y salía, y esa planilla se la llevaba a la administración”. Y agregó que era el puesto que no se dejaba de cubrir.
También recordó Maciel que, cuando se conoció que la muerte de María Marta era en realidad un crimen, tras la autopsia del 2 de diciembre de 2002, todo cambió: “Se dejó de seguirlo, como si aquí no ha pasado nada. La directiva vino de Cazadores. Me dijeron que no lo siguiera más”, explicó y le leyeron entonces su declaración de 2003: ‘Me dijo que no dijera que se seguía a Pachelo ni que se hacía seguimiento, ya que no era legal, que no se lo siguiera más. Teníamos que decir que nunca lo habíamos seguido’.
-¿Es cierto eso?- preguntó el juez Federico Ecke.
-Sí… Pero siempre dije que seguíamos a Pachelo.
Luego, Maciel, quien fue propuesto como testigo por las defensoras oficiales María Eugenia Nigro y María Ventresca, que representan a Ortíz; se adentró en las fallas de la seguridad. “No andaba una cámara, se pidió reparación y nunca vino. El alambrado perimetral a veces sonaba y a veces no. La administración no nos permitía hacer 24 horas y, como no nos daban reemplazo para el hombre que no venía, se tenía que quedar uno del otro turno porque era más plata a fin de mes. Entonces, a la administración le decíamos que venía otro y en realidad no. Eso me lo hacían decir los de Cazadores”, recordó y explicó que cada vecino tenía una tarjeta que le habilitaba la entrada y la salida del Carmel, pero muchos se la olvidaban: “Había una general en la guardia que abría, no recuerdo si quedaba registrado”.
Maciel dijo que los libros de registros donde se anotaban los ingresos y las novedades del turno “se llenaban a mano”. Y avisó: “Puede ser que se hayan equivocado al escribirlo… Se hace a las apuradas y cuando se tiene tiempo, porque al mismo momento hay otras actividades: atender el público, las visitas, las llamadas”.
Otro de los vigiladores que declaró fue Martín Andrés Peretti, quien estuvo encargado de seguir a Pachelo durante el mes de octubre de 2002 en Carmel, pero el día antes del crimen lo cambiaron de puesto. Lo más curioso: dijo que no conocía al imputado.
“No lo conozco al señor Pachelo. Me dijeron el nombre y la casa donde vivía, nada más. Físicamente, no lo conozco. Yo tenía que reportar si salía. No le conocí la cara”, declaró ante la sorpresa de las partes. Y amplió: “Nunca lo vi salir ni entrar. La casa es una manzana, si entra por la puerta lo voy a ver si va por el otro lado… Yo tenía que vigilar el frente de la casa”.
Otro de los puntos que llamó la atención fue que cuando la defensora Raquel Pérez Iglesias le preguntó qué recordaba del 27 de octubre de 2002, dijo que escuchó: “Hagan silencio de radio por las novedades, y nada más. No sé por qué lo dijeron, fue a la nochecita. Porque cada una hora se daban las novedades, estaban en eso y dijeron: ‘Hagan silencio’. Y ahí quedó”.
Este miércoles, se reanuda el debate con la 35ª audiencia por el juicio con Pachelo, Ortiz y Glennon, el tercero por el crimen de María Marta. La defensa sigue presentando prueba.
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