Uno podría creer que el negocio cambia, que ciertas cosas ya no ocurren, pero el narcotráfico todavía captura a mujeres pobres y las convierte en sus siervas.
El 13 de octubre de 2021, J., dominicana, madre, beneficiaria de una Asignación Universal, con domicilio porteño, 28 años de edad, esperaba abordar el vuelo 1888 de Aerolíneas con rumbo a Ushuaia, Tierra del Fuego. Personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria la entrevistó. La notaron nerviosa, errática, contradictoria en sus respuestas. Allí, reconoció que llevaba preservativos cargados con cocaína en el estómago, así como otro paquete de polvo dentro de su vagina. El paso por un scanner reveló que lo que decía era cierto. Se la registró. El paquete que llevaba entre sus piernas pesaba 189 gramos. Quedaba saber cuánto cargaba dentro el organismo.
Así, la llevaron arrestada al hospital Fernández, donde evacuó el resto de la carga, once deposiciones en total, 24 cápsulas en la primera, 14 en la última. La cuenta terminó con 104 preservativos cargados con droga, 722 gramos. Si uno solo estallaba, J. podía morir.
Así, quedó detenida, incomunicada. El caso quedó en manos del Juzgado Federal N°7, a cargo de Sebastián Casanello. J. tenía un teléfono, que fue abierto. Una conversación indicaba que allí que otra mujer, de nacionalidad argentina, también madre, también beneficiaria de planes sociales, con domicilio en una villa porteña, había viajado a Ushuaia poco antes, en otro vuelo de Aerolíneas Argentinas. Fueron a buscarla. La encontraron en un hotelito de Río Grande con 64 cápsulas que ya había evacuado y una piedra de medio kilo.
La historia de mulas era evidente. No era precisamente nueva. Traficar cocaína al fin del mundo es un negocio altamente lucrativo: la droga que llega a Tierra del Fuego cuesta cuatro veces más que en Capital Federal o más, con un considerable estiramiento. El esquema cobró relevancia nacional en abril de 2019, cuando Cristian Espinoza, entonces cantante del grupo Yerba Brava, fue arrestado en Aeroparque: llevaba 850 gramos entre el estómago y los genitales. También es un negocio construido con sufrimiento humano. Las mulas casi siempre son mujeres pobres que viajan en micros, con la droga en bolsos, o en aviones, ingestadas, como se las llama en la jerga policial y penitenciaria, con las cápsulas en la panza. Arriesgan la libertad y la muerte por pocos pesos. Quienes las controlan bajo intimidaciones, invariablemente, son hombres, usualmente dominicanos, en historias de tráfico de personas dentro de las fronteras del país, con Ushuaia como una nueva frontera de la esclavitud.
Las mulas no fueron imputadas, sino sobreseídas: Casanello las consideró víctimas de trata.
La investigación continuó tras el hallazgo en Aeroparque. La semana pasada, Casanello procesó con prisión preventiva a 14 integrantes de la banda que controlaba las dos mujeres por los delitos de narcotráfico y trata de personas, con embargos de diez millones de pesos cada uno. Les incautaron también una decena de vehículos que usaban para moverse, entre ellos un Audi A4.
Los roles estaban claramente definidos. Había encargados de negociar con agencias de viajes, comprar los pasajes, realizar la logística. Ambas mulas tragaron la droga en un hotel alojamiento llamado Bahía del Sol, en la zona de Floresta, controladas por un extranjero, Ricardo Cabrera López, que también viajaba a Ushuaia y Río Grande a realizar los cobros según la imputación. Se detectó también que realizó varias transferencias en dólares al exterior previos a los viajes de las mulas. Madelein Felipez Caballero, otra extranjera, se encargaba de captarlas en villas, vecina de la 1-11-14 ella misma. J., que fue encontrada en Aeroparque, reportaba directamente a ella.
Madelein, por su parte, reportaba a un tal “Lucas”. Con el tiempo se conoció su nombre real: Edison de Jesús Ángeles Suriel, nacido el día 18 de agosto de 1980 en la ciudad de La Vega de República Dominicana, estado civil soltero, con dos DNI a su nombre, de ocupación comerciante textil, según solía decir él mismo.
Lo detuvieron el 26 de septiembre, en medio de la ola de allanamientos donde se arrestó al resto de los imputados. Edison es una suerte de celebridad en los tribunales de Retiro: se lo acusa de ser uno de los patrones de mulas más experimentados de la Argentina en la historia reciente.
Edison, al parecer, no podía delegar del todo a pesar de la división de roles. ”Se comprobó que fue él quien coordinó el viaje desde Buenos Aires hacia las ciudades de Ushuaia y Río Grande, ocupándose de los pasajes, las sustancias estupefacientes encapsuladas, el lugar donde se debían ingestar las cápsulas, el dinero para el alojamiento y comida en las localidades de destino. Se cuenta con un reconocimiento de voz y declaraciones testimoniales que lo sostienen”, asegura la imputación firmada por Casanello.
También, se cree que le hacía la oferta él mismo a las mulas, según conversaciones encontradas en teléfonos.
Antes, Edison tenía ambiciones más internacionales. No enviaba sus víctimas a Ushuaia, sino a Europa. En abril de 2013, fue acusado de enviar un equipo de mulas de Ezeiza a Madrid con 769 cápsulas en el organismo, más de 5 kilos de polvo. En mayo de ese año, una mula que llevaba más de un kilo se descompuso en el camino a Roma. Edison tenía sus datos en una de sus computadoras. Los viajes detectados siguieron, seis en 2013, con más de 15 kilos. En octubre de 2017, el Tribunal Oral en lo Penal Económico N°1 lo condenó a cinco años de cárcel de cumplimiento efectivo, con años de prisión preventiva a sus espaldas.
Salió del penal de Ezeiza en 2018, luego de que el Tribunal le diera la libertad condicional tras un informe favorable del Servicio Penitenciario Federal que elogió “su capacidad reflexiva y posicionamiento autocrítico frente sus conductas transgresoras; así como también cuenta con un proyecto laboral en el medio libre y con una referente dispuesta a acompañarlo en este proceso”. asegura un documento judicial. “Por lo expuesto se infiere un pronóstico de reinserción social favorable”, concluyó. Le dijeron que no se drogue ni beba, también que haga terapia.
La doctrina de considerar a las mulas como víctimas de trata Años atrás, Casanello estableció jurisprudencia con un caso similar, una mujer de Ciudad Evita a cargo de dos hijos y su nieto que intentó viajar a la Patagonia con medio kilo en su bombacha. Le habían pagado apenas 30 mil pesos. Al sobreseerla, el juez recordó un dato de la Defensoría General de la Nación, que indica que 85% de las mujeres presas en las cárceles federales están detenidas por violaciones a la ley de drogas: 75% de ellas declaran ser el sostén de su familia.
Seguí leyendo: