Este lunes feriado por la tarde, un hombre y su hijo salieron a caminar por su barrio, en dirección a un terreno descampado de la localidad de Mariano Acosta, donde los sorprendió una escena macabra: el cuerpo boca abajo de un nene, como mucho un adolescente, casi completamente calcinado, irreconocible. Los peritos forenses calcularon que llevaba al menos 24 horas muerto.
Ahora, un adolescente de 14 años y otro de 17 son investigados como autores del crimen. La investigación que inició el fiscal Claudio Oviedo, titular de la UFI N° 5 de Morón y que ahora está en manos de la fiscal Aldana Zingg, a cargo de la Fiscalía de Responsabilidad Penal Juvenil N° 2 de Morón, expuso una historia triste de abandono y hostigamiento que derivó en un asesinato cruel.
Tras el hallazgo del cuerpo, la hipótesis de un accidente no parecía lo suficientemente sólida y el fiscal Oviedo comenzó una serie de tareas investigativas para identificar al joven asesinado.
A las pocas horas, Héctor Miranda, vecino de Merlo, vio en la televisión la noticia del cadáver encontrado. Conectó la zona, la edad, vio la imagen de un pedazo de tela encontrado en el lugar y reconoció el estampado de una remera que él mismo le había regalado a su sobrino, Nicolás Alexander Cernadas, de apenas 13 años, que faltaba hacía tres días de su casa. Aunque esperaba equivocarse, la Justicia confirmó, a partir del DNI y sus datos biométricos, que él chico muerto era él.
La autopsia estableció que Nicolás había sido quemado vivo luego de sufrir varios cortes con un arma blanca en la garganta y los pies. Sus asesinos actuaron con saña, lo hirieron de gravedad, luego lo empujaron al fuego y dejaron el cuerpo entre los pastizales crecidos y la basura de ese terreno abandonado en una zona semi-rural del partido de Merlo.
En ese momento, la investigación tomó un giro.
Una vez que lograron identificarlo, la fiscalía fue directo a su entorno familiar y escolar. Judicializado desde muy chico, al igual que sus 9 hermanos, Nicolás fue separado a muy corta edad de su madre, que padecía una condición psiquiátrica y no podía hacerse cargo de sus hijos. Su padre tampoco estuvo presente en su crianza.
Así, por decisión de un Tribunal de Menores de San Isidro, Nicolás terminó viviendo con su tío “Chiche”, como lo llaman a Héctor, que se convirtió en su tutor legal.
“Siempre estuvo acompañado Nicolás, a pesar de todo lo que sufrió. No es cómo dicen ahora que él no tenía mayores en su vida. Siempre estuvo contenido por la familia y las amistades de la familia”, dijo a Infobae Gabriela, una de sus “tías del corazón”. “Nico era un sol, amoroso, un chico que a pesar de todo lo que le pasó siempre fue educado, pícaro como todo niño a su edad”, continuó Gabriela.
Sin embargo, Nicolás aún tenía muchos problemas. Cuando apareció su cuerpo, aunque hacía tres días que se había ido de su casa, nadie había hecho la denuncia porque era una situación recurrente. Hacía algunas semanas además que Nicolás vivía repartido entre su casa y la de la abuela de un amigo.
“Él nunca se quiso quedar con nosotros, se escapaba en busca de su mamá y ese fue un problema que nos llevó a recorrer todas las comisarías y todos los barrios de Merlo”, escribió Héctor en su cuenta de Facebook. “Cuanto psicólogo y psicopedagogo se puedan imaginar, miles de visitas a Niñez y traslados de San Isidro a Morón. Y a pesar de eso se seguía escapando una y otra vez. Pero siempre lo traíamos de nuevo”, contó el hombre.
A toda esa vulnerabilidad se sumó una dinámica de “bullying” y maltrato que, según creen los investigadores, Nicolás sufría por parte de sus compañeros en la Escuela Primaria Nº30 Federico José Zorraquín y los adolescentes de su propio barrio.
“Supimos que en la escuela le decían ‘el huerfanito’ y una vez que se conoció la noticia de su muerte, todos los ojos del barrio apuntaron a dos jóvenes en particular que lo hostigaban constantemente”, explicó a este medio una fuente de la investigación.
Con esa punta, la fiscalía comenzó un rastreo exhaustivo en redes sociales a través del cual tuvieron acceso a una conversación macabra entre los dos jóvenes que hoy están identificados como presuntos autores del crimen. En esos mensajes de texto y de voz, los dos adolescentes hablaban del homicidio y se adjudicaban la autoría.
En una de las capturas de pantalla de los mensajes –reproducidos por la agencia Télam-, el diálogo entre los dos jóvenes era el siguiente:
1: -Si??
2: -Que sale. En un rato?
1: -No sé wacho (sic) estoy todo roto.
2: -Yo ando re con la cabeza a full por lo de ayer.
Luego uno de los jóvenes envió un mensaje de audio, cuyo contenido aún se desconoce. Y recibe una respuesta:
2: -Ya sé amigo. Pero queda el cargo de conciencia. Igual.
1: -Y sí
2: -Lo hicimos verga.
1: -Sí
Luego, al conocerse la noticia del hallazgo del cuerpo, los dos adolescentes empiezan a preocuparse:
1: -Gato. Mirá. Ya. Ya. Lo encontraron en la zona donde lo dejamos. (El mensaje es acompañado por una foto de la pantalla de Crónica con el zócalo “El cuerpo estaba totalmente quemado”).
2: -Nooo. Lpm. Ya está, cagamos.
A las pocas horas, en medio del clima cada vez más tenso en el barrio, la madre del acusado de 14 años se presentó con su hijo este miércoles al mediodía en la Comisaría 6ª de Mariano Acosta para ponerse a disposición de la Justicia. A pesar de eso, un grupo de vecinos se dirigió a la noche a la casa de la mujer e intentó prenderla fuego. Luego, durante la madrugada, fue detenido el otro sospechoso, de 17 años.
Fuentes policiales y judiciales aseguraron que la hipótesis más firme apunta a que el crimen se produjo “por placer, diversión y el odio” que le tenían a la víctima”. Si bien se desconoce el origen de la disputa entre los jóvenes y la víctima, los investigadores creen que hubo previamente una discusión por un supuesto acercamiento de Nicolás a la novia de uno de sus agresores.
El menor de 14 años, que es inimputable por su edad, fue derivado a un centro de menores, mientras que el de 17 quedó detenido y será indagado en las próximas horas.
“Estamos muy mal, no podemos entender cómo puede haber gente, criaturas, que por odio o bronca hacen semejante aberración con otro”, dijo esta mañana su tía Gabriela. Estamos desconsolados, solo queremos justicia y que esto como todos otros actos de tal magnitud no queden impunes, que se cambien la leyes, que si tienen 14 años y cometen delitos semejantes sean tratados como gente grande ya que ya tienen el razonamiento suficiente de saber lo bueno y lo malo”.
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