A Santiago José González (16) lo encontraron muerto en un descampado de Tandil el martes de la semana pasada. El hecho causó conmoción y provocó la ira de los vecinos de esa ciudad bonaerense, que salieron a las calles a reclamar Justicia: es que, en un principio, se sospechó de que el adolescente habría sido víctima de un crimen, ya que su cuerpo presentaba heridas brutales en distintas partes. Sin embargo, a partir de la autopsia, la investigación viró hacia un accidente.
El análisis forense determinó como causa del deceso un “desplazamiento cervical” y reveló diversas lesiones en el rostro, tórax y abdomen del menor. Pero eso no fue todo: además, la víctima tenía quemaduras en sus manos, compatibles con una electrocución con algún cable de alta tensión.
Esto último, junto a otros elementos incorporados al expediente en los últimos días, dieron lugar a una línea que ahora siguen los investigadores: según confirmaron fuentes del caso a Infobae, la principal hipótesis es que González estaba robando cables y/o algún transformador de corriente, sufrió una descarga eléctrica y cayó de altura.
González había desaparecido la noche del lunes 3 de octubre. El último contacto que había tenido con su familia fue alrededor de las 20, cuando se subió a un auto con la pareja de su hermana y un ex cuñado: supuestamente, iban hacia el domicilio de ella, en un campo cercano, pero el adolescente se bajó antes, al pasar por una plaza del barrio La Movediza.
Las horas pasaron y el menor no regresó. Desesperados, sus padres se acercaron hasta la Comisaría 2ª de Tandil para radicar una denuncia por averiguación de paradero. Comenzaron los rastrillajes y la mañana siguiente, cerca de las 10.30, el cadáver de Santiago fue encontrado en un terreno baldío del cruce de las calles Falkner y Luiggi Pol, en la zona conocida como Cerro Leones de Tandil.
El cuerpo estaba tirado al costado de una calle de tierra, en una zanja, y no tenía entre sus pertenencias ni el celular ni otros elementos de valor. La autopsia estableció que el chico murió a causa de un desplazamiento a nivel de la segunda y tercera vértebra cervical, por un fuerte golpe en ese lugar del cuello. También detectó otras lesiones, entre ellas un desgarro en el ojo izquierdo.
En primera instancia, se especuló que la herida en el rostro podría haber sido producto de la caída sobre un alambre de púas o hasta de un balazo. Esto fue descartado posteriormente. También se examinó si los golpes en el cuello pudieron haber sido aplicados por terceros.
Sin embargo, “los resultados permiten presumir con alta probabilidad que el chico sufrió una descarga eléctrica, que la lesión que presenta en el rostro fue por haber golpeado contra una superficie dura y que la luxación de cervicales es compatible con una caída de altura”, aseguró una fuente de la causa.
Por otra parte, el cadáver tenía lesiones en la espalda que podrían haberse producido por arrastre. Para los investigadores no hay dudas en este punto: descreen que el lugar de hallazgo de los restos sea donde efectivamente ocurrió la muerte. La hipótesis más fuerte, en ese sentido, es que el cuerpo fue trasladado, con lo cual, al momento de su caída González habría estado acompañado de, al menos, una persona más.
La causa está a cargo del fiscal Gustavo Morey, de la UFI N°8 descentralizada en Tandil, del departamento judicial de Azul. El funcionario judicial ya se reunió con la familia y los puso al tanto de los avances en la investigación, que por estas horas se centra en “dar con el lugar donde pudo haber ocurrido la maniobra de robo de cables y/o algún transformador de corriente y en encontrar a los cómplices que descartaron el cuerpo”, señaló la fuente.
El fiscal, entre otras cosas, les contó a los familiares del adolescente que también se incorporaron al expediente declaraciones testimoniales y que se encontraron elementos de interés en diversos allanamientos, que sustentan la hipótesis de un accidente en ocasión de robo.
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