Ayer, una serie de allanamientos en la zona de Merlo a cargo del Juzgado Federal N°3 de Morón y la fiscalía federal de Hurlingham a cargo de Santiago Marquevich y el auxiliar fiscal Eduardo Suárez reveló uno de los lotes narco más importantes de los últimos tiempos en el conurbano bonaerense: 485 kilos de cocaína de máxima pureza, un tercio de esa cantidad enterrado, el resto en el doble fondo de una camioneta Ford Rancher, encontrada en una propiedad en la esquina de España y San Martín, zona de General Rodríguez.
Allí, detectives de la Sub DDI de José C. Paz encontraron 325 kilos de polvo e hicieron seis arrestos. La Justicia había comenzado su investigación a mediados de julio, luego de que un buchón anónimo delatara a la banda a la Bonaerense. No esperaban allanar tan pronto. Sin embargo, nuevos movimientos que revelaron jugadores desconocidos aceleraron los arietes, aseguran fuentes del caso a Infobae.
Entre los detenidos se encuentra Manuel Arturo Mendoza Herrera, alias “Manteco”, oriundo de Perú, de 39 años. que había estado preso en penales federales entre 2015 y 2016, señalado como el número 2 de la maniobra. “Manteco”, según documentos de la causa a los que accedió este medio, estaría “encargado del fraccionamiento de los narcóticos junto con otras personas, para luego trasladarlos a los diferentes puntos de acopio”.
El destino final de la droga todavía se desconoce, no se sabe si estaba destinada a la exportación a Europa, en puntos calientes como el puerto de Zárate, o al mercado local. La principal sospecha apunta a lo segundo, a un rol de mayoristas narco. De cara al fuerte desgaste que sufrieron las bandas encabezadas por capos peruanos en villas como la 1-11-14 y la 31 bis, la aparición de “Manteco” en la escena dealer con un lote de estas características es al menos llamativa. En todo caso, el potencial de estiramiento del lote incautado es sumamente alto. Uno de los imputados, por ejemplo, registró un domicilio en el Barrio Illia, en la periferia de la 1-11-14 del Bajo Flores.
“Manteco” no es la pieza más fuerte en el tablero. Tiene un jefe, estiman fuentes en la Justicia federal, que se encuentra prófugo. Es Jaider Mejía Quiñones, 31 años, alias “Yayo”, peruano como él, con un viejo domicilio registrado en un conventillo de Montserrat. Le encontraron un domicilio en Merlo, en la calle Remedios de Escalada, que ya había abandonado. Dejó atrás un televisor y dos pistolas de aire comprimido. Sigue prófugo hasta hoy.
Para la Justicia, “Yayo” era el cerebro de la logística para mover droga desde Perú al conurbano bonaerense. También, tiene un vínculo que inquieta a los investigadores federales: un cuñado de vuelta en su país, un jefe de un temible cártel narco.
El dictamen que pidió el allanamiento del grupo usa, precisamente, ese término: “cartel”. “La información inicial y los viajes llevan a esa sospecha. Evidentemente la información de inicio tenía datos ciertos, sino no hubiésemos encontrado esta cantidad. No son tres dealers en Lima”, asegura un investigador clave en el expediente. Sin embargo, la pista del cártel todavía es difusa, con escasa información.
Los contactos entre “Manteco” y “Yayo” fueron vigilados por la Bonaerense, con “Manteco” a bordo de su Jeep Renegade. Llevó a su jefe, por ejemplo, a abordar vuelos a Ezeiza. No sería su única remisería delictiva. Se sospecha que conducía los panes de polvo él mismo. Así, comenzó a formarse un mapa para la banda, con puntos de acopio y centros operativos.
Hay otro sospechoso vinculado a la banda que todavía no fue detenido, un argentino. Es G.S, oriundo de José C. Paz, ex empleado de la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense. Se sospecha que controla un compra-venta de autos para disimular dinero de la banda. “Manteco” fue visto en uno de los autos en los que suele moverse.
Tiene una larga lista de antecedentes, causas desde 2003 por robo, homicidio, piratería del asfalto, menudear droga. Hoy, está prófugo con pedido de captura.
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