Durante el mediodía de ayer, personal del Departamento Unidades de Alto Riesgo (Duar) de la Policía de Córdoba y el Cuerpo de Bomberos confirmaron el hallazgo de los cuerpos de las hermanas Ester (43) y Sara Castro (41) en un viejo pozo de más de 60 metros de profundidad, ubicado en el patio trasero de su casa. Sin embargo, la investigación está lejos de concluir: por estas horas un nutrido equipo de rescatistas permanece en la vivienda del barrio Autódromo para realizar nuevos operativos y recorrer el lugar, con el objetivo de obtener más elementos de importancia para la causa.
Además, según confirmaron fuentes judiciales a Infobae, además de saber la causa de muerte, la fiscal Andrea Martín, del fuero de Violencia Familiar de Córdoba, buscará determinar si detrás del horror se esconde una historia de violencia y abuso intrafamiliar.
Es por eso que la funcionaria, para resguardar las investigación, decretó un estricto secreto de sumario. Se presume que podría incorporar datos de relevancia al expediente que vayan en ese sentido. “Por lo pronto no hay nada claro”, dijo.
Versiones mediáticas desde Córdoba señalaron que la historia podría ser todavía más escabrosa y que los efectivos estaban abocados a buscar un supuesto tercer cadáver enterrado en el patio. De acuerdo con lo que trascendió, se trataría del padre de las hermanas Castro, quien aparentemente murió ya hace varios meses y no se sabe con certeza ni cómo falleció ni dónde está el cuerpo. Pero fuentes policiales desmintieron la versión a este medio e indicaron que el operativo que se lleva adelante en las inmediaciones del pozo es simplemente para avanzar con la investigación.
Otro elemento que por el momento no se pudo corroborar fueron los datos aportados por los vecinos, quienes ante la prensa local señalaron que dentro de la casa se realizaban presuntos ritos satánicos. “Nada de eso se confirmó hasta el momento. Lo central es saber cómo y cuándo las mataron”, aclaró una fuente judicial, quien al respecto sostuvo que los resultados preliminares de las autopsias podrían conocerse entre mañana y el viernes.
El primero de los cuerpos fue encontrado ayer minutos antes de las 11. Estaba a 52 metros de profundidad y fue rescatado tras una ardua labor de casi 36 horas de la Policía y los Bomberos, quienes utilizaron cuerdas y poleas, y debieron descender con oxígeno. Según describieron, la boca del pozo es de 1.50 metro de diámetro, pero con el avance de la profundidad, se hace más angosta al punto de ser de menos de 60 centímetros.
Además, “presentaba una curva entre los 25 y 30 metros, por eso las tareas debieron ser prolijas, el personal que bajó lo hizo con indumentaria apropiada y con equipos de respiración autónomos, que les permitieron, aproximadamente, unos 45 minutos a cada personal que ingresó”, detalló el jefe de DUAR, Sergio Cravero, en diálogo con la prensa local.
El otro cadáver se encontró unos metros más abajo del primero, y tres horas después. Ambos se hallaron íntegros. Es que las sospechas era que las dos hermanas habían sido descuartizadas. Pero esa versión, como otras en este caso, fueron apenas rumores.
Tal como confirmaron a este medio, en los rastrillajes del lunes, los policías habían hallado en el viejo aljibe bolsos que tenían ropa, documentación y carcasas de celulares en su interior. En tanto, en la propiedad, se encontraron palas, machetes, hachas y una maza con manchas, aparentemente de sangre. Todos los objetos serán analizados por los peritos.
El comienzo de la investigación y la confesión de los asesinos
La investigación del caso se inició después de que el pasado sábado por la tarde, Ismael Castro (20) y su hermano Esteban (24), hijos de Ester y sobrinos de Sara, fueran interceptados por una patrulla en medio de una escena sospechosa: caminaban por la ruta de las Altas Cumbres, acompañados de una adolescente de 17 años, un nene y un bebé de 9 meses.
Los Castro le explicaron a la Policía que caminaban por la ruta porque su objetivo era irse de vacaciones hasta la localidad de Mina Clavero. Señalaron que el viaje lo habían iniciado en un remise, pero que luego de una discusión por la tarifa con el chofer, se bajaron en medio del camino. Además, le aportaron a los agentes la dirección de su casa -donde luego se realizaron los rastrillajes- y el teléfono de su mamá, Ester.
La explicación les resultó insuficiente a los policías y trasladaron al grupo familiar hasta la comisaría de Icho Cruz. Allí, los agentes contactaron a un tío de los menores para que los fuera a retirar. El hombre se hizo cargo de los más chicos y llevó a los más grandes hasta el domicilio donde vivían. Allí notó que no había rastros de Ester ni de Sara. Habló con los jóvenes y fue allí que le contaron lo que habían hecho.
El hombre, espantado, acudió a las autoridades y dijo que Ester y Sara estaban desaparecidas y que creía que sus sobrinos las habían asesinado. Cuando llegaron a la casa, los jóvenes no se resistieron y admitieron el doble crimen, mientras que la adolescente de 17 años, aparentemente, les contó con más detalles lo que habían hecho.
Ismael y Esteban quedaron inmediatamente detenidos, acusados de doble homicidio agravado, a la espera de que sean indagados por la fiscal Martin, mientras que la menor, fue importada por encubrimiento y quedó bajo control del fuero juvenil. Los investigadores creen que ayudó a arrojar los cuerpos al pozo.
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