En abril de 2013, el TOF 3 de San Martín condenó a 10 integrantes del clan familiar que en septiembre de 2010 capturó y asesinó a Matías Berardi en el contexto de un secuestro extorsivo en la localidad bonaerense de Campana.
En ese proceso, la única absuelta por falta de pruebas fue Alexia Souto Moyano, que al momento del hecho tenía 17 años.
Desde este lunes, la mujer volvió al banquillo de los acusados para ser juzgada por el el Tribunal Oral Federal 3 de San Martín por su responsabilidad en el secuestro y crimen del joven luego de que días atrás fracasara un intento de su defensa por acordar una pena en un juicio abreviado.
En la primera audiencia del segundo juicio, que comenzó cerca de las 10 de la mañana de hoy de forma virtual, Souto Moyano debió escuchar, al igual que los padres del joven de 16 años asesinado, la información principal del pedido de elevación a juicio y los detalles principales del secuestro y el crimen llevado a cabo por sus padres, hermana, tíos y amigos de familiares.
La imputada se mantuvo seria, con la mirada hacia la cámara, sin inmutarse, mientras María Inés Daverio y Juan Pablo Berardi, padres de Matías, sostenían una foto de su hijo y contenían la angustia al oír una vez más el relato de ocurrido el 28 de septiembre de 2010. “Al volver a oír todo lo que sufrió Matías volvimos a morir con el”, dijo su mamá en diálogo con Infobae.
Luego, su defensora, la abogada Diana Bergel, solicitó al tribunal por pedido de Souto Moyano que el juicio se realice a puertas cerradas y no sea transmitido, en función de que la imputada era menor al momento del hecho y será juzgada en virtud del régimen penal juvenil.
La querella y la fiscalía general no estuvieron de acuerdo y tras una breve deliberación, el presidente del tribunal, Walter Venditti, informó el rechazo del pedido por unanimidad.
Tras un cuarto intermedio el tribunal escuchó las declaraciones de los testigos Marcelo Godoy y Emiliano Ponce, amigos de la familia de Souto Moyano que estuvieron antes o después del hecho en la vivienda donde estuvo cautivo por 14 horas Matías Berardi. Ese momento no fue transmitido en vivo y sólo pudieron participar de la audiencia las partes y los familiares directos de la víctima.
El testigo Godoy, según pudo saber Infobae, ubicó a la imputada en el lugar y el momento donde ocurrieron los hechos y Ponce confirmó que también se encontró con Godoy en el lugar donde este estuvo con Souto Moyano, que cuando tuvo la oportunidad se negó a declarar.
“En la audiencia de hoy quedó demostrado por un testigo una vez más que ella estuvo involucrada. Tenemos la esperanza que ella declare, que asuma su culpabilidad. En ese momento era menor y ahora no lo es”, expresó la madre de Matías.
“Tiene que tomar conciencia de la gravedad de lo que hizo. Pidió un juicio cerrado, por suerte no se lo concedieron, ¡pero si fuera inocente pediría lo contrario!”, agregó Daverio. “No podemos entender la frialdad de esta mujer. Ella pudo salvarle la vida, ojalá logré entenderlo”.
Durante el primer juicio, el tribunal no pudo comprobar que Souto Moyano -hija de dos de los condenados- haya estado en ese galpón donde fue retenida la víctima, por lo que la absolvió.
En 2016, sin embargo, esa decisión fue revocada por la Cámara Federal de Casación, que ordenó la realización de un nuevo proceso.
Lo que intentará probar la querella integrada por los abogados Eduardo Durañona y Santiago De Jesús es la participación de la mujer en el hecho conforme a los testimonios que se van a brindar a lo largo del nuevo debate.
En el primer juicio, los jueces Elbio Osores Soler, Lidia Soto y Germán Castelli condenaron a prisión perpetua al herrero uruguayo Richard Fabián Souto, su concuñado Néstor Facundo “el Chino” Maidana, Damián Sack, Gabriel Raúl “Larry” Figueroa y Gonzalo Hernán Alvarez.
También a la esposa del Souto y madre de Alexia, Ana Moyano, sentenciada a 24 años de prisión; su hija Jennifer Souto, a 17 años; su cuñada Celeste Moyano, a 19 años; Federico Esteban Maidana, a 21 años, y Elías Emanuel Vivas, a 18.
El caso
Matías Berardi tenía 16 años cuando fue secuestrado. Era el mayor de cuatro hermanos y cursaba el quinto año del colegio Saint George de Escobar. El lunes 27 de septiembre de 2010, cerca de las 21.30, Matías salió de su casa en la localidad de Ingeniero Maschwitz y tomó un colectivo para encontrarse con un grupo de jóvenes con los que viajó hasta Capital Federal para festejar el cumpleaños de un amigo en una fiesta de egresados en el boliche Pacha.
En la madrugada del martes 28 se bajó de una combi en Panamericana y Ruta 26 para volver a su casa en ese partido del norte del conurbano. En algún momento entre las 5.45 y las 6.10 fue secuestrado por una banda liderada por el herrero Richard Fabián Souto.
A las 6.11, los padres de la víctima recibieron una llamada desde el teléfono del chico en la que un hombre les dijo que tenía a su hijo secuestrado.
Desde ese momento lo mantuvieron cautivo en una casa de la avenida Sarmiento 407 de Benavídez, partido de Tigre, desde donde se realizaron al menos 8 llamados extorsivos a sus padres para exigirles un rescate de $1.000 en principio que luego ascendió hasta los $30.000.
Pero tras pasar 14 horas cautivo, a las 19.20 del martes, el adolescente logró saltar una reja y escapar hacia el parque de la herrería, salió a la calle y pidió ayuda entre los vecinos, a quienes les dijo que lo tenían secuestrado, pero no logró que nadie lo refugiara ni lo ayudara porque no le creyeron.
La banda salió a buscarlo y lo recapturó a dos cuadras, en las puertas del cementerio de Benavídez.
Para despistar a los vecinos y de que nadie lo asistiera, además, las mujeres cómplices del secuestro salieron a la calle a los gritos a decirles que el joven era un ladrón que había intentado robarles.
Minutos más tarde, a las 20.38, se dio la última llamada por parte de los secuestradores, que le preguntaron a la familia de la víctima si tenían el dinero que les habían exigido. Del otro lado del teléfono les respondieron que habían recolectado $6.000, ante lo cual cortaron.
Luego, en algún momento de la madrugada del día siguiente, Matías fue trasladado a un descampado en Campana, donde los asesinos le dispararon por la espalda con una pistola 11.25. La bala ingresó por el omóplato derecho y le ocasionó la muerte. El cuerpo del joven fue encontrado horas después.
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