La semana pasada, un hombre porteño aterrizó en Ezeiza a bordo del vuelo número UX 041, operado por la empresa Air Europa. La Aduana escaneó sus valijas, un procedimiento de rigor. Le encontraron 12 frascos de popper, un euforizante líquido de la familia química de los nitritos que se inhala para una potente sensación de subida, usualmente durante encuentros sexuales. La sustancia fue incautada, en un procedimiento a cargo del Juzgado en lo Penal Económico N°8 de Gustavo Meirovich. El hombre no fue detenido, pero quedó sujeto a una investigación penal.
No fue el único hallazgo en lo que va del mes. A fines de agosto, L., un hombre de 63 años, empresario, presidente según el Boletín Oficial de una firma dedicada en los papeles a la cría de animales y producción de huevos, fue detenido en la zona primaria aduanera del aeropuerto de Ezeiza también por la Aduana, tras volver de New York en un vuelo de American Airlines. Tras escanear su equipaje despachado, descubrieron que tenía 40 frascos de popper en la valija.
La sustancia es parte del menú histórico de drogas sintéticas en el país, visto con frecuencia en los primeros menúes de dealers del rubro y en los consumos politóxicos de fines de los 90s y comienzos de siglo. Hoy, es adoptado por una nueva generación de consumidores en diversos sectores, jóvenes en sus tempranos 20 reconocen comprarlo pese a los graves daños que puede generar en sus organismos. “Te lo cobran carísimo o te lo regalan”, dice un consumidor frecuente: “No hay punto medio”. Si se consigue, es porque se trae.
En lo que va del año, según datos oficiales a los que accedió este medio, la Aduana incautó 289 frascos. En 2021, se había incautado otros 390, en 2020 unos 223. La tendencia claramente va en aumento. El popper no solo viaja oculto entre la ropa entre valijas de viajeros: también se encuentra en encomiendas enviadas por el sistema puerta a puerta.
Sin embargo, es diferente al resto de las drogas sintéticas comunes que ingresan al país de la misma forma. Para empezar, a nivel global, es la más fácil de conseguir.
Se vende bajo la pretensión de ser un limpiador de cuero en pequeños frascos de 15 a 24 mililitros, en presentaciones casi profesionales con tapa a rosca y logotipos impresos, con pseudomarcas ya establecidas en el tiempo y reconocidas entre los consumidores como Amyl, Jungle Juice Platinum, Rush o Inner Flame, muchos producidos por la misteriosa firma Locker Room en Canadá, una suerte de mito entre consumidores. Puede comprarse en sex shops o directamente en sitios de Internet como Euro Poppers, Venta Popper y otros nombres que no dejan nada a la imaginación. Pueden costar entre 15 dólares, o diez euros cada frasco.
La descripción de venta del Jungle Juice Platinum en el sitio Euro Poppers es particularmente curiosa:
“Este popper”, con un precio de 9,40 euros, “contiene diferentes aromas que aumentan los efectos y así las sensaciones de placer. Fabricado por la marca de vasodilatadores más famosa en el mundo, Jungle Juice Platinum es un producto de referencia desde hace ya mucho tiempo. Es la garantía de una alta calidad. Cómpralo al mejor precio de la web en nuestra página.” Ofrece, incluso, envíos gratis en compras mayores a 39 euros con entregas garantizadas en una semana en cualquier punto de la España peninsular.
El popper en España es ilegal, por ejemplo. Sin embargo, el sitio tiene una suerte de disclaimer. “Hoy en día, no existe realmente una ley que se pronuncie sobre la legalidad de los poppers de manera clara. Se sabe que lo que se condena y castiga es el uso que se le da a los nitritos, que son la composición de los poppers, y dentro de los cuales encontramos el nitrito de amilo y de butilo, el nitrito de propilo, el nitrito de pentilo y el nitrito de hexilo. Estos nitritos son derivados del alquilo y, como vimos antes, puede darle diferentes usos, desde médicos a cotidianos”.
“En realidad, por lo que podemos deducir, la legislación está direccionada a la prohibición del uso que se le da, y no al producto como tal. Es por esto, como seguramente habrás podido notar, que cada bote de popper indica un uso distinto: limpiador de cuero, perfume de ambiente, incienso líquido, entre otros; así como la advertencia de no inhalar. Dado que no en todos los países su venta y consumo están prohibidos, esta es una de las maneras que se encontró para “engañar” a la ley y darles una connotación legal”, continúa, con honestidad brutal.
El sitio Argenpills, un histórico foro argentino donde usuarios anónimos de drogas sintéticas cotejan experiencias y alertan sobre situaciones en el mercado, vio encender con vigor sus conversaciones sobre uso de popper en los últimos meses. Algunos, más experimentados, se reían de la vuelta de la sustancia, otros preguntaban de cara a su primera vez, en un contexto de fiesta de discoteca, más que de fiesta sexual.
“Una inhalada profunda y estoy en Broadway. Y más no porque se me revienta la cabeza”, dijo uno en abril de este año, teatral. “Dos seguidas, uno por cada fosa y me voy a Neptuno”, dijo otro, astronómico. Las historias de efectos adversos se multiplican. “Me hervía el cerebro” es un comentario usual, con posibles desmayos y sensaciones sumamente desagradables, más allá de los riesgos de sobredosis.
El Ministerio de Sanidad de España menciona efectos adversos como enrojecimiento de la cara y el cuello, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, aumento de la frecuencia cardiaca e hipotensión.
“Los poppers crean tolerancia, lo que unido a la breve duración de sus efectos, lo convierte en una droga peligrosa, con un elevado riesgo de intoxicación por sobredosis”, continúa la advertencia oficial.
Contrabandear popper puede terminar en la cárcel. El 12 de febrero de 2021, un abogado platense de 59 años fue arrestado en Ezeiza por traer sus frascos de vuelta desde España, en un vuelo de Iberia. Lo encarcelaron en el penal de Marcos Paz. Estuvo preso hasta noviembre de ese año, cuando un fallo del Tribunal en lo Penal Económico N°2 ordenó su inmediata libertad.
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