Martín del Río se sentó por quinta vez ante los tres fiscales que investigan el crimen de sus padres, José Enrique del Río y María Mercedes Alonso. Las primeras tres veces lo había hecho como testigo, las últimas dos, como imputado del parricidio de Vicente López. Pero en esta oportunidad fue él quien pidió ampliar la indagatoria este jueves y también solicitó que estuviera presente el juez Ricardo Costa, el que decidirá sobre su futuro. “Lo primero que quiero decir es que soy inocente, amaba a mis padres. Los extraño todos los días, estoy totalmente triste, dolido, completamente compungido”, comenzó su relato al que accedió Infobae.
Del Río fue trasladado desde la DDI de San Isidro donde está preso por el doble crimen de sus padres este jueves a las 9 hacia la fiscalía de Vicente López. Allí lo esperaban los fiscales Martín Gómez, Alejandro Musso y Marcela Semeria, quienes están convencidos de que el 24 de agosto pasado el menor de los hijos de las víctimas mató a José Enrique y María Mercedes a balazos en el interior del Mercedes Benz de la pareja, que estaba estacionado en el garaje de la casona de Vicente López.
Según las pericias, el homicida estaba sentado en el asiento trasero del coche, que tenía las puertas cerradas. La madre, sentada en el asiento del conductor, recibió un balazo en la cara. El padre, del lado del acompañante, tres tiros. ¿El motivo? Una estafa millonaria.
“El sábado pasado fue el cumpleaños de mi madre, la extraño totalmente. Mi padre fue mi maestro desde que nací, fue mi mentor en todo, era mi amigo, mi hermano. Él era todo para mí, convivíamos 14 días juntos, trabajábamos y vacacionábamos juntos, fines de semana largos, siempre juntos...”, se despachó el acusado y dijo: “La última vez que yo los vi vivos, fue el martes 22 de agosto de 2022″.
Dos días después ocurrieron los asesinatos. Cámaras de seguridad ven salir a un sospechoso de la casona de las víctimas por la tarde, horario en el que los teléfonos de María Mercedes y José Enrique ya no funcionaron más. Ese hombre encapuchado y que llevaba algo en una bolsa (creen que el DVR de las cámaras de seguridad de la casa del matrimonio) tenía una manera peculiar de caminar. Varios testigos lo sindicaron a Martín del Río, incluso su propio hermano, su amante y su suegro. No es la única prueba que tienen los fiscales.
Y agregó: “Nunca en mi vida pensé enterrar a mis dos padres en el mismo momento, uno al lado del otro”.
Pero, Del Río este jueves, desde las 11 que comenzó la ampliación de la indagatoria hasta cerca de las 15 que finalizó, dio su versión de lo que hizo ese 24 de agosto pasado.
“17.20, aproximadamente, 17.25, me bajo en un taxi en la puerta del Cenard, ya que es el único lugar que tiene un espacio para parar fuera de la bicisenda. Vuelvo a mi camioneta, esperando contactar al señor Ezequiel para ver si podía ver el departamento, y al otro día, el jueves 25, se firmaba un convenio por un juicio que tenemos, que teníamos, se terminó arreglando, con la dueña del departamento”, se explayó.
Lo cierto es que en el horario de los crímenes, y también un rato después, el teléfono de Del Río estuvo inactivo. ¿Su versión? Se le bloqueó. “Chequeo mi teléfono, mi teléfono se encontraba prendido pero tildado, ya que, con la opción de MercadoPago, la huella, y todas las aplicaciones se tilda. Lo apago, lo dejo descansar, y lo vuelvo a encender”, esbozó a modo de explicación.
Los fiscales creen que lo dejó en su coche mientras iba y regresaba caminando de la casa de sus padres, un camino que había “ensayado” junto a su amante seis días antes. Por eso, le preguntaron nuevamente si ese 24 de agosto usó el celular entre las 17.20 y las 19.20. Respondió: “No, estaba al lado mío, al lado del termo de agua que llevo siempre. Al darme cuenta de que estaba tildado, lo apago, lo dejo unos cuantos minutos y lo vuelvo a prender”.
Y agregó: “El teléfono estaba prendido, pero tildado, me pasó hace un montón de veces. Hace tres meses se me cayó, lo mandé al service oficial que está en Belgrano. Y como es un teléfono articulado, le tienen que cambiar la pantalla que se había puesto totalmente negra, y la cámara que se eleva. Por eso, mi madre me presta su viejo teléfono. Lo utilizo cuatro o cinco días, que fue lo que tardaron en reparar el mío y lo devuelvo”.
Otro dato inquieta a los investigadores. El día de los crímenes al atardecer a Del Río se lo ve llegar en su camioneta a un edificio de Colegiales donde tiene oficinas. Los videos lo muestran saliendo con una bolsa de tela que llevaba algo grande en su interior. Creen que el DVR de la casa de sus padres. Cuando el sospechoso regresó a la propiedad tenía la bolsa de tela, pero vacía.
La explicación del detenido: “Había quedado basura en el tacho, y habían quedado unas bandejas de comida en la heladera. Por lo general, cuando almorzamos ahí, no se cocina, sí se compra comida en la esquina. Como no se puede tirar desperdicios en los tachos, hay carteles en el edificio, salgo a tirar esa bolsa de basura a uno de los contenedores del Gobierno de la Ciudad, y a darles las sobras de comida a una mujer y dos nenitas que, por lo general, están en la zona. Pero no las encontré. Todo lo tiré en los tachos y volví con una bolsa en la mano de tela, en la que había llevado eso”.
Pero la indagatoria a Del Río también se posó sobre su hermano Diego, el mismo al que pidió que se investigue cuando su abogada solicitó la excarcelación. Primero contó lo que sucedió tras el sepelio de sus padres: “Me llama para desayunar, me junto con él y trae un anotador. A un día de haber enterrado a mis padres me pide explicaciones y anota en ese cuaderno todos y cada uno de los negocios que tenía mi padre, y todas y cada uno de las cuotas que había que pagar”.
Y siguió explayándose sobre Diego del Río, pero en base a lo que sucedió una vez que él fue arrestado por el crimen de sus padres. “Ya detenido en la DDI de San Isidro, viene a dejarme comida, la poca medicación y una carta devastadora, acusándome e inculpándome”. No fue la única visita que le hizo, según el acusado, que en base a dichos de su abogada padece diabetes e hipertensión.
“Día lunes vuelve (Diego del Río), misma carta, y me abandona. Nunca más aparece nadie de mi familia ni a traerme comida ni medicación, y me dice en la carta que el abogado Félix Linfante no me va a defender, y que me arreglara como pudiera. En ese momento, me encontré abandonado, sin ningún tipo de afecto, sin comida, y sin medicación”.
En el pedido de excarcelación que pidió la defensora de Del Río, además de solicitar que se investigue al hermano del sospechoso, también se cuestionó la data de muerte de los forenses como indicio de la culpabilidad de detenido, algo que el mismo médico de la Policía Científica explicó luego. “Fue un error involuntario, dice. Caradura, cómo involuntario, yo estoy detenido hace un mes, me arruinaron a mi familia, me mataron a mis padres, y me dice que es un error involuntario. ¿De qué me están hablando? Un error involuntario, dice, los que tendrían que estar preocupados son los fiscales que estuvieron investigando tres semanas con una data de muerte errónea. Y se equivocó dos veces, en las dos autopsias se equivoca. Quizás la semana que viene, viene y me dice que se murieron una semana antes”.
Pasadas más de tres horas y medias de la ampliación de la indagatoria, Del Río concluyó: “No tengo mucho más para decir, solamente que soy inocente, que voy para el mes de detención, que por las filtraciones a los medios públicos de toda la información de la causa han destruido a mi familia, me han colgado el cartel de parricida, y al día de hoy todavía no sabemos quién mató a mis padres, ni en qué fecha, ni en qué horario”.
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