Habían pasado las 15.30 de este lunes cuando la fiscal Ana Laura Brizuela esperaba indagar a Agustín Leonel Chiminelli (24), el último de los tres acusados por el femicidio de María Alejandra Abbondanza (38). A diferencia de sus padres, el joven se negó a declarar ante la titular de la Unidad Funcional de Instrucción N°2 de Campana, quien dispuso que tanto él, como Liliana Esther Sánchez (64) y Carlos Rubén Chiminelli (69), continúen detenidos como “coautores” del crimen.
Pasadas las 16, tras negarse a declarar, Chiminelli hijo se retiró de la UFI. Lo hizo encapuchado y con custodia policial en medio de insultos de familiares de la víctima y vecinos. “Asesino”, le gritaban.
Horas antes, sus padres fueron indagados por la fiscal y lo dejaron muy mal parado. “No tengo nada que ver. Yo no sé nada”, dijo su mamá que, además, reconoció que su hijo tenía comportamientos violentos. Su papá fue aún más lejos y sostuvo que su hijo le confesó el crimen. “Maté a una persona y la quemé en la parrilla”, lanzó.
Aunque todavía se desconoce el móvil del asesinato de María Alejandra, de a poco, empiezan a aparecer algunos datos que, sumados al resto de las pruebas, podrían permitir a los investigadores desentramar la historia detrás del brutal femicidio. Uno de esos datos refiere al vínculo que había entre la víctima y los acusados, además de ser vecinos del barrio.
Según supo Infobae, en su declaración, Chiminelli padre aseguró que su hijo le contó que a la María Alejandra la conoció en un boliche hace alrededor de un año y que, después, “se siguieron viendo un par de veces”.
El sábado 17 de septiembre, un día después de la desaparición de la víctima, los policías de la DDI de Zárate-Campana llegaron hasta la casa de los Chiminelli a partir de los videos que registró una cámara de seguridad de una vivienda del barrio.
En la secuencia, se ve que María Alejandra camina por la vereda con su mascota, un perro pug carlino, y se encuentra con Chiminelli hijo. La docente saluda al joven e ingresa a la propiedad del vecino. Eran las 17.30 y, desde entonces en adelante, en ningún momento se la vio salir de allí.
En ese horario, de acuerdo a la reconstrucción efectuada por la fiscalía, Chiminelli hijo estaba solo en la vivienda de la calle Alberdi. Según supo Infobae, el papá recién llegó a las 18.20 y la mamá, a las 19.20. Para los investigadores, esto significa que, si el crimen se cometió en esa primera hora, Chiminelli padre y su esposa “pueden no haber escuchado nada”.
Otro dato que refuerza esta teoría y, que además coincide con lo que declaró el matrimonio esta tarde, tiene que ver con la disposición del hogar. Si bien Chiminelli hijo convivía con sus padres, vivía “en un cuartito” al fondo, separado de la casa.
Fue allí que los investigadores encontraron el cuerpo de María Alejandra calcinado: los restos estaban en una parrilla. De allí, también, la Policía Científica levantó 288 muestras que serán analizadas para ver cuáles sirven para cotejos de ADN.
“La investigación todavía está en un estadío bastante prematuro, eso dificulta determinar exactamente cuál fue el rol de cada uno. Son distintas las consecuencias si les imputamos (a los tres) el hecho o el encubrimiento, que en el caso de los padres no es punible. Hoy están los tres imputados”, dijo a la agencia de noticias Télam una fuente del caso.
Vale destacar que, la presunta participación de los padres en el crimen resulta clave para el desenlace judicial en la causa. En caso de que sólo hayan intentado encubrir a su hijo, no les cabría ninguna pena ya que el encubrimiento por parte de padres de un criminal es una figura no punible para la ley argentina.
Por lo pronto, la funcionaria judicial les imputó a los tres el delito de “femicidio” y decidió que permanezcan detenidos.
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