Este martes, desde las 18, Villa Fiorito velará el cuerpo de Lautaro Leandro en el Club Latino, esquina Miro y Baradero. Un delincuente, o un grupo de delincuentes, lo mató de un tiro en la cabeza en el barrio Dorrego de Santa Fe capital, a cuatro horas de su casa, en una emboscada. Había ido allí junto a su hermano Lorenzo en busca de una oferta, un buen precio, para comprar una moto Honda Tornado de 250 centímetros cúbicos. Había llevado su PlayStation como parte de pago, la sostenía mientras lo ejecutaron. Era una cama, un robo de tantos que comienza en una publicación de Facebook Marketplace y termina en muerte.
Hay un detenido por el crimen que enfrentará una rueda de reconocimiento en las próximas horas, según confirman fuentes del expediente a Infobae. Pero la historia policial solo puede ser una parte de la historia. Queda la música. Lato era el nombre de Leandro como rapero, como MC, tenía 22 años. Decir que era un chico que rapeaba sería subestimarlo. Lato era una fuerza que representaba mucho más que a sí mismo.
Tres años atrás, había conformado una crew, F10rito Family, con compañeros como Buren, Relax y Dey. Dey era el mayor de todos, diez años más grande que el resto, había atravesado la escena rap de fines de los ‘90, comienzos de la década pasada, el responsable del sonido del grupo. Formó su propio estudio, Suburbio Estudio, allí en Fiorito.
Hicieron un track llamado “Con Todo”, una especie de manifiesto, con un ímpetu y una sabiduría marcadas por el rap chicano del Los Angeles de los años ‘90. Es el manifiesto de una era, la del rap barrial que graba en estudios hogareños, que hace su expresión donde puede, lejos del brillo de las figuras en las plataformas, del egoísmo, la música escrita para delirar a otros o alucinar delincuencia y la complacencia con el poder. La música juvenil que no protesta siempre le es útil a alguien.
En ese tema, rapean los cuatro, pero la voz más feroz es la de Lato.
Allí, Lautaro Leandro dice: “¿Me lo van impedir? Que yo diga lo que quiera cuando lo quiera decir. Están re equivocados si piensan que eso es así.... ¡Váyanse al carajo, no lo van a conseguir!”
Dey recuerda a su compañero, a horas del velatorio. “F10rito Family surge a través de un video que ganó Ñato en una competencia, hicimos el tema y filmamos el primer tema nuestro, ‘Con Todo’. Ese video hizo que nos uniéramos para hacer música. Lato era re bardo en barras”, dice, por la métrica y el ritmo de su música, “mucha actitud”, destaca antes de ampliar: “Lo que quería lo ganaba. Batallas de rap, lo que sea, él lo ganaba por la actitud, contando realidades del barrio”. Y sigue: “Era el motor de F10rito Family”.
Luego hubo más música, “Como Maradona”, una crítica social despiadada dentro de lo que parece ser un homenaje a Diego. “Pibe de Barrio” es otra historia. El clip es básicamente sus vidas, escribir rap en las vías. En un momento, se ve a un chico muerto de un tiro en la cabeza, entre la brutalidad policial y el hampa. La idea era esquivar las balas de ambos lados.
En los últimos tiempos, Lato hizo su debut en el estilo RKT, más comercial, tal vez, una letra sobre mover el traste, videoclip en un hidromasaje con botellas de espumante, pero una letra mucho más inteligente que la media del género. Había grabado su nueva música, como siempre, en Suburbio Estudio.
“Estábamos de estreno. Él estaba empecinado en ir a comprar su moto para festejar su esfuerzo en la música y en el trabajo”, dice Dey. Sus amigos intentaron disuadirlo de que viajara a Santa Fe, donde iba a conseguir un mejor precio que el CABA o el Conurbano. “Nadie podía sacarle de la cabeza que no vaya a hacer la compra. Le advertimos para que no vaya, no le hizo caso a nadie”.
Hay un libro de inminente salida que retrata su historia visual en. Es “Cinco Mil Disparos”, de Martín Biaggini, a cargo de la editorial Walden, una de los mejores nuevos sellos en música y cultura.
Biaggini, profesor en Historia, investigador, forma parte del Programa de Estudios de la Cultura de la Universidad Nacional Arturo Jauretche, se especializó en la escena del rap barrial en puntos como Villa Fiorito, Carlos Gardel, Fuerte Apache, atraído por el nuevo movimiento del freestyle. Tras diversas recomendaciones, se acercó a F10rito Family para documentar su historia. Sus fotos ilustran esta nota. “Tenían una potencia sobre el escenario impresionante”, recuerda Biaggini: “Se consideraban familia entre ellos. Le saqué fotos a Lato durante años. Cuando no estaba cantando, reía”.
El rap y el trap en la Argentina tienen sus historias violentas. Esta vez, un músico murió por las balas de la inseguridad, lo mataron por nada, por la promesa de una moto usada. El 9 de septiembre pasado, Lautaro publicó un estado de Facebook, una clave para entender su vida:
“Hace más de 3 años metiéndole con toda la actitud, sin seguir ninguna moda, sin copiar a nadie, laburando como artistas independientes, filmando, editando, grabando, dirigiendo los videos, ¡todo a pulmón, sin ayuda de nadie! Tarde o temprano va a tener su recompensa, ¡hoy estamos mejor que ayer, mañana mejor que hoy! Para que valoren un poquito el esfuerzo que hacemos los pibes para poder sacar música, son pocas las personas que tiran la mala pero nunca falta. Y para los mochos que salen ahora y se hacen los buenos, les dejo esta frase: ¡AHORA TODOS SON CANTANTES PERO NINGUNO ES RAPERO!”.
fotos: gentileza Martín Biaggini
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