Se conoció una segunda carta de Martín del Río, preso y acusado por el crimen de sus padres en Vicente López. De puño y letra, la escribió a una semana de estar detenido en la DDI de San Isidro, antes de que se conocieran los videos donde se lo ve caminando con su amante seis días antes del homicidio de José Enrique del Río y María Mercedes Alonso. Y, justamente, P., agente inmobiliaria de 49 años con quien el imputado mantenía una relación, es el foco de la misiva: básicamente, argumenta que lo perseguía, lo amenazaba y le pedía plata y una casa: “Después de la declaración de la mujer que me extorsionaba está mi detención”.
Es que P. es la primera que reconoce a Del Río hijo como la persona que sale caminando del caserón de Vicente López el 24 de agosto pasado en que ocurrieron los homicidios de José y María Mercedes. Él recibió tres tiros mientras estaba en el asiento de acompañante de su Mercedes Benz, estacionado en el garaje de su casa. Ella, un disparo en la cara. Los investigadores, por una pericia, concluyeron que el asesino estaba con ellos en el coche, con las puertas cerradas y sentado en el asiento trasero.
Lo cierto es que, en esta nueva carta que se conoce del detenido y escrita tras pasar una semana preso, Del Río dijo nuevamente: “Soy inocente”. Nadie de su familia lo apoya ni le cree en su reclamo de inocencia. Esposa, hijos y el hermano mayor lo rechazan: están convencidos que es el responsable de los asesinatos de sus padres motivado por la codicia.
El texto que se conoció este martes, reza: “Hola Soy Martín Santiago del Río. Hace ya casi una semana que estoy detenido en la DDI de San Isidro. El personal es súper respetuoso y con mucho don de gente. Gracias eternas porque pasar este momento es muy duro y angustiante. Y pensar en el dolor de mi familia es tremendo. Hijos los amo y los extraño. Flaca te amo”. La mujer le pidió el divorcio.
Y sigue: “Desde el día que nos enteramos del asesinato de mis padres colaboré con todos los datos e información que me requirieron el equipo fiscal y todas las divisiones de la policía de la Provincia. Disposición total. Aporté todo lugar, llaves, contraseñas, documentación y todo lo que sabía de ellos. Aunque hace 22 años que no vivo con ellos. Pero sí trabajo con ellos. En todo el transcurso de los días, siempre a disposición mi hermano y yo”.
Luego, continúa: “El día de mi detención salgo a trabajar normalmente, fui al Microcentro, hice unos trámites y cerca de las 16 tenía que pasar a pagar una cuota en un consultorio en la calle Valentín Gómez. O casualidad, esta persona me dice que (NdeR: pone el nombre de su amante que se mantiene en reserva) le estaba preguntando si había pasado yo. Me lo dijo preocupada por la insistencia. Salgo a la vereda y, o casualidad, sentada en la reja, me estaba esperando. Siempre estaba rastreándome. Nos espiaba, nos seguía. El día anterior estaba en un departamento de la familia en Belgrano. Bajá o toco timbre, fue el mensaje. A esta extorsionadora la conocemos por un negocio inmobiliario”.
Entonces, comenzó a desacreditar a P.: “La situación empeoró cuando se queda sin trabajo. Los reclamos subían de nivel. Dame una casa, dame un lugar. El pedido de dinero era casi diario. Nunca accedí. Quería una vivienda, dinero. Se había hecho un mail con mi apellido y a mis padres los llamaba suegros. Los mensajes y llamados eran 500 diarios. Una locura. Dejé de leerlos. Las amenazas crecían: ‘No sabés con quién te mentiste’, ‘Voy a ir a tu casa’, ‘La voy a llamar a tu mujer y a tus hijos’, y más, y más. ‘Me estás evitando’. La clásica era ‘me estás usando’ o ‘sos un manipulador’”.
El texto fue escalando en el tono. “El día que aparecen mis padres asesinados, el día jueves, aparece en el lugar queriendo entrar, no la dejan, y convence a un vecino de poder mirar desde su casa; y se pasa en la casa del vecino 10 horas espiando y mandándome mensajes. Unos días después, arrancó el delirio de vuelta. ‘Van a venir por vos ahora!!, van a venir por mi!!, tengo miedo!!. Me van a matar’, decían los mensajes. Delirio extremo. ‘Me tengo que ir lo más lejos posible y arrancar de cero’. Para eso quería 12 mil dólares”.
Y continúa: “Ella declara como testigo y, o casualidad, después de su declaración me detienen. Después de la declaración de la mujer que me extorsionaba está mi detención. Ojalá tengan secuestrado el celular de la extorsión. Vuelvo a repetir que soy inocente. Soy víctima y quiero saber quién mató a mis padres”.
La posdata también hace referencia a P.: “Una frase fue ‘si el jueves no pagas, hablo con tu mujer y voy a la fiscalía!!’. Revise el celular”.
La carta se conoce horas después de que se hiciera pública la declaración demoledora del suegro del detenido. Ante los fiscales, Jorge Miguel Sánchez fue contundente: “Martín nos arruinó la vida a todos. Nos encontramos todos totalmente destruidos. No nos esperábamos una cosa así. No sé como hizo para mentirnos durante tanto tiempo. Mi hija no puede creer que estuvo 30 años engañada. No nos entra en la cabeza cómo pudo haber matado a los padres, es una cosa que no se entiende”.
El del suegro de Del Río es el tercer testimonio de una persona allegada al acusado que lo complica seriamente. La primera en hablar fue P., que no dudó en señalarlo como el responsable de los crímenes. Luego fue el turno de Diego, su único hermano, que también lo señaló como el hombre que se ve en las cámaras de seguridad saliendo de la casona de sus padres en el horario de los homicidios.
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