Roberto Raúl Aranda (63) es contador, abogado, martillero público y escribano, pero cuando se presentó en el juicio por el crimen de María Marta García Belsunce lo hizo como gerente general del Tortugas Country Club, el barrio cerrado donde Nicolás Pachelo admitió haber cometido dos robos, por los que también es juzgado. El testigo reconoció ante los jueces al acusado como el ladrón. Es que había sido empleado suyo en la tosquera de su familia entre 1997 y 1999. Y soltó una frase reveladora que le dijo Silvia Ryan, la madre del imputado, en abril de 2003, un mes antes de que la mujer se suicidara: “¿Si miento por mi hijo puedo tener un problema penal?”.
Hay que recordar que allá por abril de 2003, seis meses después del crimen de María Marta, Pachelo ya tenía intervenido el teléfono en el marco de la causa que instruyó el fiscal Diego Molina Pico. O sea, su nombre estaba vinculado a uno de los casos más mediáticos del momento, pero su coartada lo sacaba del country Carmel: había estado a las 19.40 en Paseo Alcorta junto a su madre y su hijo comprando un regalo en una juguetería. Ese comprobante la mujer lo tenía guardado en la caja fuerte de su casa del barrio porteño de Retiro, no así el de la empresa Visa que indicaba que la hora de la operación era las 21. Lo encontraron cuando le abrieron tras su suicidio el 29 de mayo de 2003.
En ese contexto, el gerente general del Tortugas Country Club declaró en el juicio bajo juramento que trabajó en la tosquera de los Pachelo entre 1997 y 1999 y que tenía trato con Ryan y con Jaqueline Barbará, la madrastra del imputado.
“La madre de Pachelo administraba y controlaba la parte de la explotación de la tosquera, cuidando los intereses de Nicolás”, explicó y dijo que era una mujer con “mucho conocimiento de lo administrativo porque había trabajado en eso; tenía mucha personalidad, fuerte”. Luego, contó que, tras renunciar, se la encontró dos veces en la Ciudad de Buenos Aires. Una en 2002, en el barrio porteño de Retiro; y la otra en abril de 2003, cerca del Patio Bullrich.
“Hablamos, le conté que ya había terminado la parte penal (de la carrera de Abogacía) y que no me iba a dedicar a eso. Me dice: ‘Decime a mí lo que es lo penal’. La vi mal, angustiada, con mucho miedo por lo que le estaba pasando a Nicolás. Me dijo que como madre ayudaría, y me preguntó si podía tener algún problema penal si mentía”, recordó Aranda, quien le explicó cómo es la situación de los familiares en esos casos.
Y siguió: “Se puso a llorar. Y me dijo que si tenía que llegar a mentir por su hijo podía tener problema penal. Ella era muy correcta”.
Pero Aranda no sólo habló de sus encuentros con Ryan. Como gerente general de Tortugas, en la actualidad y cuando se dieron los cinco robos en la semana Santa de 2018 (dos prescribieron) y de los cuales el acusado el lunes pasado admitió haber cometido dos hechos; el testigo contó que Pachelo tenía el ingreso prohibido a ese country, que entregó un documento con otro apellido (GIménez Zapiola) y que fue él quien lo identificó en los videos de las cámaras de seguridad del lugar como el sospechoso.
“(El encargado de seguridad, Pedro Gerardo Osores) Me muestra varias imágenes hasta que una de las cámaras enfoca bien el perfil y logro identificar a Pachelo: lo conozco por haber trabajado con él en la tosquera”, dijo.
Incluso, detalló una secuencia bastante curiosa que se registró: “Lo que le llamó la atención a Osores fue un hecho puntual: no entendía por qué se sonreía en el sector de Cancha 4. Cuando lo identifiqué, (vi) la sonrisa irónica mirando una casa, y justo esa casa era de Jaqueline Barbará”.
El lunes pasado, cuando Pachelo admitió los robos negó haber pasado por lo de su madrastra y haber dado un DNI trucho. El testigo este miércoles lo contradijo.
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