A principios de agosto, el fiscal Federico Medone imputó a Silvio Espíndola (44) como autor del femicidio de su pareja, la enfermera Elizabeth di Legge (47), cuyo cuerpo fue hallado en un galpón de su casa de la localidad bonaerense de González Catán. El funcionario de la Unidad Funcional de Instrucción Temática de Homicidios del Departamento judicial de La Matanza solicitó luego la prisión preventiva. Este fin de semana, a 32 días del arresto, la Justicia se lo rechazó y dictó la falta de mérito. Así, ordenó la inmediata liberación del sospechoso.
La decisión fue tomada por la jueza de Garantías N°6 del Departamento Judicial de La Matanza, Carina Andrijasevich, quien rechazó el pedido de prisión preventiva para Espíndola del fiscal Medone, quien había imputado al marido de la enfermera por el delito de “homicidio doblemente agravado por el vínculo y por mediar violencia de género”, el cual prevé la prisión perpetua.
Al momento de la indagatoria, Silvio Espíndola, alias “Pindu”, negó el crimen y lloró frente al fiscal. Según declaró, la noche anterior a la muerte de la enfermera él y su esposa tuvieron una “fuerte discusión” porque la mujer, dijo, “a veces lo sacaba de quicio“. Luego, negó haberla matado y abonó la hipótesis del suicidio.
Para el fiscal Medone el testimonio de “Pindu” reunía muchas incongruencias. Una de las principales: aunque el enfermero negó ser violento con su pareja, ella lo había denunciado ante el Juzgado de Familia N°8 de La Matanza para solicitar una protección contra la violencia familiar. Otra: en su declaración el hombre sostuvo que, al momento de la desaparición de su esposa, él estaba trabajando en el hospital Churruca. Sin embargo, un oficio de ese centro de salud aseguró que estaba ausente sin aviso en las horas donde se estima que Elizabeth murió.
Por esas inconsistencias, Espíndola quedó detenido. Al menos hasta este fin de semana, cuando Andrijasevich decidió liberarlo por falta de mérito.
Elizabeth di Legge fue hallada fallecida el 1° de agosto en un galpón de su casa, donde vivía con sus tres hijos y su pareja, en la localidad de González Catán, partido bonaerense de La Matanza. La enfermera del hospital Churruca, que había desaparecido el pasado viernes 29 de julio, aparentemente cuando iba a trabajar, fue hallada muerta sentada en una silla con una vía intravenosa conectada a un suero.
El hallazgo del cuerpo se produjo horas después de que por la mañana Espíndola diera una entrevista desde su propia casa, en la que contó que el último contacto que había tenido con su mujer fue a las 10 del 29 de julio, a través de WhatsApp. El hombre relató que Di Legge ingresaba a trabajar al Churruca después del mediodía y que solía viajar en el ferrocarril Belgrano Sur hasta la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
No había golpes visibles, ningún traumatismo notable en el cadáver de Di Legge. Junto al cuerpo sí se encontraron ampollas de propofol y fentanilo, poderosos anestésicos.
Ante el fiscal, Espíndola intentó deslizar que su esposa consumía drogas inyectables, pero luego se desdijo. Los brazos de Elizabeth no tenían marcas de larga data que indicaran un uso de jeringas sostenido en el tiempo. Tras peritar la sonda, la jeringa y las ampollas, la Policía Científica determinó que no tenían huellas. La principal hipótesis fue que quien las manipuló empleó guantes.
Si bien la autopsia al cadáver indicó una depresión respiratoria como la causa de muerte, aún restan los estudios complementarios como los análisis sobre la sangre, la orina y el pool de vísceras que servirán para determinar cómo falleció la enfermera.
De ser así, los investigadores buscarán luego determinar si la mujer se inyectó por sus propios medios o no.
Con información de Télam
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