La misteriosa llegada de la masajista de María Marta García Belsunce al juicio contra Nicolás Pachelo

Beatriz Michelini se ocultó de la prensa. Con capucha, anteojos oscuros y una boina, se escudó en su hijo y su abogado, Eduardo Ludueña. Los detalles de su tensa declaración

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Beatriz Michelini, la masajista de
Beatriz Michelini, la masajista de María Marta García Belsunce, llegó a declarar custodiada por su abogado y su hijo

La masajista Beatriz Michelini llegó a los Tribunales de San Isidro mucho antes de las 15.30, el horario en que entró a declarar a sala donde es juzgado Nicolás Pachelo. Mientras testificaba Carlos Carrascosa, esperó en un cuarto cercano, alejada de la mirada de la prensa. Sin embargo, no pudo evitar los flashes de los reporteros gráficos cuando fue convocada por los jueces. Con anteojos negros, la capucha de la campera en la cabeza y también una boina sobre el pelo, ingresó acompañada de su abogado. Apenas se le veía parte de la cara.

La masajista fue la segunda testigo de la jornada. Cuando comenzaron las preguntas de rigor del fiscal general adjunto Patricio Ferrari, Michelini (65) informó que estaba acompañada por dos de sus hijos, pero su hija, Carina Barzaghi (44), es testigo ofrecida por la acusación por lo que fue retirada de la sala, ya que sólo pueden ser público aquellos que ya han declarado ante los jueces del Tribunal Oral Criminal N°4 de San Isidro.

Una de los primeros cuestionamientos que le hizo el fiscal a la masajista era si sabía hacer maniobras de RCP. Dijo que “no”. Luego, reconoció entre los presentes a Pachelo y al abogado del imputado. “Por las cámaras, porque no lo recordaba, ya que lo conocí de chiquito, a los 13 años, cuando fue al colegio con mi hija. No lo vi nunca más. Yo no tengo relación con él”, dijo sobre el imputado.

Y luego, en un momento ríspido de su testimonio, contó que Pachelo la contactó por teléfono una vez. “Me llamó para ofrecerme abogado cuando salió todo esto de la causa, pero le dije que no, que no lo necesitaba”.

Así ingresó a la sala
Así ingresó a la sala Beatriz Michelini, la masajista de María Marta García Belsunce

Michelini, que fue absuelta por el delito de encubrimiento en el juicio de 2011, fue defendida en ese entonces por el abogado de Pachelo. La mujer contó que fue cuando su letrado, Eduardo Ludueña, se tuvo que ir de viaje en junio de 2010. “Y mi abogado me dijo que no me iban a cobrar, yo no tenía con qué pagar”, acotó la masajista y detalló que durante ese debate estuvieron los dos como patrocinantes. Y agregó: “No tuve contacto con el doctor (Roberto) Ribas para nada, salvo en ese mes en que Ludueña estuvo de viaje”.

La declaración de la masajista continuó con un el recuerdo de a quiénes atendía en el country Carmel y también a qué vecino de ese barrio le daba masajes en su casa, una de ella era la mujer de Pachelo, Inés Dávalos Cornejo. Se la notó que estaba nerviosa y a la defensiva, y respondía con hosquedad. Incluso, el fiscal Ferrari la quiso interrumpir con una repregunta y le respondió: “¡Estoy hablando!”.

La declaración fue elevando el tono cuando le preguntaron si vio en la casa del vecino Fernando Sansuste, a quien también le hacía masajes, los palos de golf que luego serían robados, lanzó: “Yo voy (a atender a los clientes) con la camilla, una frazada, las cremas, toallas, toallones, toallitas”.

Pachelo junto a sus abogados
Pachelo junto a sus abogados y la defensora de José Ortíz, de azul (Maximiliano Luna)

Pero no quedó allí. “Yo voy con dos valijas en las manos, con un pulóver por si hace frío, agua... Lo quiero ver a usted con todo ese peso en las manos por cinco minutos”, desafió al fiscal Ferrari. El presidente del tribunal, Federico Ecke, intercedió: “Limítese a contestar, señora”.

Más tarde, cuando intentaban que explique a quiénes y cómo atendía en 2002, la mujer se quejó de que faltaban la fichas de la caja con los datos de sus clientes, y bramó: “El terrible momento que estoy viviendo”.

Además de mencionar que vio una “manchita de sangre” entre el inodoro y el vanitory, a diferencia de lo que han dicho los otros testigos que estaba entre el bidet y el váter; la mujer escuchó cómo el fiscal Ferrari desmenuzaba las comunicaciones telefónicas que recibió la masajista antes y después del crimen: llamaban desde la casa de Pachelo, también desde el celular del imputado.

“Hay una comunicación del teléfono fijo de Pachelo en Carmel al de la señora del 24 de octubre de 2002: ¿Las razones?”; preguntó el fiscal. La mujer dijo: “Imagino que habrá suspendido (Inés Dávalos, la mujer del imputado, la sesión de masajes que se daba con ella), porque pasa o habrá cambiado el turno porque no pudo ir”.

HIoarcio García Belsunce estuvo en
HIoarcio García Belsunce estuvo en la sala (Maximiliano Luna)

Y siguió con otra comunicación del 29 de octubre de 2002 de parte de Michelini a la casa de Pachelo; y cuatro llamados desde la casa del imputado el día siguiente de una diligencia en la propiedad de Carrascosa del 30 de octubre de 2002: “Si me llaman y no me dejaron mensaje… Hay veces que salía (a trabajar) a las 7, si no dejaban mensajes me seguían haciendo llamados”, se defendió la mujer.

“El 12 de noviembre de 2002 declaró en la fiscalía de Pilar, antes de que se supiera que era un crimen. ¿Sabe por qué tuvo dos comunicaciones con la casa de Pachelo ese día. ¿Habrá cancelado?”, ironizó el fiscal, y puntualizó que la comunicación se hizo a la mañana y ella contó que declaró al mediodía.

“Hay una comunicación del 3 de diciembre de 2002, que es del celular de Pachelo a su teléfono fijo. ¿Sabe por qué la pudo haber llamado?”, lanzó Ferrari. “A lo mejor, fue cuando me ofreció abogado”, respondió la masajista.

María Marta y Carlos Carrascosa
María Marta y Carlos Carrascosa

Y concluyó el fiscal que la última conexión entre ambos, de las que se mencionaron este viernes, fue el 16 de enero de 2003, un día después de la declaración indagatoria por el delito de encubrimiento, del que luego sería absuelta. “También la llamaron de la casa de Pachelo, ¿las razones?”. La mujer dijo: “Yo no tengo nada que ver con todo eso”.

La frase del final, antes del cuarto intermedio donde se pidió la detención de la masajista, fue del presidente del tribunal, Federico Ecke, que deslizó: “Llamativamente, cada vez que tiene una actuación en la causa l(desde lo de Pachelo) la llaman”.

La masajista se fue de la sala, pero la definición de si incurrió en el delito de falso testimonio se resolverá cuando finalice el juicio y, en consecuencia, el pedido de detención.

Fotos: Nicolás Stulberg

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