Entró a la sala de los tribunales de San Isidro caminando, ayudada con un bastón que le llegaba hasta el hombro. Su hijo Agustín, medio hermano de Nicolás Pachelo, la acompañaba. Jaqueline Barbará (78) fue la última mujer de Roberto Pachelo, el padre del imputado que se suicidó en 1996, y también testigo fiel de cómo fue la tormentosa vida del acusado del crimen de María Marta García Belsunce, ya que lo vio nacer. Su declaración fue lapidaria: no sólo lo calificó como un ladrón y tránsfuga, sino que se mostró convencida de que tuvo responsabilidad en la muerte del papá y también de la socióloga.
“Siempre mis hijos supieron y le echaron la culpa a Nicolás de haber matado a Roberto (Pachelo) y a María Marta también. Fue a robar, no a matarla y María Marta se tuvo que defender, como yo me hubiese defendido; hubiese agarrado un palo de golf y le hubiese dado en la cabeza sin parar y él me hubiese matado”, lanzó la madrastra del imputado, quien describió a la víctima como “una mujer de carácter derecha, estricta, con garra y fuerte”.
Barbará, además de tener tres hijos de un primer matrimonio, es la madre de dos medios hermanos del imputado: Agustín Pachelo, que la acompañó en el juicio, y Francisco, conocido como “Pancho”, el que le dijo a John Hurtig, medio hermano de la víctima, y al hijo de Nora “Pichi” Taylor que estaba convencido de que Nicolás “había matado a María Marta”.
La mujer relató cómo fue la vida de Pachelo, que se llevaba muy mal con el padre, que robaba desde los 14, que sus hijos lo apodaban “Chucky” a Nicolás, y que cuando encontraron muerto a su marido en la tosquera familiar, su suegro lanzó: ‘Me lo mató este hijo de puta’, en referencia al imputado.
“Nicolás fue un chico muy difícil toda la vida, nos dio mucho trabajo a la madre, a mí a Roberto, se llevaban muy mal. Nos hizo la vida imposible. Me acuerdo cuando me robó todas las alhajas, me las había tirado por el inodoro”, relató Barbará, además de contar que le sustrajo la moto a un conocido y su padre compró una para compensarlo no bien logró que su hijo confiese.
“Roberto le cubrió todos los robos toda la vida, desde que era chiquito. Robaba en Buenos Aires gomas de auto, pasacasetes. El padre le tapó todo”, contó la mujer.
Y continuó: “Era un ladrón, un tránsfuga... Robó toda la vida a sus amigos, a los míos, les robaba las llaves y nos llevábamos mal. Él nos odiaba, creo que nos odió toda la vida”.
Barbará habló de todo los problemas que tuvo con su marido por Pachelo. “Nos peleábamos todo el tiempo por lo que hacía Nicolás”. Y fue entonces cuando la mujer explicó por qué sospecha que el padre de sus hijos Agustín y Francisco no se quitó la vida: “Lo mataron, el suicidio no me lo comí nunca”. Y apuntó al imputado.
Fue en enero de 1996. La mujer relató que fue hasta donde estaba el cuerpo de su pareja, entró al cuarto por la ventana: “Cuando lo encontré, le dije a mi hijo: ‘Lo mataron’. No podía creer lo que había pasado, estaba en shock... Al ratito llegó el padre de Roberto y dijo: ‘Este hijo de puta me lo mató'”, en referencia a su nieto Nicolás.
La testigo narró que, tras la muerte de Pachelo padre, a su suegro lo llamaban, y era Nicolás: “Llamaba y se hacía pasar por Rorberto, como si estuviera vivo y les decía que le devuelvan la plata y las acciones, lo volvía loco al viejo”. Hay que recordar que la herencia rondaba los 25 millones de dólares, según se ventiló este miércoles en el juicio.
Luego, Barbará responsabilizó al imputado de haber quemado parte de la casa de la tosquera familiar e incendiado la propiedad de su hijo Hernán, de tajear las ruedas de un coche, de robarle alhajas, de sustraer la chequera de la empresa y sacar 50 mil dólares y hasta dijo: “Pedí en el (country) Tortugas que le prohíban la entrada... ¿A qué iba a venir, a hacer daño? Porque Nicolás siempre tiene que volver al lugar del hecho... Tiene necesidad para saber qué pasó, cómo quedó; tiene que saber. Es así, él vuelve al lugar del hecho cuando hace cagadas”.
También refirió que la madre de Pachelo, Silvia Ryan, quien se suicidó en 2003, “le tenía pánico”, y que los estudios que le hicieron al imputado determinaron que “tenía un coeficiente intelectual superior al normal”. Y concluyó: “Quiero terminar esto de una vez por todas, es un karma que llevo hace más de 30 años y los chicos no quieren hablar más del tema, y yo no puedo parar, por la muerte de Roberto, y del horror de García Belsunce... Siempre lo dijimos, la mató, siempre que hablábamos decíamos que era Nicolás; y nos quedamos callados toda la vida”.
Luego del testimonio de Barbará fue unos de sus hijos del primer matrimonio, Hernán Coudeu, quien declaró en el juicio. A él, le quemaron la casa de country Tortugas y el principal sospechoso, para la familia, siempre fue Pachelo. “El incendio fue intencional”, disparó apuntando al acusado y luego de denunciar un entredicho con uno de los abogados defensores que se acercó a su madre luego de que declarara, durante un cuarto intermedio. Explicó que debió echarlo.
Lo cierto es que Coudeu fue categórico en sus dichos y reveló lo que le contó uno de los empleados de la tosquera familiar de los Pachelo, que él administraba, sobre el imputado: “Me dijo que andaba armado, que pegaba tiros contra los paredones. Yo no hubiese permitido que nadie tire en la cantera con un revólver”.
¿Por qué es interesante el concepto del testigo en el contexto del juicio este dato? Al no haber arma homicida en la causa por el crimen de María Marta, a quien mataron con un revólver calibre .32 largo de cinco tiros en la cabeza, la fiscalía busca probar que el acusado solía estar armado.
Para cerrar, Coudeu dijo: “Cuando me enteré de la muerte de García Belsunce se me paró el corazón. No lo podía creer”. Y confió que pensó: “¿No lo habrá matado Nicolás?”.
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