La secta Escuela Yoga de Buenos Aires fue allanada a mediados de este mes tras una larga investigación de la división Trata de Personas de la Policía Federal, acusada por el juez Ariel Lijo de los delitos de trata de personas y lavado de dinero a gran escala, de vender iluminación espiritual a los pies de un falso maestro para prostituir a sus víctimas con empresarios y hombres ricos, o quitarle los bienes incluso después de muertas fraguando sus testamentos y certificados de defunción con su propio estudio jurídico. La secta podía recaudar hasta 500 mil dólares por mes. Los acusan de exigir “sobres” a sus estudiantes, donaciones de hasta diez mil dólares por mes. La estructura, en un amplio organigrama trazado por los investigadores, incluye operaciones en Estados Unidos, filiales en Chicago, Las Vegas, New York, compra de oficinas o literalmente de edificios.
Todo esto ya es aberrante. Pero tal vez, lo peor de todo en esta historia estaba en el Abasto.
El sábado pasado por la madrugada, la Federal entró por la fuerza en la clínica Consultorios de Medicina Integral Abasto, situada en una casa chorizo en la calle Guardia Vieja al 4000. Allí, encontraron cerca de cien historias clínicas, junto a una supuesta paciente y una enfermera. También se encontraron juguetes sexuales.
Para la Justicia, CMI era un agujero de torturas enmascaradas bajo una “cura del sueño”.
Un documento de la causa al que accedió Infobae revela que “allí ‘alumnos’ y “alumnas” serían internados y adormecidos durante varios días como forma de “aleccionamiento” y ‘subordinación’, cuanto tendría lugar fundamentalmente cuando algún integrante plantea alguna crítica o duda respecto del líder y la organización”.
El expediente continúa: “Esta práctica, que se realizaría a través del consumo de psicofármacos y la denominan ‘cura de sueño’, es resistida incluso por quienes secundan al líder por miedo a quedar adormecidos”. Peor todavía: de acuerdo con la causa, el alumno castigado tenía que pagar las pastillas de su propio tormento.
CMI estaba directamente vinculada a la Escuela de Yoga. Alicia Arata, su supuesta jefa, fue detenida junto a varios jerarcas de la organización en el edificio que ocupaban en la calle Estado de Israel. Pero hay otros nombres vestidos con ambo blanco en la trama. Uno de ellos fue detenido ayer por la división Trata de Personas en su casa de la zona de Agronomía. Es el doctor J., 71 años, larga experiencia. Su nombre figura en cartillas de medicina pública y privada, ex empleado en blanco de reconocidas empresas.
El doctor J. también aparece en el viejo sitio web de CMI Abasto, hoy borrado, pero recuperable. Posa en un consultorio, debajo de él se lee su currículum. Figura, curiosamente, como una de las cabezas del área más llamativa entre todas, dado el contexto: “medicina del sueño”.
“El cansancio, el stress, el mal humor, las alteraciones del sueño relacionadas con lo laboral, los viajes, el jet-la no son solo molestias del vivir diario, sino que podrían ser el comienzo de una posible enfermedad psicosomática, las cuales pueden ser mitigadas y reencausadas con estas terapias”, dice la vieja web. “La terapia apunta a mejorar la calidad de vida en todos sus sentidos para eliminar estos problemas. Esto es realizado, con asesoramiento médico–filosófico aplicado a terapias del sueño asistido”, continúa el discurso.
El doctor J. será indagado mañana miércoles en los tribunales de Comodoro Py, según fuentes judiciales. “De la investigación surge como el medico clínico de CMI Abasto. La habilitación de algunos consultorios está a su nombre y se hallaron muchas recetas con su nombre”, asegura un investigador clave.
Sin embargo, el médico tiene una diferencia. Al contrario de los 19 otros acusados que fueron arrestados, fuentes en el expediente no lo describen como un orgánico de la secta, un devoto dispuesto a lavar los pies del máximo líder, Juan Percowicz. Su perfil es distinto. Para empezar, dijo algo, cuando todos los demás guardaron silencio. Cuando la Federal lo arrestó, afirmó que dejó la clínica cuando comenzaron a exigirle que recete medicamentos literalmente sin filtro, un testimonio sin validez procesal.
Tal vez pueda convertirse en un eslabón débil, en alguien que rompa el silencio. Ahora, deberá explicar su parte en la historia, o la historia en sí. En el allanamiento en Guardia Vieja hecho por la división Trata de Personas -la única investigadora en el caso bajo la Superintendencia de Investigaciones Federales, que ya desbarató a organizaciones similares como Templo Filadelfia o Abba Krishna, con su jefe como punto operativo en el programa el PACCTO de coordinación internacional con integrantes de policías europeas y latinoamericanas- se hallaron anotaciones sobre una paciente consideradas de sumo interés para el expediente. Estaban en un pizarrón, que decía: “Celeste F. I:10-04-22. Dar media porción de comida. Todos los viernes por la noche entra en descanso, hasta domingo al despertar”.
Drogar gente no ocurría solo en situaciones puntuales. Se sospecha que habría personas controladas con psicofármacos de manera permanente para ser fácilmente manipulables.
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