En los últimos 30 minutos de la audiencia de este miércoles, la 13ª del juicio por el crimen de María Marta García Belsunce, en la sala de los tribunales de San Isidro se vivió una situación bizarra, y a la vez triste, donde hasta el juez Federico Ecke tuvo que pedirle a Nicolás Pachelo “ponerle un poco de seriedad”. El magistrado lo dijo después de escuchar cómo el imputado, con una desubicada chicana, decidía no responderle al abogado de Carlos Carrascosa con un “chau, perdió”.
Todo comenzó luego de que Pachelo pidiera declarar nuevamente para contrarrestar una serie de escuchas que segundos antes había pasado la fiscalía sobre el filo de las 17, la hora de clausura de cada audiencia. El imputado dio su versión, le respondió preguntas a los jueces Ecke y Esteban Andrejín, y comenzó una escalda de comentarios donde se cruzó con el fiscal Patricio Ferrari, quien hasta llegó a preguntarle si lo estaba amenazando. “No le voy a contestar ni una pregunta porque me quiere hacer quedar como un mentiroso”, le replicó el acusado.
Luego, siguió con un ninguneo al abogado de la querella, Gustavo Hechem, cuando el letrado le dijo: “Yo solo tengo una pregunta”. Pachelo le respondió con un tono canchero: “Una sola, eh, pero piénsela bien. Use bien su inteligencia. No me hable del perro (desaparecido de María Marta, Tom)... Tiene una oportunidad”.
Fue entonces cuando Hechem le aclaró que la pregunta era sobre el mapa del country Carmel. Quería que le describa bien el recorrido que el 27 de octubre de 2002, minutos antes del homicidio de María Marta, había hecho desde su casa al estacionamiento cercano al club house para, presuntamente, buscar el auto que su mujer había dejado estacionado. ¿Por qué importa esto? Porque hay tres testigos, que eran chicos en ese entonces y aún no declararon en el juicio, que aseguran que lo vieron corriendo cerca de la casa de la víctima. El imputado lo niega.
“Quiero que me marque en el mapa el recorrido que hizo”, le dijo el abogado Hechem. “¡Si ya lo contesté!”, se quejó Pachelo levantándose de la silla, y siguió: “Ya lo contesté. Si usted estuviese pendiente del juicio, se acordaría. Chau, perdió”. Así, enfiló para su lugar en la sala, detrás de sus defensores, mientras el juez Ecke le pedía: “Vamos a ponerle seriedad”.
Como si estuviera en una reunión con amigos y no enfrentando una pena en expectativa a prisión perpetua por el crimen de María Marta, Pachelo le dijo al magistrado que preside el tribunal: “Si no le pongo humor… Lo damos por terminado, nos vemos el viernes”. Y comenzó a juntar sus cosas.
Nadie podía creer lo que acababa de suceder. Incluso, Ecke admitió: “Si hubiera estado la familia (de la víctima) presente no lo hubiera permitido”.
Las chicanas no terminaron allí. Pero, primero, un breve contexto: antes de que arrancara la audiencia, el fiscal Ferrari les regaló un bombón a las defensoras de Pachelo y del vigilador José Ortíz. Raquel Pérez Iglesias, letrada de Pachelo, tras la irreverencia de su defendido, deslizó un comentario jocoso sobre el chocolate. Roberto Ribas, colega en la defensa del imputado, le sugirió: “No lo coma porque puede estar envenenado”. El fiscal Ferrari, sagaz, le replicó: “Si me diera uno usted no lo comería”. Y la respuesta de Ribas fue instantánea: “Yo tampoco”.
Antes de abandonar la sala, algunos sorprendidos por lo que había pasado en el marco de un juicio, y no precisamente en una charla de café, uno de los defensores al pasar acotó, moviendo la cabeza en señal de desaprobación: “Hay una mujer muerta…”.
El crimen de María Marta García Belsunce lleva impune casi 20 años.
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