Obinna Chukwuemeka Ejikeme, alias “Bobby”, está en algún lugar de Lagos, la capital de Nigeria, su país. Así lo determinaron organismos internacionales que reportaron a la Justicia argentina, luego de haber emitido un pedido de captura internacional en su contra. Tal vez, al conocer más el territorio pueda desaparecer fácilmente. La historia que deja detrás es tan ambiciosa como siniestra.
En Buenos Aires, primero vivió en un departamento en Morón, luego en la calle Catamarca de la Ciudad de Buenos Aires. Incluso, se movía en un viejo Honda Civic. Había pasado antes por Brasil, donde dejó causas penales en su contra. Aquí, comenzó a vincularse con jóvenes venezolanos y colombianos, como Nicol O. y Luis Fernando C., un gastronómico y terapeuta psicosocial oriundo de Valencia en Venezuela, que trabajaba en una conocida tabaquería de Belgrano. Se convirtieron en sus operativos, sus recaudadores.
Eran estafadores, avezados jugadores de un cuento del tío a una escala insólita para el hampa argentina. Atacaban a mujeres con falsos intereses románticos a través de redes sociales para luego despojarlas de sus claves bancarias y comenzar a vaciar cuentas o retirar préstamos, cuentos clásicos como el del soldado americano enamorado que pedía dinero para venir.
El abogado de una víctima, incluso, planteó un hábeas corpus en un juzgado local por uno de estos soldados que nunca existió. Las mujeres, humilladas, se negaban a denunciar. Los investigadores las encontraban por el rastro de papeles.
Lo cierto es que fueron descubiertos de casualidad, gracias a una pericia realizada al teléfono de un estafador colombiano detenido en Monserrat en 2019. Así, se disparó una nueva causa penal, a cargo del Juzgado N°5 de Manuel de Campos, con la división Investigación de Delitos Tecnológicos de la Dirección de Lucha Contra El Cibercrimen de la Policía Federal. Comenzaron a cerrar el círculo con los teléfonos encendidos. Un traductor fue convocado para dilucidar las charlas en el dialecto igbo de “Bobby”, donde hablaba de plata, conversaciones que databan de mediados 2021.
Y era plata, ciertamente. Mucha plata.
La causa no termina, sigue hasta hoy. El expediente del juez De Campos, con dos procesamientos separados, tiene 53 detenidos y hay otros 20 sospechosos con pedido de captura, que incluye a otros hombres africanos, con un sistema de mulas bancarias, personas que eran beneficiarias de una asignación universal y que, de repente, cobraban millones para luego extraer el efectivo en cajeros y girar a distintos puntos del planeta. Un sospechoso oriundo de Venezuela, aseguran investigadores, llegó a operar 20 cuentas distintas.
Los contadores forenses siguen contando: estiman, por lo menos, extracciones por dos millones de dólares y 300 millones de pesos argentinos. También manejaban dinero falso, se les incautaron 3.400 planchas de cinco billetes de cien dólares cada una en diversos allanamientos.
El destino final de ese dinero es oscuro. La Justicia argentina, asegura una alta fuente del expediente a Infobae, tiene indicios en base a datos de que se utilizaría para financiar actividades terroristas en África. No solo eso: también se emplearía para alimentar el negocio del contrabando internacional de cocaína. Algo que varios imputados oriundos de Nigeria llevaron adelante en el país durante años, polvo premium disimulado por correo, exportado a puntos como Tailandia, China y Australia, donde un gramo puede valer diez veces más que en la Ciudad de Buenos Aires.
Hubo otros presuntos jefes como John Umede, compatriota de Ejikeme, vendedor de zapatillas en Lanús Oeste según él mismo. Cayó como organizador y virtual socio gerente, acusado de desfalcar, junto a Lucas Areco -un carpintero argentino-, a un jubilado platense de 69 años. El cuento fue, al menos, creativo: uno de ellos se hizo pasar por un soldado iraní que amenazaba a la víctima para exprimirle casi 90 mil pesos. Le aseguraban que lo habían marcado, que lo seguían.
Umede, lejos de ser un criminal maestro, pedía que le depositen en la cuenta a su nombre en un banco del Conurbano. Lo capturaron en Migraciones, intentando escapar.
“Bobby” ya se había ido hace tiempo, estiman las autoridades. Dejó el país de manera clandestina luego de la primera oleada de arrestos.
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