El negocio de Elvio, el “jefe de cancha” narco que operaba a 10 minutos de la Casa Rosada

De apellido Martínez Bracho, fue capturado por la Policía de la Ciudad por regentear el territorio en la Villa 31 para una poderosa banda de traficantes paraguayos, otro nombre y otra cara en una historia que parece interminable

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Elvio Martínez Bracho tras su arresto
Elvio Martínez Bracho tras su arresto

La División Investigaciones Antidrogas Norte de la Policía de la Ciudad se llevó el viernes pasado a Elvio Martínez Bracho, 29 años, nacido en Paraguay. La orden para arrestarlo estaba vigente desde 2019, en una causa a cargo del Juzgado Federal N°4 de Ariel Lijo y la Fiscalía Federal N°1, con la investigación del secretario Javier de Elío. Lo encontraron en el Barrio YPF de la Villa 31, caminando como siempre solía hacerlo. Se dejó detener sin problemas, no desefundó ni tiró a matar. Ni siquiera tenía una pistola al cinto o un poco de cocaína para endurecerse. Le encontraron un viejo teléfono y 4.500 pesos en efectivo.

Su presunto rol en la economía del negocio de la droga a diez minutos en colectivo de la Casa Rosada es revelador. Martínez Bracho, para la Justicia, para la Policía, dice la imputación en su contra, es un jefe de cancha, un capo zonal, regente de parada de la mafia narco asentada en la comunidad paraguaya que controla el negocio de los estupefacientes en un sector del asentamiento de Retiro. “Los Sampedranos” se los llama, por la región paraguaya de San Pedro.

La parada de Elvio estaba debajo del puente de la autopista Illia, recuerdan los investigadores. Tenía un sistema sumamente definido para operar, parecido al de turnos que emplean los narcos peruanos en el Bajo Flores, la histórica división de turnos que la banda de “Marcos” Estrada González aplicaba en los pasillos de la Villa 1-11-14: Martínez Bracho daba órdenes a los dealers y campanas, con horarios rotativos, algo así como un subgerente transa. Coordinaba la venta y luego rendía cuentas a la parte superior de la estructura, un sistema fantasmal donde el que menudea en el pasillo rara vez le ve la cara al capo.

2018: "Aldito" Rolín Lezcano, capo de la facción paraguaya, en la manzana 99
2018: "Aldito" Rolín Lezcano, capo de la facción paraguaya, en la manzana 99

Elvio no está solo. Los Martínez Bracho pesan en la zona. Resuenan cada vez más fuerte en las internas como clan con chance de mando. Irónicamente, el nuevo detenido no empezó su carrera como presunto narco. En la última década, trabajó como albañil para cuatro empresas que lo contrataron en blanco. “Aldito” Rolín Lezcano, el supuesto número 2 de la banda, también era un ex albañil. A Rolín Lezcano, la División Antidrogas Norte se lo llevó preso en marzo de este año.

Los narcos paraguayos no se comparan en ferocidad con sus pares peruanos que controlaron durante años el Playón Este, con torturas en aguantaderos y homicidios sicarios de particular crueldad, como los atribuidos a César Morán de la Cruz, o las venganzas internas con puño de hierro de “Ruti” Mariños. Sin embargo, los superan en resistencia. Los peruanos casi no están en la Villa 31, reducidos y esmerilados, pero los paraguayos siguen.

Chico de oro: Juan Ortigoza, "El Grosso"
Chico de oro: Juan Ortigoza, "El Grosso"

“Los Sampedranos” están en el radar de policías y vecinos al menos desde 2013 y saltaron a la fama por vender droga frente a un colegio cristiano de la villa, el Fili Dei, con sus ya míticos jefes, los hermanos Acosta Fouz. También, se sospecha, controlaban la discoteca y corralón clandestino Tarzán, donde una banda de pistoleros repelió un allanamiento de Gendarmería a punta de pistola. Hicieron todo lo que un narco de villa hace: comerciaron pasta base y marihuana con una red de recaudadores, campanas y soldados, que incluía a menores de edad frente a canchitas deportivas y establecimientos educativos.

En 2019, llegaron incluso a recaudar tres millones de pesos por semana bajo “El Grosso” Ortigoza, que terminó preso también: la causa contra la banda, por la que está encerrado Elvio y que comenzó en 2017, lleva su nombre, un expediente con al menos 125 imputados y 77 propiedades identificadas en la villa como aguantaderos, paradas y puntos de venta, con tertulias de los capos en la cancha de piki-voley, el deporte paraguayo por excelencia en la villa, ubicada en la manzana 99.

Hoy, quienes conocen los movimientos de la zona aseguran que los Acosta Fouz ya no existen en el mapa y que “El Grosso” no tiene poder. Solo queda el vacío. Martínez Bracho tiene un hermano, presunto narco también, prófugo de la Justicia.

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