Gustavo Alberto Elorrieta, el gendarme hallado muerto en un aljibe de 10 metros de profundidad en la localidad santafesina de Roldán –después de haber estado 19 días desaparecido–, fue asesinado a golpes en la cabeza, según el informe preliminar de la autopsia que se le realizó al cuerpo en la mañana de este sábado en el Instituto Médico Legal de Rosario. Se presume que los agresores usaron una maza para atacarlo. Entre las hipótesis del móvil del escalofriante crimen se encuentra una posible “venganza” por formar una nueva pareja.
El próximo martes serán imputados por el fiscal de Homicidios Dolosos, Adrián Spelta, la ex pareja, Mercedes F. E. (47 años) y dos jóvenes, Alex Miguel J. G. (18) y Mario Luis F. (26), que son amigos de la familia, en el Centro de Justicia Penal. En tanto, el hijo de la víctima, de 17 años, quedó a disposición de la jueza María del Carmen Musa, titular del Juzgado de Menores N° 1, que lo indagará el próximo lunes.
El cuerpo del segundo comandante de 42 años fue sacado del pozo pasadas las 22 de este viernes tras un operativo que demandó aproximadamente tres horas al personal de Bomberos Zapadores. Por la cantidad de días que se presume que el cadáver estuvo allí, entre 17 y 19 días, se esperó hasta la autopsia para determinar cuáles eran las posibles lesiones que habrían causado el fallecimiento.
Esto es porque había al menos dos probables mecánicas del ataque mortal, ya que Elorrieta pesaba 120 kilos y medía dos metros, por lo que no era fácil de reducir para los agresores, entre los que se encontraba su propio hijo de 17 años.
Uno de los escenarios era el que lo asesinaron a tiros. Esa hipótesis estaba alimentada en que se secuestraron 9 cartuchos de escopeta y 48 calibre 9 milímetros en el domicilio de uno de los sospechosos que fue detenido por la Brigada de Homicidios de la Agencia de Investigación Criminal.
La otra posibilidad era que lo atacaran de imprevisto con una maza que fue incautada en los allanamientos realizados durante la investigación del fiscal Spelta. Esta última resultó ser la más probable, de acuerdo a lo informado por los profesionales que hicieron la autopsia.
Para hallar elementos que puedan incriminar a los sospechosos, el fiscal esperó que se relajen. Y pareciera que la estrategia fue exitosa. La táctica se basó en allanar los domicilios, donde en un primer momento no se encontraron indicios que los involucraran en la desaparición. Luego, los llamó a declarar en el Ministerio Público de la Acusación, y después ordenó nuevas irrupciones a sus casas, donde ahí sí fueron incautadas una pala con cabello (se investiga si es de Elorrieta), una maza, y se hicieron pericias con luminol que dieron resultado positivo en varias partes de la propiedad de la ex pareja del segundo comandante.
Un móvil poco claro hasta ahora
Por los testimonios que recolectaron el fiscal Spelta y los investigadores policiales, los sospechosos tenían dos supuestos motivos para matar al gendarme. Las dos son analizadas como factibles, y no se descarta la aparición de una nueva línea investigativa.
Uno era no haberle perdonado la separación de Mercedes y haber formado nueva pareja en Buenos Aires. La otra es económica: Elorrieta aparentemente había generado gastos o deudas en 21 operaciones con tarjetas de crédito que, de acuerdo a los indicios, no las habría hecho él sino su ex pareja usando sus datos.
Una familiar del gendarme incluso señaló al declarar de forma testimonial que Elorrieta creía que le habían clonado las tarjetas o que lo estaban estafando a través de la utilización de sus datos personales. Dichas deudas generadas, según esa línea investigativa, se verían saldadas con su fallecimiento o con el cobro de su seguro de vida que estaba en dólares.
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