A cuatro años del crimen de Lourdes Espíndola: un tiro a sangre fría, una nena de testigo y un condenado a perpetua que habla por primera vez

Hace cuatro años, la joven policía era asesinada en Ituzaingó cuando esperaba un colectivo. Su crimen sacudió a la sociedad. Hubo un juicio con dos acusados. Solo uno fue condenado. “Soy inocente”, le dijo a Infobae al romper el silencio. Las pruebas de la acusación y la defensa

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Lourdes Espíndola
Lourdes Espíndola

El crimen de Lourdes Espíndola, ocurrido hace cuatro años, conmovió a la sociedad. Una joven policía salía de su guardia, en el peaje de Ituzaingó, y un disparo en la nuca terminó con su vida. Un auto se detuvo frente a ella cuando esperaba el colectivo y le disparó a quemarropa. Una nena, que estaba en el lugar, se convirtió en la testigo clave. Agonizando, la víctima llegó a mandarle un audio a su pareja: “Me tiraron un tiro, me muero”, dijo. Por el caso, dos hombres llegaron a juicio este año. Uno de ellos fue condenado en abril pasado a prisión perpetua.

Soy inocente. Siempre lo voy a repetir”. El que habla con Infobae es Jorge Pablo Di Blasi, preso en la cárcel de Magdalena. Para el Tribunal Oral 2 de Morón que juzgó el crimen de Lourdes, él es responsable de su asesinato. El otro acusado, Pablo Manuel Fascarelli, de 38, quien contaba con un importante prontuario policial y arrastraba condenas anteriores, terminó absuelto del crimen por el beneficio de la duda, después de que la fiscalía a cargo de Patricio Pagani y la querella decidieran no acusarlo.El juicio fue un circo. Supuestamente buscaban al otro flaco que era el que tenía antecedentes. Si lo hubieran encontrado a él primero, yo no estaría acá”, asegura Di Blasi.

A Di Blasi lo sentenciaron por “homicidio agravado por ser la víctima miembro de una fuerza policial y por su comisión con arma de fuego, y robo agravado por el uso de arma de fuego, en concurso real entre sí”. La condena fue apelada ante el Tribunal de Casación Penal bonaerense que ahora analiza el caso. En los próximos días, habrá una audiencia ante los jueces. Allí, la defensa sostiene que se buscó “un preso” para calmar la bronca social que había provocado la muerte de Lourdes, que el arma fue plantada y que los verdaderos asesinos están sueltos: son los que le robaron la pistola a la joven policía.

Una de las pruebas claves se basa en el reconocimiento que hizo del acusado una nena que estaba en la parada de colectivo, junto a Lourdes. Para la defensa, la nena no mintió, pero el problema es que la menor había visto la cara de su cliente en la televisión un rato antes. La nena lo admitió en el debate a través del interrogatorio vía Cámara Gesell.

La víctima era policía federal
La víctima era policía federal

“Es cierto que la niña, durante su declaración a través del sistema denominado de ‘Cámara Gesell’, al responder la pregunta de la defensa, dijo haber visto con anterioridad al imputado por la televisión. Pero también lo es que nunca dijo -ni se le preguntó, claro está-, si su señalamiento obedecía a haberlo visto por dicho medio de comunicación audiovisual, o bien por haberlo identificado con el sujeto que la fatídica noche del 28 de julio de 2018 lo vio disparar hacia Lourdes Espíndola”, dijo uno de los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal 2 de Morón.

Un detalle gravísimo se registra en la sentencia a la que accedió Infobae: la identidad de las menores que fueron testigos clave y que declararon bajo Cámara Gessel fue expuesta en el fallo.

El caso

Todo ocurrió el 28 de julio del año 2018, a 18:46. Lourdes (26 años) había terminado una guardia de 24 horas en la garita del peaje de Ituzaingó. Hacía frío. Caminó cien metros hasta la parada de colectivo en la intersección de las calles Pérez Quintana y Colectora Gaona. Su pareja le había insistido que se tomara un remís, que tenía plata. Pero estaban ahorrando. Lourdes llevaba su uniforme policial. En la garita no había lugar para cambiarse. No era lo conveniente estar identificada: eso la convertía en una presa para los delincuentes. “Buen servicio, cuidate”, le dijo a su compañera y se fue.

En la parada de colectivo, Lourdes estaba escribiendo en su celular. Se distrajo. En segundos, se frenó un auto Renault Clío color oscuro con tres sujetos a bordo. Bajó un hombre del asiento trasero izquierdo. Llevaba dos armas, una en cada mano. “Tirénse al piso”, gritó el desconocido. En la parada estaba la policía y también una mamá con su hija y una amiguita.

Se escuchó un tiro. La bala dio en la nuca de Lourdes, que cayó al piso. El desconocido le sacó el arma reglamentaria 9 milímetros y se escapó. No se llevó nada más. Ni siquiera el celular que Lourdes tenía en la mano. Desde el piso alcanzó a decirle a su novio: “...me tiraron un tiro, me tiraron un tiro, me muero...”.

El último audio que envió la policía baleada en Ituzaingó

El novio de Lourdes, Fernando Espíndola, también policía, llamó de inmediato a la compañera que había quedado en la guardia de su novia. “Negra, por favor, andá a fijarte a la esquina porque me parece que a Lourdes le pegaron un tiro”. La joven, Samanta Lemos, corrió. No había escuchado nada por el ruido de la autopista. Encontró a Lourdes tirada en el piso.

Vio la rodilla levantada de Lourdes. Se le puso todo oscuro. Le levantó la cabeza y estaba en un charco de sangres. Lourdes hizo como un “ronquido”. “Está viva”, grito un automovilista que se acercó. La quisieron levantar para subirla al auto. Ahí fue cuando Samanta vio que la víctima aún tenía el bolso y el celular en la mano. La llevaron hasta una salita. Ya estaba muy grave. En el Hospital Nacional Profesor Alejandro Posadas, le informaron a su familia que Lourdes tenía muerte cerebral. Falleció un día después. Con dolor, sus padres decidieron donar sus órganos. Ayudó a salvar siete vidas.

El crimen de Lourdes conmovió a la sociedad. Sobre todo porque se hizo público el audio que le envió a su novio, presagiando su muerte. Las autoridades políticas salieron a clamar justicia. Hasta el entonces presidente Mauricio Macri se reunió con los padres de la joven policía en la Casa Rosada para acompañarlos en su dolor. “Vamos a estar encima del caso para que estos crímenes no queden impunes y se haga justicia”, aseguró la entonces gobernadora María Eugenia Vidal.

Mauricio Macri recibió a los
Mauricio Macri recibió a los padres de las policías asesinadas Lourdes Espíndola y Tamara Ramírez (archivo)

Al día siguiente del homicidio, un llamado anónimo llegó a la policía. Una voz masculina pidió hablar con quién estaba a cargo del caso en la comisaría de Ituzaingó. Le dijo que sabía quiénes habían matado a la policía. Cuando el oficial le pidió declarara, que le diera algún dato para contactarse, del otro lado le respondieron: “Hasta ahí llego”. Y cortó el teléfono. El llamado decía que los asesinos habían sido Pablo Di Blasi y otra persona de nombre Pablo, que tenía un arma por vender y se quería “borrar”. La frase fue que “se había mandado una cagada”.

El 30 de julio, casi a las 21, la policía irrumpió en una casa de la calle El Tordo, con una orden de allanamiento firmada horas antes. Era la casa de Di Biasi, donde vivía con sus padres y sus hermanos. La madre se desmayó y hubo que llamar a una ambulancia en el medio del operativo. Los uniformados recorrieron las instalaciones. Según el acta de allanamiento, encontraron en una de la habitaciones una escopeta tumbera, con tres cartuchos, y en una mesita de luz un revolver calibre .357 Magnum plateado marca Taurus, con 5 cartuchos en el interior y una vaina servida. Según las pericias, esa fue el arma que mató a Lourdes.

“Primero y principal que yo en esto no tengo nada que ver –dijo Di Blasi en su indagatoria apenas fue detenido-. No sabía qué había pasado con esta chica, me enteré ayer recién. Segundo, no tengo gente vinculada al hecho éste que yo conozca ni de las armas, en mi casa no había ningún tipo de arma. Esas armas fueron todas puestas”. El detenido contó que ese fin de semana había estado todo el fin de semana en su casa. “Me acosté a dormir, me levante y miré tele, me acosté otra vez, porque estuvo feo, así estuve”. Cuando le preguntaron si conocía a “Rojo”, dijo que sí, “del barrio”, pero cuando le pidieron más datos decidió no contestar más preguntas. Desde entonces está preso.

El juicio

El arma que mató a
El arma que mató a Lourdes

Los encargados de llevar adelante el juicio en el TOC 2 de Morón fueron los jueces Humberto González, Osvaldo Cedarri y Anibal Termite, que tuvo lugar en marzo después de una serie de demoras por la pandemia y casi sin cobertura periodística. Adriana Silvana Jofré, madre de Lourdes, fue la primera en declarar. “Que los culpables queden presos”, pidió. Hasta unos minutos antes de dejar la guardia en la garita, Lourdes le había estado mandado mensajes.

Fernando Altamirano era el novio de Lourdes. Hacía dos años que estaban en pareja. La semana anterior le había propuesto comprar un terreno y dejar de ser policías. Eran doce horas de servicio, doce horas de adicional. Día por medio. Si no, la plata no alcanzaba. Era Fernando quien debía estar haciendo el adicional en el peaje de Ituzaingó, pero Lourdes le dijo que él lo cubría así él podía salir del trabajo y ver a sus hijos. Durante el día se habían peleado. Discutieron por celos, pero durante la tarde se pidieron perdón. El hijo más grande de Fernando le mandó un mensaje a Lourdes diciéndole que la estaban esperando. “Bueno, ya voy para allá”, respondió. Fernando le pidió que se tomara un remís, sobre todo porque estaba vestida de uniforme, pero Lourdes le dijo que mejor guardaba esa plata. “Al estar uniformados siempre pasan cosas”, se lamentó.

Al rato, sonó un mensaje: era Lourdes diciéndole que se moría. “Se me vino todo abajo”, le dijo al tribunal. Llamó a su compañera de la garita mientras intentaba conseguir un auto para que lo llevara hasta allá. En el camino lo llamó su compañera. “Negro, apurate porque a Lourdes le pegaron un tiro en la cabeza”.

El último adiós a la
El último adiós a la policía asesinada (Nicolás Aboaf)

Cuando llegó al hospital, la vio en la camilla. Ya no había nada para hacer. Apareció en el hospital el jefe de Policía Hugo Matzkin. “Usted tiene que comportarse como un señorito”, le dijo el policía, según contó en el juicio oral. Fue un momento de tensión. En ese momento, Fernando lo miró y lo insultó; sacó su credencial de su billetera, se la arrojó a la altura del pecho y le dijo que así no quería ser más policía.

“Me llamó la atención que le hayan pegado un tiro y no le hayan robaron nada, estaba con el teléfono en la mano… Si te van a robar y no hay interés por una sola cosa, te roban todo…Ese día estaba todo oscuro, era una boca de lobo”, declaró la policía que reemplazó a Lourdes en la garita.

La nena, testigo clave

Las dos amigas tenían miedo de declarar. Pero la psicóloga del fuero de responsabilidad juvenil les aseguró que estaban a salvo. Una de ellas contó que junto a su amiga y la mama de ésta estaban en la parada de colectivo, sobre el country Los Pingüinos, y vieron llegar a Lourdes. Estaban sacándose fotos con el celular. Al rato, un auto Clio de cuatro puertas frenó, se asomó uno de sus ocupantes y les ordenó tirare al piso.

Lourdes Espíndola y su hijo
Lourdes Espíndola y su hijo

La menor agarró sus cosas y empezó a correr. Su amiga hizo lo mismo detrás de ella. La mamá de su amiga quedó paralizada por unos segundos. Ahí escuchó el tiro. Se dio vuelta y vio que “la mujer policía estaba en el piso”. Un auto se detuvo y les dijo que subieran a ella, su amiga y la mamá. Por el vidrio de atrás del auto al que habían subido, vio cómo se abalanzaban sobre el cuerpo de Lourdes. “No vio la cara de la persona que se asomó por la ventana del auto sino que vio que tenía un arma que la agarraba con una mano y que con el arma, el sujeto tenía algo más agarrado, de color blanco, que podía ser como ‘un pedazo de tela’”, señala el expediente.

La madre de la nena declaró que todo fue muy rápido. Que Lourdes “no tuvo tiempo de reaccionar en la parada de colectivo: cuando frenó el automóvil, la chica estaba con el celular escribiendo, estaba distraída, que no vio ni dijo nada, que cuando levantó la cabeza ya tenía el disparo, que no tuvo tiempo de hacer nada”. Entre el grito de tirarse al piso y el tiro no pasó “ni medio segundo”. Según dijo, “cuando escuchó el disparo ella le estaba mirando a la cara de aquel que disparó, cuando éste levantó las dos manos. Escuchó solamente a la hija que le decía que fuera hacia ella”. Que cuando el auto se detuvo a socorrerlas, antes de subir, miró hacia atrás y vio a la víctima tirada y que no vio que nadie se le acercara, que quería volver a ayudarla pero no pudo.

Allanamiento en la casa de
Allanamiento en la casa de Di Biasi

Uno de los que declaró en el debate oral fue el comisario Mayor Dante Edmundo Pérez Bianchi, actual Jefe de la DDI de La Matanza. En la fecha del hecho prestaba funciones en la DDI de Morón como Secretario, como enlace entre la DDI y el Poder Judicial. Las preguntas durante el juicio apuntaron a saber cómo fue que llegaron a la pista de Jorge Di Blasi. “Fue un llamado anónimo en al comisaría, no en la DDI y se judicializó. Se empezó a investigar con la brigada”, respondió. También lo consultaron sobre el procedimiento que se hizo en su casa donde se encontró el arma.

Fue ahí cuando el jefe policial admitió que no se había filmado y que el único protocolo eran los testigos del procedimiento: “No se toman precauciones para resguardar las evidencias, que se secuestra el arma y que la misma se toma con la mano, no se realiza con Policía Científica. Una cosa es un hecho reciente, en el que se encuentra una persona fallecida en el lugar, hay un arma y que en ese caso baja Policía Científica y realiza el resguardo de todas las pruebas que pueda haber. Pero que cuando pasaron unos días, se lleva a cabo el allanamiento, se secuestra el arma… ‘Agarrarla, ponerla, fijarse la numeración pero no tenemos ningún tipo de cuidado por el tema de la huella’ (sic)”, le dijo al tribunal. “En un allanamiento si encontrás un arma no se tenga ningún tipo de resguardo por la huella como pasa en Estados Unidos u otros países; en nuestro país eso no existe”.

Alegatos y sentencia

Di Biasi, el día que
Di Biasi, el día que fue detenido durante el allanamiento

El fiscal y la querella, en representación de los padres de Lourdes, pidieron condenar a Di Biasi por el homicidio agravado de Lourdes. Hicieron un repaso de las pruebas en su contra y tanto el arma homicida en su mesa de luz como el reconocimiento de la menor se convirtieron en los pilares de su acusación.

Su defensora, en tanto, aseguró que su cliente era inocente, que con su detención se había buscado “calmar el clamor popular”, que a su cliente le habían plantado el arma y que no se siguieron las diversas líneas investigativas porque los asesinos eran los que tenían el arma de Lourdes. El arma de Lourdes recién pudo encontrarse el 29 de enero de 2019 en la zona de Benavídez, Partido de Tigre.

La defensa también sostuvo además que su cliente podría haberse negado a la rueda de reconocimiento pero “no lo hizo porque no tenía nada que ocultar, siempre con el objetivo de colaborar con la búsqueda de la verdad”. Fue entonces cuando aseguró que la cara de su asistido ya había aparecido en televisión cuando se hizo la diligencia. Es más: aseguró que su cliente tenía en ese momento el mismo buzo que apareció en el noticiero y por eso lo identificaron como el culpable.

Pero el tribunal rechazó los argumentos de la defensa. “Cuanto menos para mí, el análisis mesurado y objetivo de la prueba rendida en el curso del debate conduce inexorablemente a sostener que el acusado Jorge Pablo Di Blasi es el autor de los sucesos que se le imputan, sin que los reparos efectuados por defensora puedan neutralizar el peso convictivo que dimana del secuestro en su poder del arma homicida, con más el señalamiento efectuado por la niña”, afirmó el juez Termite. “Esta secuencia fáctica y temporal, entonces, no puede dejar, ni deja, margen alguno para la duda: el sujeto señalado por la niña como el autor precisamente del disparo, tenía en su poder el arma homicida. Y ello, claro está, es harto suficiente para arribar a la conclusión anticipada”.

Si fuese así como lo afirmó la defensora, esto es que el arma que un tiempo después de su hallazgo se supo que era la que se había utilizado para ejecutar el hecho, hubiera sido ‘plantada’, habría que pensar que alguno de los funcionarios involucrados la obtuvo previamente -recordemos que tan sólo habían transcurrido dos días después del suceso-, y que decidieron -váyase a saber porqué razón-, adjudicársela a un inocente Di Blasi, en una secuencia de maniobras que no aparecen siquiera como verosímiles, por lo que más que tildarlo de ‘burdo’, tal modo de razonar sería absurdo y contrario a toda lógica”. La sentencia fue prisión perpetua.

Nunca pensé estar acá en este lugar. Soy inocente, lo voy a repetir siempre”, insiste el acusado en diálogo con Infobae. Su expectativa está puesta en la revisión que pueda hacer el Tribunal de Casación bonaerense. Para los padres de Lourdes, en cambio, la sentencia ayuda a mitigar el dolor. Es más, pudieron decirle a su nieto, el hijo de Lourdes, que el asesino de su madre estará mucho tiempo tras las rejas. “Logramos tener un poco de justicia, aunque ya nada nos devolverá a nuestra hija. A otro de los acusados lo absolvieron por falta de pruebas aunque lo condenaron por otro robo y al tercer cómplice que manejaba el coche en el cual se movían estos asesinos nunca lo encontraron”. Saben que tendrán que vivir con la ausencia de Lourdes por siempre.

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