“No puedo creer que discutan, ¿qué importa quién se lleva los laureles?”: el llanto de la amiga de María Marta García Belsunce

Nora “Pichi” Taylor se quebró ante una pelea entre jueces, fiscales y defensores, en la que se tildaron de “maleducados” e “irrespetuosos”. “Mortificamos a una testigo”, advirtió el presidente del tribunal

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"Pichi" Taylor declaró este miércoles
"Pichi" Taylor declaró este miércoles ante el tribunal

“No puedo creer que discutan, ¿qué importa quién se lleva los laureles?”. El llanto de una de las mejores amigas de María Marta García Belsunce fue shockeante en medio del juicio en el que se juzga a Nicolás Pachelo y a los ex vigiladores Norberto Glennon y José Ortíz por el crimen. Nora “Pichi” Taylor se quebró, pero no por recuerdos sobre la socióloga sino de impotencia ante una pelea brutal entre jueces, fiscales y defensores, en la que se tildaron de “maleducados” e “irrespetuosos”. Un momento insólito, incluso, cuando en un cuarto intermedio el presidente del tribunal advirtió: “Mortificamos a una testigo”.

Promediaba el mediodía y en la sala de audiencias de los Tribunales de San Isidro, Ema Ramona Benítez, ex empleada doméstica de la víctima, ya había detallado cómo ese 28 de octubre de 2002 limpió la escena del crimen porque Carlos Carrascosa volvía a dormir a su casa tras el entierro de su esposa y “no podía quedar todo así”.

Así, la empleada reveló cómo se “tiró” a la basura la almohada ensangrentada donde estuvo apoyada la cabeza de la socióloga durante el velatorio casero y cómo limpió “el baño con agua, detergente y lavandina” para “sacarle el olor a sangre”. Estaba describiendo lo que había hecho con las paredes del cuarto de la propiedad del country Carmel donde, hasta ese entonces, nadie sospechaba que había ocurrido un homicidio, cuando la tensión se hizo insostenible.

Marcelo Rodríguez Jordán, uno de los abogados de Pachelo, se quejó del fiscal Federico González, porque estaba guiando a la testigo. “No le indique”, le soltó. El funcionario del Ministerio Público Fiscal, entonces, le solicitó a los magistrados del Tribunal Criminal Oral N°4 de San Isidro que le pidan al abogado que “se oponga y levante la mano” en lugar de cortarlo con una frase imperativa. Cuestiones formales del proceso. Pero fue el juez Osvaldo Rossi quien intercedió y se dio una situación inédita.

Ema Benítez y Nora "Pichi"
Ema Benítez y Nora "Pichi" Burgues de Taylor

El cruce verbal entre el juez Rossi y el fiscal González fue intenso, en tono bastante elevado e incluyó palabras como “maleducado” e “irrespetuoso”. Federico Ecke, presidente del tribunal, tuvo que intervenir. “Pido que se traten con respeto”, dijo. Sería el principio de una jornada caliente en la que una testigo se puso a llorar ante las diferencias entre las partes y cuando subyace un pedido de recusación al tribunal de parte de los fiscales que está pendiente en la Cámara de Casación desde antes de que se inicie el debate.

Lo cierto es que ni siquiera habían dado las 13 y la segunda testigo, Nora Margarita Burgués de Taylor, ya había prestado juramento ante el Tribunal Oral Criminal N°4 que encabeza el juicio contra Pachelo y los ex vigiladores. Es más, a la amiga de la víctima -que fue imputada por encubrimiento y luego sobreseída en la primera investigación del caso- ya se le había quebrado la voz por la angustia al mencionar al primer fiscal el caso Diego Molina Pico. Lo calificó de “soberbio inepto” y reveló: “Fue terrible lo que hemos vivido. El daño que nos ha hecho a mis hijos, a mi familia, a mi matrimonio…”.

Sin embargo, mientras “Pichi” Taylor era interrogada la tensión, que había permanecido contenida desde el primer cruce, estalló y la mujer fue el chivo expiatorio de esa brutal pelea: nunca un testigo se había puesto a llorar por una discusión entre las partes, al punto que le debieron ofrecer disculpas. Nada volvería a ser lo mismo en la sala.

Los defensores de Pachelo y
Los defensores de Pachelo y las abogadas del ex vigilador José Ortíz

La antesala fue un comentario del abogado Rodríguez Jordan. Luego, siguió una advertencia de una de las defensoras oficiales de Ortiz por las preguntas dirigidas (la vedette de las quejas del día) y cuando la testigo intentaba graficar la escena del velatorio de María Marta (la acusación quería demostrar que solo había familiares; las defensas pretendían que se abriera la chance para que alguien se pudiera haber robado la caja de valores que, se sospecha, le robaron a la víctima cuando la mataron). Taylor saltó angustiada: “No somos delincuentes, somos personas normales”.

Fue en ese contexto que el presidente del tribunal se cruzó en palabras con el fiscal Patricio Ferrari, el más beligerante de los fiscales, tras varias quejas sobre una pregunta indicativa hacia la testigo -que ya no sabían cómo reformular-. Taylor se angustió y soltó: ¿Cómo quieren que esté tranquila? ¿Cómo quieren que crea en la gente que me rodea? (marcando a los jueces, defensores y fiscales) Yo fui acusada, lastimaron a mi familia, no podía salir con mis hijos por miedo a que me aprieten, no podía ir a trabajar porque escuchaba ‘ella es la asesina de Maria Marta’, que era una delincuente de primera línea. ¡No se pueden imaginar lo que vivimos!”.

Los jueces Rossi, Ecke y
Los jueces Rossi, Ecke y Andrejín

La testigo lloraba frente a los jueces, los fiscales y los abogados de la querella y la defensa. Se tomaba la cara con las manos. El magistrado Rossi intervino: “Yo, particularmente, lo lamento”. Taylor se quebró otra vez. Y el presidente del tribunal le dijo “es un Ministerio (Público Fiscal) difícil”, responsabilizando a Ferrari, Quintana y González de su pesar.

Sin embargo, cuando Ferrari retomó las preguntas para la testigo, el juez Rossi volvió a intervenir con que las interrogaciones eran “indicativas”.

- “Eso me lo tiene que decir la defensa”, le indicó el fiscal Ferrari.

”Es más fuerte que yo. Escucho y lo tengo que marcar”, le respondió el juez y elevó la cuestión: “Dígame, como su colega que no me acuerdo el nombre, maleducado”. Y, entonces, saltó el fiscal González, al que hacía alusión el magistrado: “No me diga maleducado cuando el maleducado es él”.

Otra vez fue Ecke quien salvó la cuestión y Taylor, que seguía sentada en la silla viendo el ping-pong entre los jueces y los fiscales muy conmovida, dijo: “No puedo creer que discutan. ¿Qué importa acá quién se lleva los laureles? Nosotros nos llevamos la bosta. Peleamos para el mismo lado, para que se pueda resolver, para saber quién la mato o no. Pensemos en los que quedamos, en Carlos (Carrascosa), en el gordo Guille (por Bártoli) que se fue. Vayamos para adelante, por favor. No puedo creer que estemos peleando y no buscando una salida a esto”. Y rompió en llanto.

Los abogados de la querella
Los abogados de la querella y los fiscales

El juez Andrejín intentó consolarla, las defensoras le daban agua y pañuelos de papel. “Me siento de nuevo en el banquillo de los acusados. Soy honesta y sincera”, explicó Taylor y luego el juez Rossi le ofreció disculpas. “No me he sentido herida, es que me dan miedo algunas palabras legales que no conozco”, explicó la mujer en función de la traumática experiencia que vivió cuando Molina Pico la imputó.

Tras el testimonio de Taylor, se pasó a un cuarto intermedio. Al regreso, antes de que ingresara el último testigo, el vecino del Carmel Sergio Félix López, el presidente del tribunal se dirigió a las partes con voz firme: les pidió más respeto, les aclaró que no sólo él dirige el debate sino que sus dos colegas pueden hacer advertencias cuando está ocupado y concluyó: “No quiero que se superpongan, así tenemos un clima más cordial. Si yo me olvido hablan mis colegas. Mortificamos a una testigo”.

Este jueves, desde las 10.30, comenzará una nueva audiencia del juicio por el crimen de María Marta. Será la 8ª de 30 y el ambiente que reina en la sala de audiencias de los tribunales de San Isidro promete que la de este miércoles no fue la última batalla de la interna judicial que atraviesa el debate. En paralelo, sobrevuela la intención de Pachelo de declarar por primera vez desde que fue acusado.

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