El miércoles pasado por la noche, Walter se sintió sólo y decidió buscar algo de compañía femenina a través de internet. El hombre de 38 años —oriundo de Pergamino, provincia de Buenos Aires— estaba dispuesta, incluso, a gastar algunos miles de pesos para no terminar la velada sólo. Ingresó al sitio web de oferta sexual “Skokka” y se interesó en una mujer que se hacía llamar Gisel, quien ofrecía sus servicios de escort por $5.000. Le pareció una oferta accesible y decidió escribirle a la mujer por WhatsApp, al número que estaba publicado. Aunque Walter todavía no lo sabía, ese contacto fue el comienzo de una pesadilla de amenazas y extorsiones que no sólo le complicaron la vida, sino que le hicieron perder mucho dinero.
Walter concretó la cita y pagó por adelantado. Cuando se acercó al domicilio marcado, la mujer nunca apareció y lo bloqueó del teléfono. Recién entonces se dio cuenta que había sido víctima de una estafa. Pero no iba a ser lo único, lo peor vendría después.
Un hombre le escribió para decirle que era un alto mando de la Policía Federal y uso un truco conocido, pero que evidentemente no pierde efectividad. Le dijo que si no depositaba dinero le iniciarían una causa pro trata de personas. Walter cayó y volvió a pagar. Todo quedó registrado en las conversaciones de WhatsApp que la víctima tuvo con sus estafadores y a las que accedió Infobae.
Según la reconstrucción que llevó adelante la UFI 7 de Pergamino, Walter —un nombre ficticio utilizado para esta nota— entró al sitio web Skokka a las 22 del miércoles 13 de julio . Allí ingresó al perfil de Gisel, que tenía un mensaje automático que decía “Hola, Soy Gisel. Tu putita más deseada (sic). Escort VIP. Para más info hablame al privado. Amoooor”. Junto a este texto, proporcionaba su teléfono celular. Walter le hizo caso y le escribió.
Ya se habían hechos las 23 del miércoles cuando Gisel respondió el mensaje de Walter. “Como estas amor?”, dice el primer texto. En el segundo la mujer desplegó el total de su oferta sexual: “El servicio completo incluye vagina y oral x 1hs $5.000. Soy independiente, trabajo por mi cuenta. Hago telos también y domicilios. Obvio que si te setnis cómodo brindo servicio en mi depto amor”. Esta última parte del texto cierra con unos emoticones con corazones. Además, la mujer ofrecía serviso de videollamas de 25 minutos por una suma más módica de $2.500.
El cierre del mensaje con la oferta era cariñoso y amable: “Estoy para complacerte a tu manera mi amoooo…”.
Para Walter era una oferta que le cerraba por todos lados, evidentemente. Por lo tanto, se dispuso a abonar los $5.000 y reservar un turno, pero recién sería para el día siguiente, jueves 14, a las 10 de la mañana.
“¿Tenes cbu?”, preguntó la víctima. La mujer respondió luego de un rato: “Si amor. Me haces la reserva para mañana. Avisame amor si haces la reserva asi ya queda confirmado vida. Perdon por la tardanza, estaba con un cliente”.
Una vez efectuada la transferencia, a las 23.12 según quedo asentado, el acuerdo entre los dos era que Walter iría a verla al domicilio que le indicara. La mujer le brindó la dirección de un edificio en el centro de Pergamino, y le dijo que el piso se lo daría al momento del encuentro.
Con puntualidad inglesa, a las 10 de la mañana la víctima se paró en la puerta del edifico y le escribió a Gise para que le indicara el piso o, al menos, que la abriera la puerta. En ese momento surgió el primer imprevisto, en realidad, el primer paso del engaño.
Tal como muestran las capturas a las que accedió este medio, la mujer le reenvió el comprobante de una supuesta transferencia de $8000 que otro cliente le había hecho para ese mismo horario. El texto que acompañaba la foto decía: “Amor te mandé mensaje porque recién me termina de hacer una reserva de $8.000 para estar 1.30hs. Decime si lo cancelo y te quedas vos por 1.30 amor o te devuelvo la plata amor”.
Walter le respondió que el ya había pagado y que ya tenía una reserva. La mujer insistió en otro mensaje: “Claro amor, pero recién me entró una reserva de $8.000, por eso si vos te quedas 1.30, lo cancelo. Aboname el resto y te venís”.
Ante la resistencia de Walter, la mujer decidió hacerle precio. Le dijo que si le agregaba $2.000 a lo que ya había puesto, alcanzaba. Walter aceptó y volvió a poner dinero.
Ya con los $7.000 transferidos, Walter insistió con que le abrieran la puerta. Fue en vano. Una vez que se acreditó el dinero la supuesta escort desapareció. La víctima fue bloqueada y el teléfono del que le escribían se apagó. Tocó timbre en todos los departamentos, pero nadie entendía de lo que hablaban. Nadie del edifico tenía que ver con el engaño. Había sido elegido al azar por los estafadores.
Recién ahí el hombre se dio cuenta que había sido estafado. Masticando bronca se retiró y se lamentó todo el día por haber sido tan confiado. Sin embargo, los planes de los estafadores no habían terminado. Recién empezaban.
A las 17 en punto de esa misma tarde del jueves pasado, el celular de Walter vibró. Era un mensaje de WhastApp de un numero que no tenía agendado. Cuando lo abrió, y leyó lo que decía el texto, se quedó paralizado.
“Me comunicó desde el Departamento de Cibercrimen de la Policía Federal Argentina, a los efectos de notificarle que se ha iniciado una causa caratulada como “Trata de personas s/ investigación preliminar”. Hechas las averiguaciones del caso, conjuntamente con la fiscalía especializada en delitos contra las personas y allanamientos llevados a cabo en las ultimas horas, se han constatado varias menores reportadas como desaparecidas y que figuran publicadas en una página de escorts denominada skokka.com, en cuyos celulares secuestrados figuran chats de WhatsApp y conversaciones que lo incriminarían a usted en ser parte de una red de trata de personas y pornografía infantil”, decía el mensaje del supuesto policía que se identificó como Walter Roblas.
Justo debajo de ese texto, aparecía otro en el que le indicaban a Walter que “en virtud de la gravedad del caso y las consecuencias penales que acarrea el delito por el que se lo investiga, le solicito que se comunique a la brevedad y con urgencia por este medio”.
Walter se asustó y llamó. Del otro lado un hombre, con malos modos, le dijo que debía depositar $20.000 para zafar de la causa. La víctima lo hizo y realizó la transferencia. Pensó que todo se había terminado, nuevamente se equivocaba.
A las pocas horas, el supuesto policía Roblas volvió a comunicarse. En esta oportunidad le dijo que había hablado con su jefe y que los $20.000 eran insuficiente. El estafador le explicó que por un delito de ese estilo, otro hombre había depositado mucho más. Por lo tanto, le dijo a Walter que, como mínimo, debía depositar $80.000 más.
Walter volvió a caer, aunque esta vez no hizo la transferencia. Les dijo a los delincuentes que no tenía ese dinero, pero que podía darles cheques por ese valor. Incluso les mando una foto para más seguridad. Por suerte para él, le dijeron que no les servían los cheques y le dieron hasta el día siguiente a la mañana para conseguir el dinero.
Recién ahí Walter dejo de creerle a los estafadores y se acercó a realizar la denuncia a una comisaría. La causa por estafa cayó en manos de la UFI 7 de Pergamino, que por estas horas está realizando la trazabilidad de los número de teléfono desde los que los ladrones contactaron a la víctima y, sobre todo, la de las cuentas que recibieron el dinero.
Fuente de la PFA, que suele investigar este tipo de delitos, asegura que se trata de un manual repetido por los estafadores en donde primero engañan a la víctima con alguna oferta sexual y después lo amenazan con el armado de una causa por trata o pedofilia.
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