M.G., de 41 años, médico traumatólogo y ex empleado de conocidas firmas médicas, fue detenido esta semana por la Policía de la Ciudad. Lo buscaban desde el Tribunal Oral en lo Criminal N°3 de San Martín, donde la causa en su contra había sido elevada a juicio. La división Capturas y Prófugos intentó dar con él durante semanas tras recibir el exhorto de la Justicia para atraparlo. Atravesaron redes sociales, registros oficiales, datos de calle del sospechoso y descubrieron que estaba con su familia. Más aún, vivía con sus padres, en un departamento del barrio porteño de Caballito al que regresaba por la noche.
Así, tras un pedido de captura con fecha del 6 de julio pasado, lo detuvieron esta semana, cuando lo esperaron hasta que llegó a la casa de su familia. Lo arrestaron, literalmente, con las llaves en la mano. Ironía aparte, M.G. vestía un ambo bajo su saco.
El delito del que se lo acusa es particularmente grave: lesiones agravadas por el vínculo y violencia de género, amenazas simples y agravadas reiteradas, privación ilegítima de la libertad, tentativa de femicidio. ¿La víctima? Su ex pareja, con un expediente que data de 2016.
La historia es violencia de género pura. Investigadores del caso aseguraron a Infobae: “En distintas oportunidades, el detenido agredió físicamente a su ex pareja ya que esta quería terminar con la relación, violando la prohibición de acercamiento impuesta, y además la tenía amenazada”.
El descuido de M.G fue significativo: el domicilio en el que lo capturaron es su domicilio fiscal, uno de los datos más fáciles de encontrar para cualquier fuerza de seguridad o funcionario judicial.
Esta semana, la Policía de la Ciudad también detuvo a Facundo Torrez, el último prófugo por una brutal violación grupal a una mujer trans con retraso madurativo en un baldío de Ciudad Oculta, hecho del que está acusado junto a dos cómplices ya detenidos. La hostigaron por su identidad de género, por ser una mujer trans, por ser migrante, oriunda de Paraguay, según la causa investigada por la jueza Paula González y su equipo.
Le lanzaron insultos homofóbicos, la denigraron, la asediaron en cada encuentro. Luego, en un domingo de julio de ese año, la interceptaron en un pasillo y la llevaron a un terreno baldío en el interior del barrio. La sujetaron con fuerza, le taparon la boca para bloquear sus gritos. La golpearon en la cara, la patearon en el abdomen y las costillas y la amenazaron todavía más. Luego, a punta de pistola, apuntada a la cara, la violaron.
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