Habían pasado minutos de las 11 de este lunes cuando Nicolás Pachelo entró en la sala de audiencias del palacio judicial de San Isidro custodiado por el Servicio Penitenciario Bonaerense. No llevaba esposas. Cruzó con la frente en alto el atril de los jueces del Tribunal Oral Criminal N°4 que lo juzgan por el crimen de María Marta García Belsunce y se sentó en el banquillo de los acusados, detrás de sus abogados y con la espalda contra la pared. Curioso, los tres testigos que declararon por casi cuatro horas este lunes lo dejaron, metafóricamente, contra la pared.
Es que los primeros tres testigos que presentó la fiscalía abonaron la plataforma con la que lo llevaron a juicio con palabra autorizada: lo describieron como el sospechoso N°1, un ladrón que les robaba a sus vecinos y un enemigo acérrimo de María Marta porque ella lo quería echar del Carmel tras sospechar que le había robado el perro e, incluso, obligó a que tuviera custodia para moverse por el barrio.
“Para mí, fue Pachelo”, disparó el ex jefe de la Sub DDI de Pilar, el comisario general retirado Ángel Becerra, el primer testigo. Contó que no se profundizó en esa línea de investigación por decisión del entonces fiscal del caso, Diego Molina Pico.
Molina Pico quedó en el centro de la escena e, incluso, Roberto Ribas, abogado de Pachelo, pidió citarlo como testigo. Los jueces decidieron analizarlo y responder más adelante.
Durante su testimonio, Becerra reveló que les llamó la atención que Pachelo “entraba y salía con custodia”. Y detalló: “Cuando se empezó a hablar con la gente del barrio, dijeron que tenía problemas con María Marta y que ella era la que más insistía en que le pongan custodia, que quería que se fuera del country”.
También dijo el ex jefe policial que, por aquel entonces, fue hasta el country Tortugas, donde antes había vivido Pachelo, y que las autoridades le comentaron que “habían tenido inconvenientes por el robo de una moto y por prender fuego a una casa”. Las sospechas del ex comisario tienen un porqué, más allá de los antecedentes por robo de Pachelo, de su vinculación con la desaparición del perro de la socióloga y su pelea para que lo echen del barrio.
Y, así, en su testimonio, elaboró una serie de preguntas retóricas que sostienen su hipótesis: “María Marta fue sorprendida por el ladrón en su casa y, luego del primer disparo que rebotó, le dio cinco balazos más en la cabeza. No hay explicación si no es que se trata de alguien que te conoce, porque si no te dejan encerrado en el baño. ¿Para qué seis tiros? Ahí había algo de lo que teníamos que tirar del piolín. ¿Por qué tanta animosidad como para vaciar el tanque de un revólver en la cabeza de alguien si era un robo?”.
Para ese entonces, tras la convicción del policía de que Pachelo estaba involucrado y su constante referencia a que Molina Pico no hacía caso a sus advertencias, nadie recordaba en la sala de los tribunales de San Isidro que los otros dos imputados por el crimen, los ex vigiladores Norberto Glennon y José Ríos, no habían estado en la audiencia.
Entonces, fue el turno del vecino del country Carmel de Pachelo, el que vivía en el terreno lindero y al que le robaron los famosos palos de golf unos 15 días antes del crimen de María Marta, además de herramientas y un compresor: todo estaba en el garaje de su casa. “Fue un domingo, entre las 18.30 y las 19.30″, contó Aníbal Pigoni y solventó la teoría de la fiscalía sobre que Pachelo salía a robar los domingos al atardecer en casas vacías del barrio.
Justo ese día del robo, Pigoni se había ido a navegar, como todos los fines de semana.
Lo curioso del caso es que el vecino pudo encontrar por un amigo de su hijo sus palos de golf en un local en donde le dijeron que los había dejado para vender un tal “Nicolás Ryan”, precisamente, el apellido de la madre de Pachelo y relató que, cuando hizo la denuncia, le comentaron que en el barrio había habido “robos pero que no habían hecho denuncia”.
Para finalizar, el vecino acotó: “Una vez que Pachelo se mudó del Carmel no siguieron ocurriendo esos robos”.
La jornada culminó con, quizá, el testimonio más emocional que fáctico de los tres, pero no por ello poco revelador sobre la imagen que tenía Pachelo allá por 2002 entre los vecinos de Carmel. María José Díaz Herrera, amiga de la víctima y vecina del country desde 1996, vistió una bufanda que era de María Marta durante su declaración y señaló que uno de sus hijos era amigo de uno de los chicos del imputado, pero no sólo lo conocía por ello.
Herrera recordó que su hijo había ido a jugar a la casa de Pachelo y cuando María Marta se enteró se enojó y la alertó: “Me dijo que si yo estaba loca, que le había robado el perro y que la llamaba para pedirle rescate. Por eso había pedido el identificador de llamadas en su casa a la compañía telefónica”. Y explicó que, tras esa charla con su amiga, les prohibió a sus hijos ir a la casa de Pachelo y subirse al coche del matrimonio.
Con una anécdota, la mujer graficó el terror que por entonces le tenían a Pachelo: “Mi hija, que por entonces tendría unos 5 años y era ahijada de María Marta, en una pelea de chicos le dijo al hijo de Pachelo: ‘Tu papá es un chorro’. Pachelo vino a casa a hablar sobre eso y me escondí. Le dije a la señora que me ayudaba que le pida que volviera a la noche, cuando estaba mi marido”, relató Herrera. Y, entonces, dio un detalle clave de cómo fue el cónclave entre ambos hombres para graficar el pavor que le tenían a Pachelo allá por 2002: “Mi marido me contó que tenía la pistola Browning que yo le había regalado para nuestro compromiso escondida en el almohadón del sillón durante su charla con Pachelo”.
Pero la testigo fue más allá y habló del pasado truculento del imputado: “Fui socia de Tortugas y allí estaba la segunda mujer de Roberto Pachelo (padre del imputado) y sabía que habían pasado cosas con Nicolás, y si bien eran habladurías, y trato de no guiarme por ello, es un tipo que me resulta intimidante y al día de hoy me da miedo, lo creo capaz de cualquier cosa”.
Herrera recordó que “María Marta le tenía miedo, pero ella no era temerosa, pero creo que intuyó que era una persona sin escrúpulos” y cuando le preguntaron por qué consideraba que Pachelo había estado involucrado en el crimen, dijo: “Porque 2 + 2 da 4, porque desde los 18 años había escuchado comentarios no favorables sobre él, porque le había robado el perro y le quería sacar plata por el rescate. Era un pensamiento lógico”.
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