El cuerpo yacía cerca de una ventana rota. Sus cómplices, antes de escapar a los tiros y de dejar “como un colador” la casa del transportista de Pilar a la que habían ido a robar, le vaciaron los bolsillos y se llevaron el arma y todo lo que pudiera identificarlo. Para los investigadores, el cuerpo del delincuente podía aportar dos vías para ponerle nombre y apellido, y así poder dar con alguna pista de quiénes era los que se habían escapado: un tatuaje en el pecho con el nombre de “Viviana” y la sospecha de que no era la primera vez que delinquía y que sus huellas podían estar en el sistema. Acertaron con la segunda opción.
Fernando Javier Morales, de 51 años recién cumplidos, se llamaba el ladrón que mató el empresario en defensa propia. Le dio un balazo en el pecho cuando un grupo comando copó su casa este lunes bien temprano por la mañana. No bien los peritos pusieron las huellas del delincuente muerto en el sistema saltaron sus antecedentes penales: “Algunos son de hace una década, casi todos por robo calificado”, dijeron las fuentes consultadas por Infobae.
Efectivamente, según explicaron a este medio fuentes del Servicio Penitenciario Bonaerense, Morales, vecino de Pilar y que tenía un taller mecánico en esa zona Norte del Conurbano, había estado preso por robo calificado en la Unidad N°13 de Junín desde el 15 de diciembre de 2010 hasta el 4 de junio de 2013.
El fiscal a cargo del caso, Raúl Casal, de la UFI N°1 de Pilar, y los detectives de la Comisaría 2ª de ese distrito realizaron en las últimas horas dos allanamientos en la casa y en el taller de Morales: buscaban pistas que puedan ayudarlos a dar con las identidades y la ubicación de los, al menos, dos prófugos que tiene el caso.
Los tres delincuentes, al menos eso se desprende de la investigación pero sospechan que había un cuarto ladrón, el lunes a la 6 habían sorprendido al dueño de una empresa de transportes por el fondo del predio donde guarda sus camiones y tiene su casa en la localidad de Villa Astolfi, a la vera de la ruta 25.
El empresario acababa de despachar uno de sus camiones y estaba cerrando el portón del lote donde estaciona los vehículos cuando escuchó: “Alto, Policía. Tirate al piso”. Enseguida, salió corriendo rumbo a su casa. Allí, en la cocina estaba su mujer preparando el desayuno. “Metete en el cuarto que nos roban”, le gritó a su mujer.
El matrimonio se escondió en la habitación principal. Allí el transportista tenía una vieja escopeta. La tomó y se atrincheró junto a su mujer. Los ladrones ya estaban en el interior de la casa y los encontraron en el cuarto. El dueño de la propiedad se defendió de un solo tiro que fue directo al pecho de Morales.
Los ladrones escaparon a los balazos: según la agencia de noticias Télam, en total, se marcaron en la escena 35 evidencias balísticas, entre impactos de bala y vainas de varios calibres. Morales intentó huir atravesando una ventana junto a sus cómplices. No llegó muy lejos. Cayó desvanecido y murió en el lugar.
Los otros integrantes de la banda le sacaron el arma y todo lo que pudiera identificar a Morales antes de escapar pero la mochila quedó allí, cerca del cuerpo que llevaba puesto guantes. “En el interior de la mochila había, al menos, cuatro cargadores, varias municiones, más guantes y pasamontañas”, detallaron fuentes de la investigación. También dos barbijos negros con el escudo de las Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Los cómplices huyeron de la casa a los tiros y fue uno de esos balazos los que alcanzaron a herir en un brazo al dueño de casa, quien se recupera tras haber sufrido una fractura producto del disparo.
El fiscal Casal no adoptó ningún temperamento con el transportista al considerar que se trató de un caso de “legítima defensa privilegiada”, ya que está acreditado que los delincuentes estaban armados, que dispararon contra él y que todo sucedió dentro de su casa.
En tanto, el funcionario de la UFI N°1 de Pilar a los delincuentes buscados les endilga robo calificado por el uso de arma y en poblado y en banda en grado de tentativa.
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