Víctor Dell’Aquilla fue el protagonista de la histórica foto del triunfo del Mundial del ‘78, cuando el Pato Fillol y Alberto Tarantini se fundían en un abrazo en medio de la cancha. El joven no podía ser parte de ese abrazo. Una operación cuando era niño lo había dejado sin brazos. Ahora, Víctor volvió a ser noticia, y no por ese recuerdo. Ladrones entraron a su casa, lo golpearon y ataron a su esposa, que hace seis meses se quedó casi ciega. Aún con esas limitaciones, la mujer logró escaparse mientras el hijo de la pareja llegó al lugar y persiguió a los delincuentes, que lograron fugar.
En la fuga, los ladrones le dispararon y trataron de hacer caer al hijo del matrimonio de la moto, según relató a Infobae Alejandro Dell’Aquilla, hermano del joven que persiguió a los delincuentes.
Todo ocurrió el domingo a las 11.15 en la casa de la calle 848 de San Francisco Solano, en el Sur del Conurbano. Allí estaban Víctor, de 66 años, y su esposa, Gilda, de 53, que hace seis meses perdió la vista casi en su totalidad y se mueve con un bastón verde.
Víctor había abierto la puerta del fondo para que los perros salieran y volvió a entrar a la casa. En ese momento, dos personas armadas ingresaron por atrás de la propiedad, lindante con un edificio de ocho departamentos. “Esta es una batida, quédate tranquilo y entregá el canuto”, le dijeron. Empezaron a dar vuelta toda la vivienda mientras los propietarios le decían que no tenían nada.
A la mujer la ataron con precintos y la dejaron sentada en el piso en la planta baja. A Víctor lo obligaron a subir hasta el dormitorio de la planta superior. Uno de ellos le pegó dos piñas en las costillas y otra en la nuca. “No me pegues, no ves que no te puedo pegar”, le dijo Víctor. “Acá no hay plata”. Comenzaron a dar vuelta toda la habitación.
Uno de los ladrones bajó a controlar a Gilda. “Quedate tranquilo que la vieja está tranquila”, le dijo el ladrón a su cómplice, y volvió a subir las escaleras. Cuando la mujer escuchó, pensó que ese era el momento: logró zafarse, escapó a la calle y comenzó a caminar una cuadra. Iba agarrándose de las paredes porque no veía nada.
En ese interín, llegó uno de los hijos de la pareja. Lo estaban esperando para arrancar el asado del domingo. El joven tocó el timbre, golpeó y, como no le contestaban, gritó “Abranme”. No entendía por qué su mama no había atendido. Al escuchar los ruidos, los ladrones bajaron. “La vieja se escapó”, dijo uno de ellos, y se fueron por donde se habían llegado.
Se llevaron tres armas que había en la casa. El botín: 100 euros y tres mil pesos. Habían tirado una sábana en el piso para llevarse todo envuelto, donde incluyeron las llaves del auto de la familia.
Víctor bajó entonces las escaleras y llegó a la puerta del frente. “Nos están robando, están acá adentro”, le dijo a su hijo. Fue en ese momento cuando los vieron salir por el edificio de departamentos por el que habían llegado. Insólitamente, los ladrones hicieron el gesto de cerrar con llave esa puerta. Caminaron rápido y, tras avisar a un cómplice, se subieron a un auto Ford Ka blanco que los estaba esperando en la esquina. Las cámaras de seguridad de la cuadra los registraron. Infobae tuvo acceso a esos videos.
El hijo de la pareja se subió a su moto y comenzó a perseguir a los delincuentes. Fueron 40 y 50 cuadras, en donde los ladrones lo quisieron chocar y le dispararon un tiro para amedrentarlo, pero el disparo no llegó a darle porque el motociclista logró esconderse detrás de un auto. En 891 y San Martin, el hijo del matrimonio asaltado abandonó la persecución y volvió a la casa de sus padres.
A la hora y media, personal de la Comisaría 4ª de Solano, que tomó intervención en el robo, se comunicó con la familia para avisar que había encontrado el auto abandonado. Al parecer, habían destrozado el coche en la fuga. En el auto habían dejado una de las armas robadas. También hallaron ocho pares de guantes, sogas, precintos y herramientas de corte y un balde de clavos “miguelitos”.
Con la declaración del hijo de la pareja en la comisaría, esas pruebas quedaron vinculadas al robo ocurrido minutos antes. “No sé cómo hizo mi mamá para, casi sin ver, desatarse y salir a la calle a pedir ayuda”, dijo Alejandro a Infobae. “Pese a todo, tuvimos suerte. Ahora quedó el susto”.
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