Los últimos nueve meses de la vida de Rosa Barreto, de 41 años y empleada en una cooperativa, fueron muy agitados. En agosto del año pasado le dijo a su pareja, 20 años menor, que serían padres de un varón. La emoción los desbordaba a los dos. A medida que fueron pasando las semanas, la mujer empezó a lucir un crecimiento en su panza. El papá de la futura criatura estaba tan contento que se tatuó el nombre “Ian” para celebrar la llegada de su primer niño. Luego llegó el baby shower, donde decenas de amigas y familiares se juntaron para celebrar la llegada del primogénito de Rosa.
Sin embargo, todo esa ilusión, que embriagaba de felicidad a las familias de ambos padres, se desvaneció en pocas horas. Es que se descubrió que, en realidad, Rosa nunca estuvo embarazada. Fue todo una farsa. Durante nueve meses consiguió test de embarazos y estudios falsos, inflaba su panza con aire cada vez que la veían y siempre la tenía tapada. Además, mentía cuando decía que iba a controlarse.
¿De que manera descubrieron que se trataba de un engaño? Rosa ingresó a la casa de su mejor amiga Esther y le robó a Amadeo, su bebé recién nacido. Pensaba, ingenuamente, en fingir que ese era su bebé. Se lo llevó a su casa y lo cuidó durante horas, hasta que la Polica Bonaerense la encontró. En la casa había, incluso, un cuarto pintado de celeste.
La mujer quedó detenida inmediatamente. Fue la única, porque se comprobó que el novio no tenía nada que ver y, aunque parezca increíble, fue también engañado. Al momento de defenderse se negó a declarar. Sin embargo, a la hora de la pericia psiquiatrica la mujer esbozó una especie de justificación insólita de lo sucedido.
“Las dos, con mi amiga Esther, planeamos esto. Yo disimularía un embarazo y después ella me regalaría a su hijo”, dijo en la entrevista frente a un psiquiatra.
Según las reconstrucción judicial, cuando los investigadores recibieron la denuncia del robo del bebé, comenzaron un trabajo en el barrio donde había sido robado Amadeo que incluyó testimonios de vecinos y análisis de cámaras de seguridad. Lo primero que descubrieron es que, efectivamente, una mujer había ingresado a la casa saltando el portón principal.
Esa investigación, comandada por la fiscal Florencia Belloc, y su secretario Federico Ricart, los condujo luego a una precaria casa, a cinco cuadras de donde María Esther vive con sus hijos. En esa vivienda había un hombre llamado A.F, que tenía al bebe acostado sobre un sillón.
En su declaración policial, el hombre dijo que no tenía nada que ver. Afirmó que el bebé se lo había traído su hermana, Rosa Barreto. Señaló también que el, en todo momento, pensó que se trataba de su sobrino recién nacido.
Con estos datos sobre su escritorio, la fiscal logró ubicar a Barreto. Estaba en su casa junto a su pareja. Estaban disfrutando de “su” bebé. Cuando los policías de la Bonaerense le explicaron la situación se hizo la desentendida, negó el robo y continuó hablando de “su hijo”.
Cuando allanaron el domicilio, los investigadores dudaron. Efectivamente, la casa estaba preparada para recibir a un bebe. Había una cuna y elementos para recién nacidos. Incluso, la pareja de Rosa Barreto mostró el tatuaje que se había hecho con el nombre de su supuesto futuro hijo: “Ian”.
A partir de la recuperación del bebé, la devolución a su madre, y la detención de Barreto y de su hermano, desde la fiscalía comenzaron a trazar una reconstrucción de los hechos que quedó plasmada en el expediente. La hipótesis es que cuando Maria Esther quedó embarazada, Rosa, su amiga desde hace 16 años, anunció que también esperaba un bebé.
“No sabemos aún por qué lo hizo, quizá por celos a su amiga o por algún conflicto con su pareja. Pero lo cierto es que les hizo creer a todos que ella también estaba embarazada”, explica un investigador.
La mentira de Rosa Barreto fue tan lejos que hasta organizó un baby shower para recibir a su supuesto hijo. Las fotos fueron recuperadas por la fiscalía e ilustran esta nota. A Rosa y a su pareja se los ve felices, sonriendo y disfrutando con amigos que le hacían pintadas en la panza a la “futura madre”.
La pericia psiquiátrica
Con el caso aun abierto, hay una pregunta que desde la fiscalía todavía no terminan de resolver del todo: ¿El supuesto padre, es decir el novio de Rosa, no sabía nada? “Creemos que fue engañado por ella. No tenemos elementos todavía para deducir que fue cómplice del robo”, dijeron.
A pesar de que luego de ser detenida la mujer se negó a declarar, la pericia psiquiátrica reveló datos desconocidos.
En su informe, al que accedió Infobae, la perito Yanina D´Emilio especificó que se trata de una persona prolija y aseada aunque con un estado conductual “exaltado”. Además agregó que la mujer presenta un estado afectivo “angustiado”, que está “ansiosa” y que tiene llantos espontáneos.
Pero lo que más llamó la atención a los investigadores, fue la declaración espontánea que hizo Rosa Barreto sin que nadie le pregunte especialmente por el hecho. “Las dos planeamos lo qué pasó. Habíamos quedado que yo disimulaba mi embarazo y que después Esther, mi amiga, me regalaba a su bebé”, comenzó su alocución frente a la psiquiatra.
Además, agrego: “Habíamos coordinado entre las dos que hacíamos una ecografía y la poníamos a nombre mío pero en realidad se la hicieron a ella. Eso prueba lo que estoy diciendo”. Esas palabras fueron las únicas, hasta el momento, que la detenida dijo sobre el robo del bebé de su amiga.
En el resto de su informe, la psiquiatra hace una evaluación de todo lo que escuchó. Las conclusiones son contundentes: “se observa un discurso acelerado y verborrágico relatando una historia con componentes del tipo delirante, por lo que se sospecha una probable patología psiquiatrica con ideación delirante”.
Mientras tanto, y ya con este informe en su poder, la fiscal Belloc pidió la prisión preventiva que ahora deberá resolver el juez de la causa. La pena a la que se enfrenta la mujer es grave: el artículo 146 del Código Penal establece una pena de “reclusión de 5 a 15 años” para aquel que “sustrajera a un menor de 10 años de sus padres”.
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