Hoy, Vayo Coin, el presunto esquema Ponzi promocionado por famosos e influencers a lo largo de 2021, juega su última chance antes de caer. 112 inversores y víctimas representados por el abogado Juan Pablo Chiesa negocian una posibilidad de recuperar su dinero con Leandro Usín, el estafador chubutense con dos condenas en su contra acusado de ser su líder en las sombras del negocio. Los inversores buscan recuperar, por lo menos, lo que pusieron, ni hablar de sus ganancias. Según Chiesa, entregaron, entre todos, 61 millones de pesos y 445 mil dólares.
Así, el lunes ocurrirá una reunión cumbre en territorio porteño. Usín les promete pagar las deudas del grupo para escapar de una marea incontrolable de demandas por cobro ejecutivo y pedidos de quiebra que le podrían llegar si no calma a sus acreedores. Está literalmente sobre el filo de la espada del sistema. Hasta ahora, no hay ninguna marca en su contra en los fueros civil y comercial, apenas dos denuncias penales por estafa en territorio porteño: Leonardo Cositorto superaba la docena de denuncias en Capital Federal el mes pasado, con causas por estafa y asociación ilícita en Córdoba, Corrientes, Salta y un expediente por presunto lavado de activos en la Justicia federal de Comodoro Py.
El chubutense había calmado a sus deudores a mediados del mes pasado, al menos por un tiempo: comenzó a entregar promesas de pago, certificados de transferencias programadas. Esos certificados comenzaron a expirar. Luego, fueron reemplazados por otros. Infobae accedió a una de estas promesas, donde Vayo aseguraba que le pagaría más de 9 mil dólares a un hombre de 31 años con domicilio en Neuquén.
Así, Usín apenas compró tiempo, lo que hace cualquier presunto estafador todo se le desmorona.
Si esta vez no paga, sus acreedores irán en su contra en la Justicia. Así de simple.
El abogado Chiesa -que también representa en los fueros civil y comercial a más de 90 víctimas de Generación Zoe- tiene ya escritas 16 demandas separadas que agrupan a siete damnificados por documento. Asegura que tiene pruebas suficientes para poner en problemas a Usín y al resto del esquema. “En Vayo hubo prolijidad contractual. Todos los damnificados firmaron contratos donde se les prometía ganancia de dinero en dólares con firma hológrafa, digitales. Los contratos son perfectamente válidos, hay una prolijidad contractual”, dice sobre el rastro de papeles.
Lo que dice Chiesa es sorprendente. Se creía al comienzo del caso que Vayo articulaba sus negocios a través de Vayo Coin, su criptomoneda. La realidad de los papeles resulta ser otra. Vayo Coin ofrecía su negocio cripto como un espejismo de captación. El instrumento usado por el esquema fue el mismo que usó Hope Funds y Generación Zoe, acusadas de ser las mayores estafas de la historia reciente: contratos de mutuo, donde se pacta la entrega de dinero para recibir más dinero.
Para Usín y el aparato Vayo -hoy derrumbado, con sus oficinas de Puerto Madero abandonadas de manera intempestiva, con una interna feroz donde los protagonistas se echan la culpa entre sí, 112 acreedores en pie de guerra pueden ser un problema. Los números le sangran. Vayo Business, su firma principal, debía junto a otras dos empresas asociadas más de 44 millones de pesos en cheques sin fondo a comienzos de abril de acuerdo a datos del Banco Central. Ese número rojo escaló sin control. Hoy adeuda casi 150 millones, también en cheques rechazados. Deber en cheques es una jugada clásica de los charlatanes de esquemas Ponzi: cortan papeles cuando ya se gastaron toda la que robaron.
Sin embargo, cerca de Usín dicen que puede pagar, que tiene con qué.
“Leandro tiene un proyecto en Comodoro Rivadavia, varias hectáreas, de 90 o 100 mil dólares cada lote que eran para construir un barrio cerrado”, asegura una fuente cercana a Usín. El chubutense, supuestamente, le pagará a sus acreedores en especies, con esas tierras en el sur. Planeaba hacerlo antes, “porque iba a vender los terrenos, pero el comprador se echó para atrás y perdió la seña”. “Son terrenos que le llegaron por su padre”, sigue la fuente.
El dato es curioso. Años atrás, Usín fue condenado en Comodoro Rivadavia por un esquema de negocios que incluyó casillas prefabricadas.
Si realmente tiene estos terrenos y son aceptados, entonces Usín podrá desarticular al menos una parte de sus problemas. Los representados por Chiesa no son los únicos damnificados que se organizan para buscar una respuesta: la lista final de víctimas queda por verse.
Luego están todos los cheques que debe el esquema. La titularidad de esta multimillonarias deudas está repartidas entre Walter Cárcamo, un ex bancario que fue parte del entramado con presencia en las oficinas de Puerto Madero. Cárcamo también integra las sociedades vinculadas a Vayo, Fútbol Coin y Polo Coin, y fue designado como primero al mando del proyecto Universal Exchange, donde crearían una plataforma de criptomonedas similar a Binance, pero Argentina. Junto a Cárcamo está la madre de Usín, Ana Lavitola, que puso su nombre para conformar la sociedad Vayo Business. Lavitola vivía hasta hace pocos meses en un inquilinato de clase trabajadora de Comodoro Rivadavia: su deuda en cheques supera los 85 millones de pesos.
Luego, están los famosos que promocionaron Vayo. Chiesa planea citarlos a declarar si demanda al esquema. “Voy a citar a algunos famosos”, dice el abogado. “Los puedo citar en concepto de garantía, misma idea que una empresa de seguros. Ellos están obligados solidariamente al pago, puedo probar que mis clientes pusieron dinero porque los famosos recomendaron a Vayo en sus redes”.
Wanda Nara, que recibió una oferta de Vayo de 15 mil dólares mensuales por ocho stories en Instagram, es una de las principales nombradas por los damnificados.
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