Un auto en llamas al costado de la ruta, hizo que los vecinos de la localidad de misionera de Nemesio Parma, en las afueras de Posadas, entraran en desesperación.
Era el mediodía del martes pasado, cuando descubrieron el Chevrolet Corsa blanco con lenguas de fuego que salían de su interior. Cuando los bomberos apagaron el incendio, no encontraron a nadie en el interior y apenas lograron descifrar la patente. Pertenecía a una mujer llamada Claudia Benítez, creadora de “Entre Nosotras”, una flota de taxis conducido por mujeres y para uso principalmente de chicas, con el fin de poder viajar por la ciudad tranquilas y sin miedo.
El hallazgo del auto quemado, fue sólo el principio de una macabra historia que derivó, primero en la desaparición de Claudia por algunas horas y luego en el hallazgo de su cuerpo maniatado con nudos profesionales en sus manos, degollado y arrojado en un pozo con una prenda en la cabeza.
Cuando los investigadores, comandados por el juez Miguel Mattos, encontraron el Chevrolet Corsa de Claudia, completamente calcinado, lo primero que hicieron fue ir a su casa, en Posadas, para ver qué sucedida.
Los atendió Juan Andrés E. (39), su marido. Su primera reacción al escuchar que el auto de su mujer había sido encontrado en esas circunstancias, fue apenas de asombro. Les dijo a los efectivos que su esposa había salido ese mismo martes a las 5 de la mañana a realizar un viaje, en el que debía llevar a tres hombres a la zona, justamente, de Nemesio Parma y que nunca había vuelta. Cuando le preguntaron si no salió a buscarla, simplemente respondió que no.
Si bien podía suceder que Benítez hiciera un viaje con hombres, el 95% de sus clientes eran mujeres. Esto sucedía desde que había fundado “entre nosotras”, un grupo de taxis, manejado por mujeres, que tenían como objetivo que las mujeres pudieran viajar cómodas y tranquilas por Posadas y también por Paraguay.
“La iniciativa de Claudia se dio porque ella era una luchadora de los derechos de las mujeres y las defendía permanentemente”, cuenta una de sus amigas.
Lo cierto es que, ante la poca predisposición del marido para aportar datos, y ante la urgencia de que, evidentemente, Claudia estaba desaparecida, la Justicia comenzó un rastrillaje en la zona donde apareció el auto quemado. Con drones, decenas de efectivos, perros, y hasta un helicóptero aportado por la provincia, se realizó un rastrillaje intensivo.
Recién al otro día, miércoles a media mañana, se llegó a un resultado en la búsqueda.
El cuerpo de Claudia Benítez fue encontrado a unos 2 kilómetros de distancia de donde había aparecido su auto. El cadáver estaba tirado adentro de un pozo, con una prenda que le tapaba la cabeza y tenía pies y manos atados. La autopsia posterior determinó que la causa de la muerte fueron tres profundos cortes en el cuello. Además, los forenses especificaron en sus conclusiones que el cadáver no tenía lesiones defensivas. Es decir, no se pudo defender de sus asesinos.
Un dato importante que llamó la atención de policías e investigadores: los nudos que tenía el cuerpo en manos y pies estaban hechos por algún profesional, alguien que sabía como hacer ese tipo de amarres con una soga.
Al mismo tiempo que esta información llegaba a manos del juez Mattos, un informe de la justicia local, daba cuenta que la víctima, tenía varias denuncias de violencia de género contra su marido, que incluían perimetrales. A pesar de esto, seguían juntos.
En paralelo, en la ronda de testimoniales de allegados a la víctima, una amiga de Claudia aportó una serie de capturas de chat, en donde la víctima relataba hechos de violencia verbal por parte del marido, pocas horas antes de su asesinato.
“La estoy pasando mal y me cansé de los maltratos que tengo que vivir. Es horrible que te saque tu medio de trabajo y tener que trabajar sólo cuando el quiere. La lengua es como un arma de doble filo, es peor que un golpe”, le decía Claudia a su amiga en los chats que constan en la causa que investiga su femicidio.
Con todos estos datos, el juez ordenó la detención de Juan Andrés E. Si bien todavía no pudo declarar, ante los policías que lo detuvieron, negó una y otra vez tener algo que ver con el crimen de su esposa.
A pesar de la detención y que una de las hipótesis es que el marido sea el culpable, hay cosas que a la Justicia no le terminan de cerrar. En primer lugar, están convencidos que, del homicidio y el posterior incendio del auto, debieron participar, al menos, tres personas.
No hay, hasta el momento, pruebas que vinculen al esposo con otros sospechosos. Tampoco hay evidencias concretas de que Juan Andrés E. la haya asesinado, ni tampoco está claro la hora ni el lugar en que se produjo el crimen.
Lo que hay contra el marido, por ahora, son sólo indicios, suficientes para que quede detenido.
Lo que si tiene comprobado la Justicia es que, efectivamente, el auto de Claudia se dirigió en la madrugada del martes a la zona de Nemesio Parma. Una serie de capturas de cámaras de seguridad, lo corroboran. Allí se ve el Corsa blanco, aunque no está claro quien manejaba y si la víctima ya estaba muerta para ese momento.
¿Existió realmente el viaje que tenía que hacer para esa zona junto a tres hombres?. Nadie lo sabe. Claudia no llevaba un registro de sus trabajos.
Pero la del femicidio por parte de su marido, no es la única hipótesis: hay una más que resuena con fuerza en la cabeza de los investigadores.
En octubre del año pasado, a la salida de un boliche de Posadas a las 7 de la mañana de un sábado, un grupo de policías del Comando Radioeléctrico Oeste emboscó a unos jóvenes a los que golpearon brutalmente. Entre ellos estaba Tamara Fernández, que recibió una golpiza y balazos de goma en la pierna y en el pecho.
En la zona no había cámaras de seguridad y el hecho estuvo a punto de quedar impune, hasta que apareció un video grabado con un celular donde se veía toda la secuencia y la violencia policial quedaba expuesta.
Esas imágenes fueron grabadas por una taxista que, de casualidad, estaba ahí. Era Claudia Benítez.
Su aporte fílmico y su testimonio fueron claves para el avance de la causa, que terminó con la mayor parte de los efectivos desplazados y el tirador de las postas de goma, detenido.
“Nunca se lo perdonaron y recibió amenazas durante meses. Incluso me contó que, en los últimos días, la seguían molestando sobre ese punto. Ella lo hizo porque siempre estuvo muy comprometida con la causa”, cuenta a este medio una amiga de la víctima.
Desde la justicia se manejan con cautela y prefieren conservar celosamente algunos datos que obran en el expediente. “Los que hicieron esto son profesionales. Acá no hablamos de alguien que llevó adelante esto con desesperación. Esto estaba planificado. Toda la información que nosotros filtremos, sabemos que los que la mataron pueden leerla y sacarnos ventaja”, se excusan.
En las ultimas horas, sus amigas y clientas la despidieron en las redes sociales. Remarcando su compromiso contra la violencia de género: “Claudia, quisiste que este sea un lugar más seguro para nosotras y tuviste la peor demostración de inseguridad que podemos tener las mujeres. Gracias por intentarlo. Nos arrebataron uno de los pocos espacios seguros que teníamos. Te despedimos con respeto y gran tristeza”.
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