La suerte de María Téllez Fajardo, más conocida en el ámbito religioso como Sor Marina, está echada. La monja perteneciente a la orden de las Hermanas Trinitarias en Boulogne, está acusada de uno de los escándalos sexuales más grotescos que golpearon a la Iglesia en los últimos años. La señalaron abusar sexualmente de cinco menores de edad que estaban a su cargo y, ahora, deberá defenderse en un juicio oral. En las ultimas horas, el fiscal Marcelo Fuenzalida decidió dar por culminada la investigación y elevarla a un tribunal oral. Mientras tanto, la monja sigue detenida desde junio del año pasado y cada vez que tiene oportunidad, clama por su inocencia. Habla de “malos entendidos”.
Sin embargo, en el expediente figuran los testimonios de sus presuntas victimas, de psicólogas que analizaron a las menores y de testigos.
La primera denuncia contra Sor Marina llegó a principios de 2021. La víctima fue la primera de cinco chicas que declararon haber vivido situaciones de abuso dentro del hogar de la congregación, todas ellas estaban bajo control judicial. El modus operandi descripto por las menores parece repetirse en todos los casos. La monja aprovechaba cuando las víctimas estaban solas para tocarlas en sus partes intimas, usualmente en la cocina, lugar que la religiosa controlaba.
“Estaba en la cocina y aprovechando que llevaba puesta una pollera se acercó y me tocó la cola con su mano abierta desde abajo hacia arriba. También me acariciaba los pechos por encima de la remera”, afirmó una chica identificada como N. Según la investigación, este hecho se produjo, supuestamente, entre 2019 y septiembre de 2020.
En otro testimonio similar, una joven que ahora tiene 17 años explicó que los abusos para con ella se dieron desde que tenía 14 años, en una de las residencias que están ubicadas dentro del predio de Boulogne de la orden de las Hermanas. Relató un episodio puntual en el que, aprovechando que estaban solas, “Sor Marina” se acercó por detrás y le “acarició la cintura al mismo tiempo que dijo ´buen trabajo´. Después bajó con la mano hasta tocarme la cola”.
El resto de los testimonios tiene el mismo tenor. Algunos de los tocamientos denunciados eran por encima de la ropa y otros por debajo, pero en todos los casos las menores coincidieron en decir que la monja aprovechaba cuando se quedaban solas con ella. Es decir, cuando no había testigos.
Para la elevación a juicio, el fiscal Fuenzalida cuenta con otros elementos, además de las declaraciones. En las fojas 81 y 82 del expediente, figura la declaración de un especialista del Servicio Local de Promoción y Protección de los Niños, Niñas y Adolescentes de Tigre. Allí escucharon el testimonio de varias de las víctimas y concluyeron que sus relatos eran “claros y verosímiles”. Otra profesional, de la misma área gubernamental, coincidió al calificar los discursos como “creíbles y veraces”.
En las entrevistas psicológicas y psiquiátricas a las víctimas, adjuntadas a la causa entre las fojas 562 y 587, las profesionales también coincidieron en que los relatos eran creíbles y que las menores se vieron afectadas por las situaciones vividas con Sor Marina.
Tellez Fajardo tuvo la posibilidad de defenderse. Lo hizo en dos oportunidades. En ambas, negó los abusos. Sin embargo, en la primera dio detalles muy llamativos, atípicos para una indagatoria de un imputado de un delito sexual. En primer lugar, se ubicó en el lugar de los hechos, más precisamente en la cocina. Dijo, también, que con la menor que la acuso pro primera vez tiene “buena relación” y que incluso “le gustaba cocinar”. La monja, precisamente, era la encargada de la cocina. Luego, dijo que la acusación podría ser un malentendido, que a la víctima podría “haberla rozado”.
En la ampliación de indagatoria, la monja explicó que en su primera declaración estaba “agobiada” porque fue el día en que la arrestaron y que su abogado de ese entonces la hizo declarar sin saber en qué términos lo hacía. En esta segunda oportunidad, hizo algunas aclaraciones extras Como negar que era la encargada de las menores. “Solo soy una religiosa más”, señaló. También intentó sacarse de la escena de los abusos, es decir, la cocina: “yo no estaba mucho tiempo ahí y que me quedaba sola con ellas, es mentira”.
Además, argumentó que “en 37 años que tengo en la congregación nunca jamás tuve un problema”.
El fiscal Fuenzalida no le creyó en ninguna de las dos oportunidades y lo dejó expresado en su pedido de elevación a juicio, donde afirmó: “En la versión exculpatoria formulada por la imputada se coloca en el escenario de los hechos junto a las víctimas e, incluso, recreando diálogos con algunas de ellas”.
Según las estimaciones judiciales, el juicio contra María Téllez Fajardo podría darse recién en 2024, por las demoras actual en el sistema. La acusación es grave: abuso sexual reiterado gravemente ultrajante agravado por haber sido cometido por una persona del culto religioso, por ser una persona encargada de la guarda y aprovechando la situación de convivencia preexistente, su relación de autoridad y que la victima no haya podido consentir libremente dicho accionar.
Esa extensa imputación podría tener, como pena, hasta 20 de prisión.
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