La investigación por el crimen de Roberto Sabo, el kiosquero asesinado a balazos durante un asalto a su comercio en Ramos Mejía en noviembre pasado, llegó a su fin. El fiscal Federico Medone, de la Unidad de Homicidios de La Matanza, concluyó la etapa de instrucción y solicitó formalmente que la causa sea elevada a juicio oral. El imputado es Leandro Daniel Suárez, de 30 años y con antecedentes penales. Además, del hecho participó una adolescente de 15 años, inimputable por ser menor de edad.
Suárez, oriundo de Ciudadela, está acusado de los delitos de robo agravado por el uso de arma de fuego y por la participación de un menor de edad, homicidio criminis causae, portación y tenencia ilegal de arma, robo agravado y hurto agravado, todos en concurso real entre sí. Fue detenido minutos después del asesinato de Sabo y, así, volvió a la cárcel a poco más de un año de haber recuperado la libertad: en agosto de 2020 había salido de un penal federal tras cumplir una condena de casi seis años por dos hechos de hurto y robo.
Unas horas después de conocerse una resolución, familiares de la víctima y vecinos se convocaron en las inmediaciones del negocio, en Avenida de Mayo y Alvarado, para movilizarse en memoria de Roberto y de todas las víctimas de la inseguridad y la falta de justicia, según contó a Infobae Nicolás (26), el mayor de los dos hijos del comerciante.
A seis meses del homicidio de su padre, el joven dijo que en la zona “no cambió nada desde el crimen” y continúan los hechos delictivos. De hecho, hace dos semanas, el 19 de abril último, delincuentes asaltaron y le gatillaron a su suegra para robarle la camioneta.
En este contexto, los parientes y vecinos, además, reclamaron mayor seguridad durante la manifestación. “Uno intenta ponerle huevo y dice ‘vamos a seguir’, pero ya no se puede laburar tranquilo. Te encontrás con estos que directamente salen a matar”, se lamentó Nicolás, que reiteró que, junto a su hermano Tomás (18), tienen decidido cerrar el kiosco en los próximos meses e irse del país.
El crimen del kiosquero ocurrió el domingo 7 de noviembre del año pasado, minutos después de las 14. Suárez y la menor de 15 años llegaron hasta el comercio de avenida de Mayo al 800 de Ramos Mejía a bordo de un remís al que se habían subido en Ciudadela, en la zona de Fuerte Apache. El imputado estaba armado con una pistola semiautomática 7,65 mm y un revólver calibre 22. Le robó a Sabo $10.000 y le disparó. La autopsia determinó que a Roberto lo mataron de cuatro tiros y a quemarropa. Los dos balazos que le ingresaron por el tórax fueron fatales.
Para huir, junto a su cómplice le robaron el auto al remisero, pero chocaron y entonces decidieron ingresar a un supermercado de la zona para camuflarse. Luego le robaron la moto y las pertenencias a un delivery, pero no les sirvió de mucho y finalmente fueron detenidos en Avenida de Mayo y Rivadavia.
Suárez cumplió una condena de 5 años y 10 meses de prisión y había salido hace 14 meses de la cárcel. En la audiencia indagatoria, lloró ante el fiscal Medone, se negó a declarar y pidió que no le den perpetua. En tanto, para la adolescente, que en ese momento cursaba un embarazo, el fiscal del fuero juvenil pidió que le apliquen una medida de seguridad y la Justicia resolvió alojarla en un instituto de menores.
El crimen de Sabo conmovió a vastos sectores de la sociedad. Ello se vio reflejado en las muestras de solidaridad: por ejemplo, una colecta en redes sociales juntó $2 millones para la familia del kiosquero y los jugadores de River Plate -el club del cual era hincha el comerciante- y otras personalidades públicas difundieron mensajes de apoyo hacia ellos.
El asesinato de Sabo también tocó un nervio en los vecinos del Conurbano que, agobiados por la inseguridad, al decidieron al día siguiente ir a protestar a la comisaría 2°, que queda a 300 metros del kiosco donde mataron a Roberto. Pero en aquella ocasión la Policía Bonaerense armó un vallado en ambas esquinas de la seccional y les impidió el paso: la marcha de cientos de personas finalmente terminó en incidentes con los oficiales.
Este viernes, la manifestación fue más discreta tras un pedido de los parientes de Sabo. En el clima se mezcló la tristeza y el respeto para la familia de la víctima, aunque también se repitieron las expresiones de enojo por la inseguridad.
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