Pablo Damián Grottini, el chofer de ataúdes, el hombre en la punta de los cortejos, el que llevó a decenas de vecinos de San Nicolás al lugar del descanso final, llegó la semana pasada a su lugar de trabajo, la empresa funeraria Exequial Service de San Nicolás. Alertó que su madre, Teresita Noemí, había muerto en el hospital San Felipe a los 61 años de edad. Dijo que había que velarla y que deseaba que la cremaran en cuestión de horas en el sitio de Villa Constitución.
Nadie tenía por qué sospechar. Grottini trabajaba en Exequial desde 2018. Era un buen compañero, dicen, un hombre plano, neutro, sin dobleces o roces, “muy católico”, lo recuerdan allí, un profesional. Sin embargo, no era particularmente cercano a quienes lo rodeaban. No hablaba tanto de su vida personal, no jugaba al fútbol con quienes trabajaban con él, no iba a algún bar con ellos después del turno, o un asado de fin de semana.
En la funeraria se asombraron de su suerte. Su hermano menor, Germán, había muerto en 2019, un guardavida de 32 años sano y fuerte que perdió la vida en cuestión de días. Su hija Aylén, de diez años, falleció en julio de 2021, también en cuestión de días. No hubo una larga enfermedad en ningún caso, ninguna patología discernible, tal como la madre, pero nadie sospechó.
Los funerales de ambos se hicieron en Exequial Service; el de Aylén fue de una tristeza particular. Los empleados llevaron adelante la tarea enervante de velar a la hija de un compañero, una menor que vivía con un retraso madurativo. Aylén y su abuela Teresita eran particularmente cercanas. La abuela vivía junto a la menor y a su padre en una casa de la calle Tucumán. Luego, quedaron solo Teresita y Damián.
Así, uno de sus compañeros tomó su pedido y lo expeditó. Correspondía el aviso fúnebre, que fue rápidamente publicado en el sitio. El empleado que recibió a Grottini lo oyó dictar y tipeó:
“DI MARTINO, TERESITA NOEMÍ. Q.E.P.D. ”
“Su hijo: Pablo Damián Grottini”.
“Su madre: Antonia Teresa Lima”.
“Sus hermanos: Mario y Gustavo Di Martino”.
“Sus hermanos políticos: Roberto José, Nelli, Olga, Graciela, Alicia”.
“Familiares y demás deudos participan a sus relaciones su fallecimiento y que sus restos serán cremados en el cementerio privado de Villa Constitución”.
Era como se leía: Pablo Damián Grottini pidió a sus compañeros de trabajo que su madre sea rápidamente cremada. Incluso dejó en el aviso fúnebre una dirección para que vayan a darle el pésame, su casa de la calle Tucumán.
Finalmente, no hubo cremación o chance de dar el pésame al hijo sin madre. Una médica del hospital San Felipe formuló una denuncia por la muerte de Teresita el sábado por la madrugada, que fue recibida por la UFI N°12 de San Nicolás a cargo de María Belén Baños. El cuerpo de Teresita quedó en manos de la Justicia. Grottini conversó con la fiscal en los días posteriores, cuando era solo un hombre al que se le había muerto la madre. Le insistió en más de una ocasión que quería cremar a su madre. Así, el cuerpo de Teresita enfrentó una autopsia.
El martes 26, Grottini fue detenido por la DDI de San Nicolás en la casa de la calle Tucumán, acusado de inyectar psicofármacos en el suero de su madre para causarle la muerte. También lo imputaron por las muertes de su hija y su hermano. Fueron, si es que lo fueron, crímenes premeditados, sostenidos en el tiempo, a la vista de todos. Si es culpable, Grottini se convertirá en una bestia extraña: el primer asesino serial de la historia argentina en años.
Preservar el cuerpo de Teresita fue clave. La autopsia no encontró golpes o signos de una muerte violenta. Se extrajeron muestras para realizar una pericia toxicológica, lo que determinará la presencia de sustancias que hayan llevado a la muerte. Una ampolla de diazepam, un potente psicofármaco, fue hallada cerca de Teresita en el hospital. La pericia comenzará la semana próxima.
Mientras tanto, el chofer de ataúdes sigue encerrado en una celda policial, luego de negarse a declarar por orden de su abogado. Que se le realice un análisis psiquiátrico está en las cartas de la fiscal Baños. Su casa fue allanada, con dispositivos que se encuentran peritados.
Sin embargo, el rastro de los crímenes de Germán y Aylén es más difícil. El hermano fue cremado de inmediato tras su muerte. Su hija, no. En Exequial Service recuerdan cómo fue llevada a una bóveda del cementerio municipal. Sin embargo, personal de la fiscalía del caso se presentó ayer en el lugar. Autoridades del cementerio aseguraron que los restos de la menor también fueron incinerados.
Mientras tanto, hay una discrepancia. En Exequial Service, cuyas oficinas están a diez cuadras del hospital San Felipe, aseguraron a Infobae que Pablo Grottini se presentó a dar aviso de la muerte de su madre en la noche del viernes 22.
La fecha de muerte de Teresita que consta en la causa es la madrugada del sábado 23.
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