Pablo Damián Grottini, de 42 años, está sospechado de ser un asesino serial, el primero en años en la historia criminal argentina. Para la fiscal a cargo del caso, María Belén Baños, titular de la UFI Nº12 de San Nicolás, sus rastros, modos y lógicas quedaron plasmadas en las tres muertes que lo rodean en Ramallo: primero la de su hermano menor Germán, ocurrida en 2019; después su hija de 10 años, que vivía con un retraso madurativo, ocurrida en julio de 2021; y por último la de su madre, el último fin de semana.
Según la principal sospecha que existe por estas horas, Grottini, que trabaja en una funeraria, habría utilizado una mezcla de psicofármacos para asesinar a los tres en el Hospital San Felipe de San Nicolás, y a la vista de todos. La autopsia al cuerpo de la madre fue realizada en los últimos días. Determinar cómo murieron el hermano y la hija será una tarea ardua. Fuentes con acceso al expediente aseguraron a este medio que los cadáveres de ambos fueron cremados.
La historia que comenzó a desenredarse tras el fallecimiento de la madre de Grottini, Teresita Di Martino, de 61 años, el último fin de semana es aterradora.
En junio de 2021, Grottini y Di Martino llegaron al mismo hospital junto a su hija por un “fuerte dolor en el pecho”. En ese momento, según fuentes del caso , los médicos realizaron diversos estudios sin detectar una enfermedad, nada que llamara la atención de los especialistas. De igual forma decidieron dejarla en observación con suero al cuidado alternado de su padre y de su abuela.
Mientras la cuidaba en uno de los boxes de la Guardia, Grottini llamó a los enfermeros de la guardia y pidió que cambiaran el suero porque “estaba pinchado”. Sin embargo, como la nena estaba bien, los médicos dijeron que no importaba porque en breve iba a ser dada de alta.
Pocos minutos después, volvió llamar a los enfermeros. La nena ciertamente no estaba bien, no sabía qué le pasaba. Los médicos constataron que estaba pálida, débil y mareada. “En un estado totalmente diferente al que la habían visto anteriormente “, relató una de las médicas en la causa. Rápidamente, las profesionales la estabilizaron, pero fue trasladada a terapia intensiva.
Al otro día, la chica, que se encontraba al cuidado de su padre en la sala de terapia, falleció de manera repentina de un paro cardíaco. Grottini no fue investigado en un primer momento.
Pero todo cambió el último fin de semana. El 23 de abril pasado, Di Martino, la madre de Grottini, ingresó al centro médico acompañada por su hijo con mareos y una profunda angustia, a raíz de las muertes de su hijo Germán y la de nieta, que habían ocurrido tiempo atrás.
Los médicos le realizaron los estudios correspondientes para controlar que todo estuviera bien. No notaron nada en particular. Sin embargo, tal como su nieta, decidieron dejarla en observación y le colocaron suero para su hidratación. Durante algunas horas, Di Martino quedó sola junto a su hijo, alojada en el box número 3 en el sector de la Guardia.
En ese momento, Grottini comenzó a hacer movimientos similares a los que había realizado el día de la muerte de su hija. Primero, llamó a los enfermeros porque el suero “perdía”. Cuando una de las enfermeras se acercó, observó que la ropa de Grottini estaba mojada. Le llamó la atención, pero de igual modo cambió el suero por uno nuevo.
Una hora y media después, el hombre volvió a llamar a los médicos y dijo que su madre se había quedado dormida, de la nada. Sin embargo, no había ningún síntoma que indicara que la mujer podía desvanecerse.
En ese momento, el personal médico constató que ya había fallecido y la trasladaron al shockroom para realizarle maniobras de reanimación, que no tuvieron éxito.
Tras su muerte, mientras ordenaban el box donde Di Martino había reposado, los médicos vieron que el nuevo suero que le había colocado la enfermera también se encontraba pinchado. Y luego, lo más llamativo: encontraron una ampolla abierta de un fuerte medicamento: diazepam. El fármaco no había sido prescripto para ningún paciente ese día y además no se correspondía con la marca que utiliza el hospital. Tampoco tenía el rótulo con el nombre de ningún paciente, lo que por protocolo ocurre cuando suministran ese tipo de droga, según indicaron fuentes del caso.
Luego de encontrar todos estos elementos, los médicos dieron aviso a la Policía y la Justicia. Grottini, nervioso, estaba allí mientras el personal médico hallaba las evidencias que lo complicaban. Arribó la DDI local y le secuestró su teléfono celular. La fiscal Baños inició una investigación contra el hombre, ya que sospecha que la drogó para asesinarla: lo arrestó y ordenó un allanamiento en su domicilio.
La fiscal Baños, ahora también sospecha de lo que ocurrió en julio de 2019, cuando Grottini ingresó a la Guardia del hospital junto a su hermano, Germán. Lo mismo: sentía mareos, náuseas y se quedaba dormido, como si estuviera drogado. Del mismo modo, quedó en observación en una habitación al cuidado de su hermano y de su madre. En un momento, Di Martino dio aviso al personal médico que ella había salido al quiosco y al llegar, corroboró que su hijo no reaccionaba, constatándose inmediatamente que había muerto.
Con toda esta información, la fiscal requirió la detención de Grottini como el principal sospechoso por las muertes de sus familiares. También pidió un allanamiento en su domicilio y secuestró computadores y su celular que envió a peritar. Según indicaron fuentes del caso a Infobae, los resultados de esos análisis lo incriminaron aún más.
De este modo, Grottini se negó a declarar y por estas horas se encuentra encerrado en un calabozo imputado por el delito de homicidio calificado por el vínculo y por la alevosía. La fiscal Baños está a la espera de resultados de otros peritajes y de la toma de testimonios.
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