El femicidio de Lola Chomnalez: pidieron 10 años de prisión para el acusado de encubrir el crimen

Se trata de “El Cachila”, único detenido por un asesinato impune que ocurrió a fines de 2014 en las playas de Barra de Valizas. El papá de la víctima está en Uruguay y pidió: “Verdad y Justicia”

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Lola tenía 15 años cuando
Lola tenía 15 años cuando fue asesinada

Una fiscal uruguaya pidió una pena de 10 años de prisión para un hombre detenido por el encubrimiento del femicidio de Lola Chomnalez, la adolescente argentina asesinada en diciembre de 2014 en las playas de Barra de Valizas. Mientras tanto, el crimen sigue impune: la investigación continúa para identificar y localizar a los “co partícipes” del homicidio.

El pedido fue formulado en el marco de un proceso escrito por la fiscal del departamento de Rocha, Jéssica Pereira, ante el juez de Primera Instancia de esa jurisdicción, Juan Manuel Jiménez Vera, quien deberá resolver el requerimiento en los próximos días.

Juan Willman, abogado de los padres de Lola en Uruguay, explicó a la agencia de noticias Télam que la fiscal pidió esa pena por el delito de “encubrimiento” para el detenido Ariel Moreira, apodado “El Cachila”.

“Hay que seguir con la investigación para dar con los otros copartícipes del crimen”, explicó eWillman y, en ese sentido, contó que este lunes Diego Chomnalez, padre de Lola, se reunió en Uruguay con el fiscal de Corte, Juan Gómez, para interiorizarse de las últimas novedades de la causa.

Tras ese encuentro, el papá de Lola dio una conferencia de prensa ante medios locales en la que se mostró con una fotografía de su hija y pidió “verdad y Justicia”. “Lo pido por todos los padres y madres que sufren lo mismo que nosotros”, sostuvo ante medios uruguayos.

En diciembre de 2019, el Tribunal de Apelaciones en los Penal del 4° Turno de Uruguay había confirmado el procesamiento de “Cachila” pero por el delito de “homicidio agravado por alevosía”, más grave que el de “encubrimiento”.

En tanto, los peritos de la Policía Científica cotejaron el ADN del supuesto asesino hallado en una cédula y una toalla en el interior de la mochila de la víctima con el perfil genético de cada uno de los nuevos ingresados al sistema carcelario por otras causas. A su vez, Willman explicó que dio negativo el cotejo con el ADN de la madre de “El Tereso”, un sospechoso que se suicidó en 2015 y que era investigado como posible autor material del crimen.

El caso

Lola (15) viajó a Barra de Valizas el sábado 27 de diciembre de 2014 y se alojó en la casa de su madrina, Claudia Fernández, quien se encontraba junto a su esposo, Hernán Tuzinkevcih, y el hijo de éste. Al día siguiente, la adolescente desapareció cuando salió a caminar por la playa y dos días después fue encontrada asesinada a unos cuatro kilómetros de la casa, en una zona de médanos.

Mediante la autopsia se determinó que Lola murió por asfixia por sofocación y que presentaba varios cortes hechos con un arma blanca en distintas partes del cuerpo. De acuerdo al fallo judicial, la adolescente trató de escapar corriendo de sus asesinos, fue alcanzada, herida con un arma blanca y golpeada en la cabeza para finalmente morir asfixiada cuando, ante sus probables pedidos de auxilio, le apretaron la cara contra la arena.

Por su parte, “El Cachila” fue detenido al comienzo de la investigación pero luego liberado ya que dio negativo el cotejo de su ADN con el material genético hallado en la mochila de ella víctima. Sin embargo, en su declaración ante la Justicia, el ahora procesado admitió que se cruzó con la víctima en la playa el 28 de diciembre del 2014 y le ofreció “una estampita”, pero que luego ella se sintió “mareada” y que al auxiliarla descubrió que “no tenía pulso”, se asustó y se fue.

Un altar en la memoria:
Un altar en la memoria: la foto de Lola en el living de sus padres (Foto: Martín Rosenzveig)

Para el fiscal Jorge Vaz, “El Cachila” estuvo presente “antes, durante y después” del homicidio, cuyo móvil fue probablemente “sexual”.

Y entre las pruebas valoradas para su procesamiento estuvieron los resultados de peritajes psicológicos, psiquiátricos y semiológicos que revelaron que el acusado tiene una personalidad con tendencia “a la mitomanía”, a “irritarse fácilmente y perder el control de sus impulsos”, y un patrón de “desprecio y violación de los derechos de los demás”.

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