P.P, de 51 años, siempre fue un trashumante. Vivió en la última década de aquí para allá en departamentos ocasionales y hotelitos de diversos barrios porteños. Nunca tuvo un trabajo en blanco. Su historia está marcada por la violencia. En 2014, mientras vivía con su entonces pareja en un albergue de pasajeros cerca del hospital Pirovano, P.P fue acusado de robarle a su cuñada a punta de cuchillo. El hombre declaró en el juicio. Dijo que ya estaba separado de su pareja aunque vivían en la misma pieza, que en la noche del hecho había comprado cinco bolsitas de cocaína y que había tenido sexo con su cuñada a cambio de un poco de droga, que era todo un malentendido, que después su ex lo llamó para gritarle por teléfono, echarlo del hotel y tratarlo de mentiroso.
Los diversos testigos no pudieron sostener la imputación. El Tribunal N°6 lo absolvió de culpa y cargo en diciembre de 2015 y le devolvió la libertad. No era su debut, para nada. Su ficha hablaba de una causa por robo en 2009 que fue archivada, otra por lesiones y resistencia a la autoridad en 2013. En todas hubo un archivo o un sobreseimiento. En los papeles, P.P -cuyo nombre se mantiene en reserva por la Justicia- nunca fue condenado.
Después fue una víctima. 24 días después de su absolución, mientras vivía en otro hotel de Once, discutió con un vecino de una habitación contigua, enojado porque P.P estaba a los gritos. El vecino, tras lanzarle una botella de vidro, lo apuñaló por la espalda con un cuchillo de cocina. P.P terminó internado en el hospital Ramos Mejía, con heridas consideradas graves. Su vecino también era un violento, un picante que ya acumulaba condenas y causas en Morón por robo simple y amenazas. Al vecino finalmente lo condenaron, un año y ocho meses de prisión en suspenso en el Tribunal N°26.
Siete años después de ese cuchillo por la espalda, P.P reapareció en otra habitación del hotel, con otra historia, con otro delito, mucho peor que los anteriores.
En la madrugada del viernes, el Departamento Trata de Personas de la Policía Federal -que depende de la Superintendencia de Investigaciones Federales- ingresó a la habitación número 43 del hotel familiar Cevallos en la calle Virrey Cevallos al 1400 en Constitución por orden de la jueza federal María Eugenia Capuchetti. La mugre era evidente, un estado insalubre de desorden.
Allí estaba la víctima: una mujer de 26 años que, según aseguró a personal del Programa Nacional de Rescate, era prostituida en esa habitación por P.P. No solo eso. Su hermana también había sido una víctima del hombre. La mujer encontrada en el lugar es madre, tiene un bebé de 9 meses que días atrás fue a vivir con un familiar. Durante varias semanas, al menos, se cree que convivía con el chico en la misma pieza donde era explotada. La orden recibida por la Federal desde el Juzgado N°5 en Comodoro Py, incluía también encontrar a la bebé.
La mujer prostituida, la que encontró la PFA en la pieza, era, efectivamente, la misma cuñada que lo había denunciado ocho años atrás.
Según confirmaron fuentes del caso a Infobae, los propios familiares de la víctima habrían denunciado la situación. “La víctima tiene problemas de consumo de drogas, llegó mediante esa situación al acusado. Luego, la prostituyó. El hombre literalmente vivía de la mujer y de su hermana”, asegura un investigador.
P.P fue trasladado a una celda de la sede de la calle Madariaga de la PFA en Villa Lugano. Será indagado por Zoom el día de mañana. Entre los testimonios del caso, hay evidencias de que atormentaba psicológicamente a sus víctimas
El prontuario de P.P no termina aquí: en 2021 también fue denunciado por violencia de género, con un testimonio que ingresó a través de la OVD de la Corte Suprema.
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