Hoy martes a las 18, Gregorio Urraco, el hombre de 57 años acusado de secuestrar y violar durante dos días a una joven que conoció en el boliche La Cautiva del barrio Esquinas de Rosario, enfrentará su audiencia imputativa en el Centro de Justicia Penal de la Ciudad, el paso procesal en donde se enumerarán las pruebas en su contra y se decidirá su futuro inmediato.
La fiscal Noelia Riccardi, de la Unidad de Delitos Contra la Integridad Sexual, lo acusará de abuso con acceso carnal. La víctima continúa internada, según confirman fuentes del expediente a Infobae. No se detectaron lesiones físicas compatibles con una violación y se esperan resultados de análisis biológicos. La prueba principal es su testimonio y el de su entorno: fue su hermana la que realizó la denuncia policial para que la encuentren.
Entre las hipótesis, se cree que el acusado, tras dejar el boliche con ella, le puso droga en la cerveza. La víctima no tiene recuerdos de lo que ocurrió: aseguró haber estado dos días retenida contra su voluntad ante la Policía de Santa Fe. Una imputación por el delito de privación ilegítima de la libertad se encuentra entre las posibilidades del caso.
Un investigador del caso reconstruye las pruebas hasta ahora:
“La víctima y el sospechoso se conocieron en La Cautiva el viernes pasado por la noche. Allí, ella, que fue al lugar con una pareja de amigos, se sacó una foto con Urraco, tomada por el fotógrafo del local. Ella se la entregó a la pareja amiga con la que había ido y les dijo: “Cualquier cosa, estoy con éste”. Ese textual se desprende de la denuncia que radicó al día siguiente la hermana de la víctima. Luego, el sospechoso llevó a la joven y a su pareja amiga en su auto”.
“A la pareja la dejó en su casa y a la joven la llevó a su propia vivienda, en la localidad vecina de Roldán. En el camino, según el relato de la víctima, Urraco frenó a comprar dos cervezas en un quiosco que llevó al auto ya abiertas. De allí en adelante la víctima no recuerda nada más nada hasta el día siguiente, cuando se levantó”, continúa la fuente.
En un momento, la joven se queda sola en la casa. Allí, logra conectar su teléfono y alertar a una amiga. De inmediato, sospechó que el acusado había intervenido su teléfono. Le fue imposible enviar su ubicación en tiempo real.
Urraco era un habitué de la discoteca. Precisamente, su asiduidad en el lugar permitió a la Policía de Santa Fe identificarlo.
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