En Rosario, el narcotráfico siempre fue una empresa familiar: los lazos se convierten en negocios sucios que perduran en el tiempo y a través de las generaciones. Primero fue el clan Cantero, la sangre detrás de Los Monos, que va de abuelos a nietos. Luego, Alan Funes: preso desde los 18, hoy con 23 años, fundó la familia criminal que lleva su apellido. Alistó a su hermana menor de edad, incluso a su propia abuela. Brandon Bay también tomó vuelo propio.
Descripto por detectives como sanguinario e impiadoso, Brandon está preso en el penal de Marcos Paz. Fue detenido en 2017, tras iniciarse en la banda de Los Gorditos en el barrio Tiro Suizo. Fue condenado a 5 años de prisión como líder de una asociación ilícita. En paralelo, fue imputado el año pasado por los fiscales Matías Edery, Luis Schiappa Pietra y Aquiles Balbis por tres homicidios y la jefatura de una asociación ilícita.
Esta vez, le tocó a su hermana.
Giuliana Bay fue condenada este martes por haber sido “cadete” de droga y de la recaudación de los búnkeres, y por ingresar estupefacientes para su hermano en Marcos Paz dentro de sus zapatillas. En la sentencia también resultaron penados Mabel Aranda, una vendedora de droga y pareja de un supuesto sicario de la organización, y el suboficial Axel Teliz, un policía corrupto que recibió 50 mil pesos para intentar liberar a dos integrantes de la asociación ilícita.
Las resoluciones se dieron a conocer este martes en el Centro de Justicia Penal, cuando el juez Mariano Aliau homologó los juicios abreviados para Bay, Aranda y Teliz en dos audiencias distintas. Todos recibieron la pena de tres años de prisión efectiva. En el caso del policía, además, se dispuso una multa de 100 mil pesos y la inhabilitación por seis años para ejercer cargos públicos.
El fiscal Pablo Socca acusó a Giuliana, de 27 años, de haber integrado la asociación ilícita desde el 10 de junio de 2020 hasta el 13 de diciembre del año pasado, cuando fue arrestada junto a su madre Érica A. –imputada en esta causa– en su casa de Dinamarca al 500 bis. En ese lugar, se incautaron casi tres kilos de cocaína cuyos panes tenían el sello de una corona, dos kilos de marihuana, 952 mil pesos, 103 municiones calibre 9 milímetros; 80 municiones calibre .22 y 70 cartuchos de escopeta calibre 12/70.
La hermana mayor de Brandon era la encargada de retirar droga de determinados domicilios donde se encontraban acopiados y de buscar la recaudación en efectivo de la venta. En las visitas a Marcos Paz, donde disimulaba droga en las zapatillas, Brandon recibía información “de calle” de parte de Giuliana y al mismo tiempo impartía directivas para su organización.
En el caso de Mabel Noemí Aranda, Socca la acusó como miembro de la banda. Su tarea consistía en vender droga en el búnker situado en Lamadrid 1609, en la zona Sur de Rosario, y de fraccionar los estupefacientes para la venta. Además, Aranda es la actual pareja de Claudio “Tati” Ríos, imputado como presunto sicario de “Los Gorditos”.
La situación del suboficial Axel Rodrigo Teliz fue diferente. No fue considerado integrante de la asociación ilícita. Fue condenado por corrupto, ya que recibió el pago de una coima de 50 mil pesos el 9 de septiembre del año pasado para liberar a Flavia Bay –también imputada– y a su novio, Luis Saucedo –acusado en la causa–, de la Comisaría 32.
Flavia y Luis habían sido aprehendidos en la madrugada de ese día por el Comando Radioeléctrico en boulevar Seguí al 5.900, en la zona Oeste, por desplazarse en un Chevrolet Corsa con pedido de captura. Sin embargo, minutos después, en la Seccional 32, Saucedo usó su teléfono para llamar a su suegra Érica Altamirano para pedirle que juntara 50 mil pesos para pagar la coima para la liberación. El celular de Saucedo había sido secuestrado por el Comando Radioeléctrico y entregado a la comisaría, por lo quedó comprobada la violación de la cadena de custodia del dispositivo.
Así, el suboficial Teliz fue acusado de haber recibido el dinero y un falso boleto de compraventa a las 6.35 del 9 de septiembre pasado de manos de la mamá de Brandon Bay, y de haber llamado luego al fiscal de Flagrancia en turno para decirle que el auto finalmente tendría mal colocado el pedido de captura, ya que estaba el documento de respaldo de la operación comercial del rodado.
Como el fiscal conocía el historial del apellido Bay ordenó que de todos modos siguiera la pareja detenida. Al tomarle declaración a los agentes del Comando que los detuvieron constató de la maniobra que intentó realizar para liberar a los miembros de la organización por plata.
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