Prefirió el silencio “El Carnicero”. Bueno, a medias. Tras más de cuatro años prófugo por el crimen del empresario español Roberto Fernández Montes, asesinado en 2017 en el barrio porteño de Caballito, su vida en la clandestinidad terminó cuando fue detenido y extraditado desde Paraguay. Este miércoles, frente a frente con la Justicia argentina, Pedro Ramón Fernández Torres (55) se negó a declarar. Eso sí, sólo abrió la boca para pedir que lo envíen al penal de Ezeiza y para presentar un recurso con un absurdo reclamo: que lo trasladen a Paraguay para ver a su familia.
Así se lo aseguraron a Infobae fuentes con acceso al expediente. Por lo pronto, Fernández Torres seguirá preso, lejos está de irse a Paraguay nuevamente. Desde que fue extraditado el viernes pasado, pasa sus días en la Alcaidía 4 de la Policía de la Ciudad, ubicada en Parque Patricios.
Y, ahora, y tras la indagatoria via Zoom, la jueza Verónica González, a cargo interinamente del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°6, tiene 10 días para dictarle la prisión preventiva. Algo que se descuenta debido al rol de “El Carnicero” en el caso. Como también se descuenta que el recurso para irse a Paraguay a ver a la familia será rechazado, añadieron las fuentes.
Según pudo saber este medio, el detenido es defendido por una abogada oficial que solicitó que, en caso de que quede preso, sea derivado al penal Federal N°1 de Ezeiza. Por su parte, desde el estudio de Matías Morla, que representa a la familia de la víctima, pidieron que le endilguen el delito de homicidio agravado por promesa remuneratoria, que prevé perpetua.
”El Carnicero” había sido capturado en Paraguay, de donde es oriundo, durante un operativo realizado en febrero de este año por personal de Interpol de ese país y de la División de Búsqueda de Prófugos de la Policía Federal Argentina (PFA).
La Policía Nacional local fue la encargada de hacer cumplir la orden de extradición de Fernández Torres hacia Argentina y, luego, fue entregado al personal de la Policía de la Ciudad. El acusado había sido atrapado en la ciudad de Concepción, unos 400 kilómetros al Norte de la capital paraguaya, donde trabajaba justamente como carnicero, mismo empleo que había tenido en la Argentina.
El homicidio
El crimen de Fernández Montes fue atroz. El cuerpo apareció carbonizado en un descampado de la localidad bonaerense de Cañuelas. Los forenses no pudieron determinar siquiera la mecánica de la muerte. Por el asesinato ya había sido condenado en diciembre de 2017 el yerno de la víctima, Santiago Corona (40), quien, al igual que Fernández Torres, quedó grabado por cámaras de seguridad bajando el cadáver de la víctima por el ascensor del edificio donde residía en Caballito.
El yerno siempre aseguró ser inocente, aunque el Tribunal Oral en lo Criminal N°5 porteño lo sentenció como coautor del delito de “homicidio agravado por alevosía”. Ahora, la querella irá por una imputación para el Carnicero que conlleve la misma pena que recibió Corona: perpetura.
Lo cierto es que, para los investigadores, el móvil del crimen fue económico, ya que cuando estuvo al frente de la empresa de construcción de su suegro, “Minivial”, Corona lo estafó y provocó un perjuicio económico millonario, lo que llevó a que a mediados de mayo de 2016 Fernández Montes lo separara de la compañía y le pidiera la restitución de las llaves de su casa.
El caso
Fernández Montes, nacido en España, fue visto con vida por última vez el 21 de enero de 2017, cuando salió de su casa para ir a su trabajo y regresó al mediodía. El condenado y “El Carnicero” fueron descubiertos a partir de las imágenes de las cámaras de seguridad del edificio, en las que se observa cómo Fernández Torres ingresó al edificio a las 9.04 y esperó tres horas la llegada del empresario.
Corona fue captado por las cámaras ingresando al mismo lugar a las 12.54, y a las 13.45 se ve a los dos sospechosos saliendo del ascensor con el cuerpo envuelto en sábanas y cargándolo hasta el baúl del auto que usaba la víctima, un Suzuki Fun negro, con el que escaparon.
El auto apareció incendiado el 23 de enero en avenida Ingeniero Huergo y calle Albarracín del partido de Esteban Echeverría, mientras que el cadáver carbonizado y seccionado en dos partes fue hallado al día siguiente en un camino vecinal llamado “Los Pozos” de Cañuelas.
Debido al estado de los restos carbonizados, se efectuó en febrero una reautopsia pero en esta operación los expertos del Cuerpo Médico Forense nunca pudieron determinar con certeza la mecánica del crimen, aunque suponen que pudo haber sido por estrangulamiento o sofocación.
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