Tras la captura en Paraguay y su extradición al país el viernes pasado, Pedro Ramón Fernández Torres (55), detenido por el crimen del empresario español Roberto Fernández Montes (67) -asesinado en Caballito en 2017-, espera dentro de una celda en una dependencia de la Policía a la Ciudad para ser llamado a indagatoria por la Justicia.
Es el turno de “El Carnicero”, tal es el apodo de Fernández Torres, para que dé su versión sobre lo que ocurrió en Caballito allá por 2017 cuando mataron al empresario. Mientras tanto, aún no se resolvió su traslado a ninguna cárcel y, ante esto, según indicó la defensa de la familia de la víctima a Infobae, a cargo del estudio del abogado Matías Morla, mañana irán al Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Nº 6, de María Alejandra Provítola, para reclamar que sea indagado y que, además, corra con la misma suerte que el yerno de la víctima: prisión perpetua.
Por el asesinato del empresario español ya había sido condenado en diciembre de 2017 Santiago Corona (40), el yerno, quien, al igual que Fernández Torres, quedó grabado por cámaras de seguridad bajando el cadáver por el ascensor del edificio donde residía el empresario.
Corona recibió la pena de prisión perpetua por el delito de homicidio agravado por alevosía, mientras que “El Carnicero” se mantuvo prófugo desde entonces. Pasaron más de cuatro años hasta que se concretó su captura el 8 de febrero pasado.
Detectives de Interpol lo atraparon en la esquina de Pinedo y San Luis de la ciudad paraguaya de Concepción. Allí trabajaba en una carnicería. Figuraba en la lista de personas buscadas de Interpol con circular roja y en el Registro Nacional de Reincidencia de la Argentina, mientras que el Ministerio de Seguridad de la Nación había ofrecido una recompensa de 500.000 pesos para dar con su paradero.
El crimen ocurrió el 21 de febrero de 2017. Fernández Montes había estado varios días desaparecido tras indicarle a su familia que volvería a su casa para bañarse, comer algo y regresar por la noche a cenar. La frase la escuchó María del Carmen Liñeira, su pareja desde hacía 13 años, quien horas más tarde comenzó una búsqueda desesperada que involucró a Natalia y Giselle, las hijas del empresario, y a Corona, marido de Natalia, quien también concurrió al departamento para ver qué le había pasado al empresario.
En el lugar sólo faltaba un acolchado: el mismo que, se supo más tarde, utilizó Corona junto a “El Carnicero” para envolver el cuerpo, subirlo al auto y escapar de la propiedad.
El cuerpo del empresario apareció en un descampado de la zona de Cañuelas, provincia de Buenos Aires, a menos de dos kilómetros de la Ruta 3. Fernández Montes fue incendiado dentro de su vehículo, un Suzuki Fun que los investigadores reconocieron al instante.
El móvil del crimen fue económico. Corona y la hija de Fernández Montes estaban en pareja desde 2003 y se casaron en 2007. Ambos trabajaron en la empresa de la víctima hasta que acordaron que Natalia se iba a ocupar únicamente de la casa, y de sus dos hijos.
Las cuentas de la empresa “Mini Vial”, que el empresario español había creado a principios del 2000, quedaron a cargo de Corona, que era contador y una persona en quien Fernández Montes confiaba. Sin embargo, la relación entre ambos empezó a tensarse cuando las ganancias cayeron, los números rojos evidenciaron un mal manejo y el empresario descubrió que su yerno le había robado casi un millón de pesos del negocio. Lo había dejado al borde de la quiebra.
En consecuencia, Fernández Montes lo separó la compañía y le pidió la restitución de las llaves de su casa.
Posteriormente, Corona planeó, de acuerdo a la reconstrucción del caso, el ataque a la víctima en su departamento ubicado sobre la calle Aranguren. Fernández Torres fue su cómplice, pero ambos no contaron con las cámaras de seguridad del edificio: los videos mostraron cómo esperaron la llegada del empresario y cómo trasladaron en el ascensor el cuerpo envuelto en sábanas hasta el baúl del Suzuki Fun.
SEGUIR LEYENDO