Eran amigos. Trabajaban juntos. Tenían charlas sobre la vida y la muerte. Los unía el rugby y el golf. A veces se encontraban a cenar y tomar whisky. Viajaron con sus esposas a las Islas Vírgenes tres años antes del asesinato.
Pero hoy no pueden verse ni a la cara. Hasta se dicen, uno al otro y por lo bajo, asesino. Si esto fuera una película, hasta ahora serían los antagonistas.
En la semana que pasó, uno estuvo sentado en el banquillo de los acusados, frente a los jueces y a los jurados populares. El otro, desplomado un cómodo sillón ante el televisor. Los dos, como si fuese una telepatía, pensaron lo mismo.
Después de la segunda semana del juicio oral por el misterioso asesinado de Nora Dalmasso, ocurrido en el country Villa Golf de Río Cuarto el 26 de noviembre de 2006, Marcelo Macarrón -el único acusado- y Miguel Rohrer -nunca estuvo imputado pero es el sospechoso de la familia- coincidieron en algo.
“La investigación fue un disparate”, dijo hace unos meses el viudo de la víctima. El empresario rural y ex rugbier le dijo a un allegado: “Todo esto es un mamarracho”.
Hace dos semanas, Rohrer le dijo a Infobae que no mató a Dalmasso y que no fue su amante. “Mancharon su nombre, esto es un culebrón mexicano”, criticó. Macarrón dijo hace dos años algo parecido: “Todo este invento de parece a una serie de detectives de Netflix”.
Y cuestionó a todos los fiscales que pasaron por la causa, sobre todo el primero, Javier Di Santo, que llegó a imputar a un albañil inocente, el llamado “Perejil” Gastón Zárate, y a su hijo Facundo Macarrón, que al momento del crimen estaba en Córdoba, donde cursaba la carrera de Derecho.
El penúltimo, Daniel Miralles, lo acusó de tomarse un “avión fantasma” desde Punta del Este, donde ganaba un torneo de golf junto a sus amigos, para estrangular a su esposa y volver a Uruguay para terminar de levantas la copa.
Su reemplazante, Luis Pizzarro, consideró improbable eso. Pero cree que el traumatólogo ideó la coartada del viaje mientras uno o dos sicarios contratados por él mataban a su esposa por problemas conyugales y económicos. Es así como Macarrón es juzgado por desde el lunes 14 de marzo por el delito de “homicidio calificado por el vínculo, alevosía y precio o promesa remuneratoria”, cuya pena es de cadena perpetua.
El tribunal de Río Cuarto que lo juzga está integrado por Daniel Antonio Vaudagna; Natacha Irina García, vocal de la Cámara, y Gustavo José Echenique Esteve, juez de Ejecución Penal. Hay ocho jurados populares (cuatro mujeres y cuatro hombres). El fiscal de Cámara es Julio Marcelo Rivero.
Durante tres meses, desfilarán unos 300 testigos en tres audiencias semanales. El expediente tiene unas 7000 fojas repartidas en 34 cuerpos, más ocho anexos de pruebas.
“No tuve nada que ver ni estuve en Río Cuarto. Esto es un bochorno. Fui amigo de Marcelo. Soy inocente. Hasta me hice el ADN, que dio negativo. Terminen con esta novela que nadie cree”, se defendió Rohrer, también llamado “El Ruso”.
El nombre prohibido
Durante poco más de 15 años , el nombre del sospechoso de la familia era un secreto. Por cuestiones legales, no lo mencionaban, pero en la intimidad creían que ese hombre que supo estar cerca de los Dalmasso-Macarrón había sido el que violó a Nora y la estranguló durante cinco minutos con sus manos y el lazo de la bata de la víctima, que opuso resistencia.
Pero el primero en nombrar a Miguel “El Francés” Rohrer fue Facundo en la primera semana del juicio. Cuando declaró, el hijo de Nora y Marcelo apuntó con nombre y apellido a ese empresario rural que era entrenador de rugby. Dijo que le daba asco y que tenía elementos como para pensar en que fue el asesino. “Tenía una relación con mamá. Hemos presentado pruebas de peso. Nunca se lo investigó. Migue Rohrer tendría que estar sentado en el banquillo de los acusados, no mi padre”.
Ese día, su hermana Valentina fortaleció esos dichos con su testimonio.
Esta semana que pasó, dos testigos también mencionaron a Rohrer como sospechoso. Uno de ellos fue Juan Dalmasso, el hermano de Nora que siempre tuvo bajo perfil. Además nombró a Daniel Lacase, el ex abogado de Macarrón que siempre tuvo una gran relación con Rohrer.
De un lado y del otro, Lacase, que tenía vínculos con el ex gobernador José Manuel de la Sota, muerto en un accidente automovilístico el 15 de septiembre de 2018, estuvo en la mira por sus contactos políticos. Incluso contrató al ex juez y abogado Daniel Llermanos para que iniciara acciones legales a los medios que difamaran a la familia. Los investigadores apuntan a que el móvil del crimen tiene que ver con algo político o económico que no pudieron determinar de qué se trata.
Además Lacase fue señalado por “embarrar” la cancha en el juicio. Hasta el fiscal Pizzarro llegó a sospechar que se ocupó de la logística: buscar al sicario, pagarle y lograr que se simulara una escena de crimen desorganizada, más odio que frialdad, para alejarla de un crimen por encargo.
Macarrón se distanció de ese abogado. Y cada vez que se dijo que fue testaferro de un político, el viudo se defendió. Ante los jurados dijo que siempre vivió de su trabajo como traumatólogo. Dijo que no se suicidó por sus dos hijos y lloró.
A Infobae, su hijo Facundo le reveló que no sabía eso. “Me dolió en el alma. Seguro nos lo ocultó para que no pasemos un momento horrible”, dijo. Cuando no hay audiencias, los fines de semana, Marcelo trata de ver series con su hijo. “Nada policial, por favor”, pide.
Lacase también fue mencionado por la madre de Nora, Delia “Nené” Grassi, que renunció a la querella contra su ex yerno, pero al diario a El Puntal le confesó que para ella a su hija “la mató la mafia porque sabía algo que no debía saber y tiene que ver con dinero”. Tanto ella como su hijo Juan creen en la inocencia de Macarrón. “Tenían discusiones como cualquier matrimonio, nada fuera de lo normal”, amplió.
Otra testigo nombró a Rohrer. Margarita Riega de Dalmaso (con una s a diferencia del apellido de Nora), amiga y pariente de Nora, declaró el miércoles 23: “Rohrer siempre la buscaba, la llamaba y le enviaba cosas amorosas, aunque Norita me dijo que no eran amantes. Un día Facundo me contó que los vio besándose en un jardín”. Y dijo que ella cree que si el empresario le revisó el celular “hubiese sido capaz de matarla por celos”.
Otro detalle que dio, a modo de anécdota, no resultó menor: dijo que su yerno visitó a Rohrer cinco días después del crimen y lo encontró tomando champán con Macarrón y Lacase. “Cada uno se toma el duelo a su manera”, dijo Marcelo Brito, abogado de Macarrón. Rohrer dice que todo esto lo armó Brito para perjudicarlo y salvar a su defendido.
De todos modos, resulta extraña esa imagen celebratoria. ¿Macarrón confiaba en Rohrer? ¿Por qué brindó con quien considera el asesino de su esposa? ¿Fue una estrategia de Lacase? ¿Qué se habló en el encuentro? Todas parecen preguntas para un guionista de series que para un investigador. “Sería raro que Macarrón hubiese contratado a Rohrer, que era supuesto amante de Nora, para que la matara. Y también que haya sido un plan de los dos, pero en este caso todo puede suceder”, dijo una fuente con acceso al expediente.
Hasta ahora, no apareció ningún testimonio o prueba que amenace la libertad de Macarrón, que llegó al juicio comiendo poco, durmiendo mal, con pesadillas sobre el crimen y respaldado por su hijo.
Así las cosas, Rohrer pasó de ser el sospechoso invisible a ser mencionado por cuatro testigos en el juicio, que ya lleva seis audiencias.
La intimidad de la víctima volvió a quedar al descubierto, como en las épocas recientes al femicidio, cuando hasta fuentes judiciales hablaban de 15 amantes sospechosos, de un juego sexual llamado asfixiofilia, del juego de la llaves en una olla (para cambiar de pareja)
y hasta se difundió las fotos de la autopsia de Nora. No fue todo: un despiadado vendió remeras con la inscripción: “Yo no estuve con Norita”.
Entre los sospechosos hasta se mencionó a un sicario colombiano que estuvo apenas cuatro horas en Río Cuarto, en esa noche lluviosa en la que Nora había cenado con sus amigas y sólo buscaba dormir tranquila hasta que el asesino, que quizá la estaba esperando porque la conocía, la mató con alevosía.
¿Cómo se conocieron el viudo y el empresario?
Macarrón integró el cuerpo técnico de Rohrer cuando era entrenador de un equipo de rugby. “Eran amigos”, dice un testigo de esa relación que se rompió.
En su declaración, el hermano de Nora dijo que ella tenía una especie de diario íntimo sobre su vida y sus relaciones. Como su escribiera cada cosa importante que le ocurría en su vida. Un asesinato lleno de enigmas interrumpió esa escritura apasionada en un cuaderno al que le quedaron páginas en blanco.
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