Un tribunal de Chubut absolvió este sábado a los tres jóvenes que habían llegado a juicio imputados por abuso sexual de una adolescente en la ciudad de Puerto Madryn, en 2012. Las juezas Ana Karina Breckle, Marcela Alejandra Pérez y María Laura Martini consideraron que no habían pruebas suficientes y le concedieron a los acusados el beneficio del principio de inocencia.
En medio del hermetismo general, la sentencia la dio a conocer el mediodía de hoy la abogada querellante, Verónica Heredia, quien calificó el fallo como “insólito y sesgado, porque durante 10 años se supo y se conoció la verdad en Puerto Madryn, con una víctima que es una sobreviviente del maltrato que recibió”.
“La víctima fue maltratada cuando vino a brindar sus últimas palabras, así que el resultado de hoy no nos sorprende”, agregó la abogada en una improvisada una conferencia de prensa frente a la oficina judicial en Rawson. Y adelantó que apelará la resolución “en todas las instancias”.
Luciano Mallemaci, Exequiel Quintana y Leandro del Villar habían llegado a juicio imputados por abuso sexual gravemente ultrajante con acceso carnal agravado por la participación de dos o más personas.
Heredia había solicitado penas de entre 20 y 25 años para los imputados, mientras que la fiscalía -que excluyó el cargo de acceso carnal- había pedido penas de entre 12 y 15 años.
El debate oral y no público había comenzado el 24 de febrero bajo estricta reserva por disposición de las partes y por expresa instrucción del Tribunal de Justicia de la provincia. La sede judicial amaneció hoy vallada y y custodiada por un dispositivo policial. Varias militantes de organizaciones feministas aguardaron desde temprano en las inmediaciones al lugar el fallo que posteriormente repudiaron a gritos.
La audiencia por la causa de abuso grupal debió haberse iniciado el año pasado, pero el inicio se postergó por sucesivas presentaciones.
Por el ataque fueron señalados originalmente seis jóvenes en la escena del abuso (cinco formalmente denunciados), quienes actuaron cuando la víctima se encontraba indefensa y en estado de inconsciencia, aunque los demás fueron desafectados del proceso por distintas razones: dos porque eran menores al momento de los hechos, y el restante porque logró acreditar que estaba con su novia en las cercanías, pero no en el lugar del abuso.
El caso se conoció luego de que la víctima -que hoy tiene 26 años pero al momento de los hechos era menor- visibilizara su relato en redes sociales.
“Fue el 17 de septiembre de 2012, tenía 16 años y fue en Playa Unión”, comenzó el texto que la víctima publicó en Facebook y que tituló de la siguiente manera: “La Manada de Chubut”. Los acusados fueron señalados con nombres, apellidos y fotos. La carta concluye con palabras en mayúscula: “NO TENGO MIEDO, NO ME CALLO MÁS”.
Motorizada por la agrupación feminista local Las Magdalenas, la acusación se volvió viral. El hashtag “#lamanadadeChubut” se propagó. El fiscal general de Rawson Fernando Rivarola inició una investigación de oficio e instó a la joven a que realizara la denuncia.
La fiscalía solicitó la apertura formal de la investigación luego de recabar pruebas durante seis meses. En ese proceso, se recogieron las declaraciones de más de 60 testigos que avalaron la declaración de la joven. En la audiencia de imputación del caso, un colectivo feminista junto a familiares, amigos y organizaciones sociales autoconvocadas se presentó frente a la fiscalía: desplegaron pancartas con consignas como “el silencio es complicidad”, “la manada es el sistema”, “ya no nos callamos más” y “tu apellido no te salva”.
Los acusados recibieron carteles de repudio en sus casas y, con el correr de los días, fueron llamados “hijos del dinero y del poder”, por su buen pasar económico.
La joven contó en su publicación que tuvo un intento de suicidio cuando volvió a Puerto Madryn de sus vacaciones, que desde el entorno de los acusados quisieron supuestamente convencerla para que no denunciara el hecho y que a causa del hostigamiento tuvo que mudarse a otra ciudad, “como si hubiera sido responsable de la situación”.
“Desde ese momento que estoy con tratamiento psicológico y psiquiátrico, y gracias a todo este tiempo de intentar sanar es que hoy me siento lo suficientemente fuerte para poder contar mi historia. Que se sepa qué tipo de personas son, que durante todos estos años siguieron sus vidas impunemente, mientras yo no tengo estabilidad emocional y por ello sigo tratada”, cerró la acusación.
Tiempo después de comenzada la instrucción, el fiscal Rivarola quedó en el centro de los cuestionamientos después de acordar con las partes una condena por abuso sexual simple para los tres acusados, algo que posteriormente fue rechazado por el juez interviniente.
El escándalo se disparó en aquel entonces porque en ese requerimiento, el fiscal aludió a un “accionar doloso de desahogo sexual” por parte de los acusados. Tras los reproches, Rivarola se defendió y dijo que lo habían malinterpretado.
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