La carta tiene fecha del jueves 10 de marzo y está escrita a mano, en letra imprenta en una hoja de cuaderno rayada. La firma Thomas Fabián Domínguez (21), uno de los seis detenidos por la violación grupal de Palermo. Al igual que Ignacio Retondo y Franco Lykan, decidió hablar. Lo hizo a través de un insólito texto a la que accedió Infobae y al que él decidió llamar “bitácora de viaje”. ¿Qué dice?
“(...) Desde hoy y con previas ganas de hacerlo pero sin disponer momento, yo, Thomas Fabián Domínguez, me propongo así como una “Bitácora de viaje” a redactar, mis vivencias con respecto a lo acontesido (sic): un echo (sic) que a pesar de su relevancia y significación, es una experiencia más entre tantas otras en mi vida, siendo esta en especial negativa, angustiante y traumática para mí. Que a pesar de su carácter y connotación no deja de ser rica en aprendizaje y conocimiento (...)”.
La carta sigue: “(...) He de admitir que no lleva a lugares muy favorables de mis facetas y pone a prueba casi al límite mi psiquis; siempre fui alguien fuerte en este aspecto, entendiendo que todo pasa por algo y aceptando que Dios considera esta batalla y otras favorables en algún punto para mi persona. Y por mucho que me cueste me encuentro siendo fuerte pese a ser inocente, entendiendo los tiempos de la Justicia y disponiéndome a esta con paciencia en virtud de descubrir la verdad (...)”.
“(...) Más allá de lo legal que excede mis horizontes de conocimiento y dejando esto en manos de profesionales, me encuentro por demás indignado, frustrado y lleno de cuestionamientos, por lejos y sin ápice de arrepentimiento, no dejo de preguntarme: ¿por qué a mí? ¿Que hacía ahí? ¿Por qué no me fui antes? ¿Por qué me acerqué a desconocidos? ¿Por qué confiaba en personas ajenas a mi vida, a mis valores e ideales? Con acciones lejos y maneras aun más lejanas de las que yo considero nobles y humanas (...)”.
“(...) Sin ánimos de victimizarme y siendo consciente siempre de lo que hice así como de lo que no hice, fuera del marco legal mantengo tranquila mi consciencia por nunca haber revasado (sic) los límites de un prójimo y siempre haber actuado considerando su disposición (...)”.
Hacia el final de la misiva, Domínguez asegura estar angustiado no solo por él, sino por los que confían en su palabra y lo alientan desde afuera.
“Estoy encerrado y esta es solo una parte de mi angustia, siendo esta revasada (sic) por el hecho de no estar con mis seres queridos, familia y amigos, lejos de mis proyectos personales y grupales, triste profundamente porque no solo me afecta a mí sino a todos aquellos que confían en mí y están poniendo su fuerza y voluntad para que recupere mi libertad y así juntos seguir adelante con todo lo que hoy por lo que una injusticia está pausado”, concluye el joven de 21 años.
Domínguez es de San Miguel, en el Oeste del Conurbano bonaerense, y en el barrio lo conocen como “Robacha”. El día que lo detuvieron llevaba puestas unas zapatillas deportivas marca Nike, unos shorts negros de la firma Kappa y una remera celeste con una leyenda que decía “Thrasher”, vinculada a la cultura del skate. Una de las claves para distinguirlo del resto son su rastas. A diferencia de las de Lautaro Ciongo Pasotti (24), las suyas son un poco más cortas.
De acuerdo con el relato de su familia, al único que frecuentaba Thomás Domínguez era a Steven Alexis Cuzzoni (20). Según contó su mamá, la última comunicación que tuvo con él fue el domingo 27 de febrero. Le dijo que estaba en un after y que después se iba a Plaza Serrano. De lo que pasó, la mujer se enteró por las redes sociales.
Hasta el momento, Domínguez es el único de los imputados que decidió prescindir de un defensor oficial. Fue su papá quién se puso en contacto con el abogado Jorge Alfonso para solicitarle que patrocine a su hijo. El pasado 7 de marzo, el letrado solicitó la excarcelación de su cliente en la tarde del lunes 28 de febrero su defendido “no estaba adentro del auto”. El pedido fue rechazado.
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