La oscura intimidad del hombre de Rosario acusado de matar a su madre de 20 puñaladas, filmar el cadáver y esconderlo en un armario

Andrés Caggiano enfrentó esta semana la audiencia imputativa de rigor por el crimen de Rosa Zorico, ocurrido hace seis meses. Celos violentos y estudiar a Schoklender

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Andrés Caggiano y su madre, Rosa Adela Zorico
Andrés Caggiano y su madre, Rosa Adela Zorico

Un hombre de 40 años fue acusado este miércoles en Rosario por el escalofriante crimen de su madre Rosa Adela Zorico, de 82, ocurrido hace seis meses. El fiscal de Homicidios Dolosos Alejandro Ferlazzo imputó en una audiencia formal a Andrés Roque Caggiano por haber matado de 20 puñaladas a su mamá el 14 de agosto del año pasado. El presunto homicida, de acuerdo a la investigación, luego incendió el cuerpo en la bañera de la casa, lo apagó y lo escondió durante tres días en el ropero de una de las habitaciones de la casa, ubicada en Callao al 2671, en la zona sudoeste de Rosario, a metros del Estadio Municipal Jorge Newbery. Incluso, filmó el cadáver guardado en el mueble y envió el video a una amiga vía WhatsApp, pero asegurando que él no había sido.

La demora en formular la acusación se debió a que Caggiano fue considerado en el transcurso de la causa como “inimputable” por parte de una junta médica, cuando en septiembre pasado indicaron que no estaba en condiciones de comprender la criminalidad de sus actos. Por ese motivo, estuvo internado en la colonia psiquiátrica de la localidad de Oliveros. Sin embargo, los profesionales ahora establecieron un diagnóstico totalmente contrario y habilitaron al fiscal a realizar la imputación penal que terminó en prisión preventiva.

Los detalles del caso son propios de una historia de terror. Caggiano llamó al 911 y literalmente dijo que habían matado a su madre y la habían dejado en un ropero. Cuando llegó la Policía santafesina al lugar se encontraron con el cuerpo de Rosa en el ropero, con heridas de arma blanca en el cuello, pecho y rostro, quemaduras y en estado de descomposición.

Al conocerse la noticia, en el barrio la conmoción fue total, ya que conocían a la víctima de toda la vida. También fueron totales las sospechas. Los vecinos comenzaron luego a dar pistas de la violencia a la que era sometida Rosa por parte de su hijo. Ramona, una vecina, aseguró en la causa que él llegaba de noche “y se acostaba en la cama junto a su madre”. Luego, señaló que era “muy agresivo” con las personas que pretendían estacionar sus vehículos cerca de la puerta de su casa.

La casa del crimen
La casa del crimen

Varios familiares también declararon en el expediente. Sus testimonios permitieron establecer una línea de tiempo y una intimidad aún más oscura. Rosa enviudó hace aproximadamente siete años y tres años después conoció a Oscar, un hombre con el que empezó a salir. Por conocer a un nuevo hombre, Andrés supuestamente la golpeó en el baño tras una discusión: no le gustaba que su mamá tuviera una nueva pareja.

Por esos golpes que sufrió, la mujer dejó la casa por dos semanas y se alojó en la de una pariente. Es más: denunció en marzo de 2018 a su hijo en una Comisaría de la Mujer rosarina. Por esa presentación se le impuso a Caggiano una restricción perimetral.

Con la prohibición de acercamiento y tras dos semanas de las agresiones, Rosa intentó volver a su casa de Callao 2671 –donde fue encontrada muerta en agosto–, pero no pudo hacerlo sin ayuda. Andrés había trabado la puerta desde adentro para que no ingresara, y solo usaba un acceso lateral que se conecta con el garaje para entrar y salir de la propiedad.

Cuando Rosa finalmente pudo recuperar su casa, con la Policía rompiendo la cerradura de la puerta principal mediante, Andrés se fue a una pensión que pagaba su madre. Es que el hombre, de acuerdo a los testimonios de sus familiares y amigos, tenía “trabajos temporales” que en el último tiempo habían sido manejar un taxi y participar en el programa “Pescado para todos”, que se puso en marcha durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner.

En ese momento de distanciamiento de su madre –que familiares no pudieron precisar cuánto duró–, Andrés fue internado en el hospital de salud mental Agudo Ávila. Rosa fue a visitarlo y él la volvió a atacar, causa que generó que lo trasladaran al psiquiátrico de la localidad de Oliveros. Allí, la mujer lo visitaba con frecuencia hasta que le dieron el alta y ambos volvieron a convivir en Callao 2671.

“Fueron muchos los episodios. Le robaba, la golpeaba. En más de una oportunidad la vimos moretoneada. Ella no lo volvió a denunciar. Nosotros le decíamos que vendiera la casa, que se comprara un departamento y dejara de mantenerlo, porque nunca trabajaba. Me enteré que Rosa y Oscar (su última pareja, que tuvo después de enviudar) se separaron por culpa de Andrés”, declaró en Fiscalía una prima de la mujer de 82 años.

Caggiano tenía restricción perimetral
Caggiano tenía restricción perimetral

Esa familiar añadió un dato inquietante: Caggiano le robó a su madre las llaves del domicilio de su novio y se dirigió a su casa para sustraer pertenencias mientras el hombre no se encontraba. Y eso tuvo lugar, aparentemente, días antes del escalofriante homicidio. El posible detonante del robo y el asesinato habría sido una carta que la pareja de Rosa le envió a la jubilada para solicitarle una cita.

“Andrés le manipulaba el celular. Quizás ese nuevo acercamiento entre Rosa y la pareja detonó este hecho. Andrés la tenía prácticamente secuestrada, la había alejado de toda su familia y bloqueó a todos los familiares”, remarcó la prima.

Aparentemente, Caggiano siempre dio indicios de lo que iba a hacer. La prima sintetizó: “Nos decía que estaba estudiando el caso Schoklender y que no subestimemos su inteligencia”.

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