Básicamente, cualquiera puede hacer minería de criptomonedas, mover transacciones y quedarse con un vuelto. Solo hace falta el equipo necesario, compuesto principalmente de placas de video, y saber operarlo. Argentina, Buenos Aires particularmente, con un costo de electricidad barato frente a otros puntos en el planeta, tuvo un auge silencioso de rigs de placas de minería conectadas en casas particulares, comercios y departamentos en los últimos años, una actividad de alto consumo en una frontera gris del mercado financiero. Las operaciones mineras, como cualquier cosa que genere plata sin demasiado esfuerzo o sin necesidad de una declaración jurada, también atrajeron la atención de hampones y mafiosos.
El 28 de octubre de 2021, un comando de ladrones se robó una operación minera entera.
Ese día, cerca de las 23:30, Gabriel Morales y Pablo Rubén Alí ingresaron junto, al menos, otros dos delincuentes por los techos contiguos y violentaron el ingreso a un exclusivo taller mecánico para autos de alta gama ubicado en la avenida Rivadavia, zona de Floresta. Allí, se llevaron 96 placas de video, cada una con un valor mínimo de mercado de 150 mil pesos, casi 15 millones en total. El sistema de seguridad los delató rápidamente. Una alarma instalada en el lugar, enlazada a una empresa de seguridad, alertó al dueño del comercio y a la Policía de la Ciudad.
Así, dueño y dos efectivos de la fuerza porteña llegaron al taller. Descubrieron que los ladrones escaparon gracias a una escalera extensible que dejaron atrás para salir hacia una cancha de paddle con los equipos al hombro en bolsos negros. También descartaron en el lugar sus herramientas de chorros escruchantes: además de la escalera, sogas, barretas, una llave francesa, una mochila y un gorro.
Había, sin embargo, una pista. Las cámaras de seguridad del lugar y las del Centro de Monitoreo Urbano los habían captado. Entonces, comenzaron a buscarlos. Alí, porteño, de 44 años, que había estado preso en un penal federal en 2015, cayó en Falcón y White con un bolso de placas. Tenía una llave que correspondía a un Volkswagen Passat. No tardó en cantar. Dijo que el Passat estaba a pocas cuadras. Y, entonces, arrestaron a Morales, que esperaba con otro bolso.
Entre ambos tenían 25 placas, mucho menos de las 96 que se robaron originalmente. La causa en su contra por robo quedó en manos del juez Martín Yadarola, titular del Juzgado N°4, que años atrás llevó a la cárcel a “Marcos” Estrada González, jefe narco de la Villa 1-11-14.
También Alí tenía su teléfono. Las conversaciones de WhatsApp lo complicaban. Los chats revelaron cómo ofrecía placas a clientes, particularmente, placas Zotac Gaming modelo Geforce RTX 3070, de un valor mucho más alto, casi 300 mil pesos cada una.
Ambos fueron procesados con prisión preventiva en noviembre del año pasado por Yadarola. Solo faltaba encontrar al resto.
Esta semana, el Departamento de Investigaciones Especiales de la Federal detuvo a tres sospechosos. También se encontró un rig de minería con seis placas, precisamente del mismo modelo mencionado por Alí en sus chats, además de una escopeta y un equipo completo de escruche con barretas, cortacandados y precintos para maniatar gente.
José Sequeira fue el primero en caer, un hampón con antecedentes por robo y pedido de captura vigente por falsificación de documento. Lo encontraron en Ingeniero Budge. El Passat de Alí fue incautado tras el robo y analizado. Allí se encontraron huellas dactilares, entre ellas, una de Sequeira. Su pareja también fue detenida, junto a Fernando Moreno, “El Millo”, de 57 años, supuesto entregador de la granja cripto de Floresta.
Hay una versión que sobrevuela la causa: se cree que el robo en Floresta fue un trabajo por encargo. Alguien quería quedarse con la minera entera. La investigación continúa, sin estar cerrada.
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