Lo único que pudo hacer Morelia Colque para defenderse de la violenta agresión que sufría por parte de Brian Huanca, su ex novio y padre de su hija, fue tomar un cuchillo de la mesa de la cocina y tratar de alejarlo. La situación era desesperante. El hombre la había arrinconado contra una pared y comenzó a ahorcarla hasta que ella, como pudo, lo empujó. Sin embargo, algo en su desesperación se fue de control: en el forcejeo, según su testimonio, lo apuñaló en el hombro y lo mató.
Tras casi cuatro años de estar presa por el crimen -ahora con arresto domiciliario-, la mujer nacida en Bolivia comenzó a ser juzgada este lunes en un tribunal oral de Lomas de Zamora. Mañana será su turno de declarar y no piensa quedarse callada. Lo que pide es que la liberen: considera que lo único que hizo fue defenderse.
“Si no reaccionaba así, yo era la que estaba muerta”, se defendió en diálogo con Infobae.
El crimen ocurrió el 31 de marzo de 2018 en una vivienda precaria, ubicada en el barrio Tongui de Ingeniero Budge, en la zona Sur del Conurbano bonaerese. Ese lugar lo habían alquilado Morelia y Huanca, su ex, quien se había ido luego de que la relación terminara. La noche de la tragedia, la mujer dejó a la beba que tenían en común al cuidado de sus suegros y salió con una amiga a festejar su cumpleaños.
Cuando ambas regresaron a la casa, el ex novio de Morelia llegó y le exigió que le abriera la puerta. Ella se negó. Sabía que si lo dejaba entrar, la iba a golpear nuevamente, como lo había hecho durante los casi dos años que estuvieron juntos.
A los 15 minutos, Huanca logró ingresar a la propiedad por la parte posterior, y comenzó a discutir con Morelia en la cocina. La amiga, que estaba en una habitación, escuchó todo lo que pasaba. La excusa para entrar a la casa fue que el hombre quería llevarse el cochecito de la nena. La ahora imputada, que por entonces tenía 21 años, se lo impidió. Fue ahí que comenzó el forcejeo.
Huanca la golpeó, la llevó contra la pared y la tomó del cuello. En ese momento, Morelia reaccionó y lo hirió. “¿Qué hiciste estúpida?”, le gritó el ex, mientras se tomaba el hombro. Herido, le pidió a la amiga de la mujer que llamara a una ambulancia, salió a la vereda y cayó muerto. Se desangró. La puñalada impactó en una arteria.
Morelia, mientras todo esto sucedía, quedó sentada en la cocina en estado de shock sin saber lo que ocurría, según declaró después en una comisaría.
“Se me acercó, me agarró de las manos, y yo quería soltarme. Me quiso agarrar el cuello y yo le pedía que me soltara. Con la otra mano estiré para un costado, para agarrar lo que sea para me dejara en paz. Fue un momento tan rápido. Estaba desesperada y acorralada. Agarré algo de la mesa y lo cambio de mano, y es ahí cuando lo quiero empujar y le clavé el cuchillo en el hombro”, relató.
Morelia habla de un cuchillo porque eso fue lo que leyó en el expediente. Sin embargo, dice, en el momento no se percató de lo que era. Simplemente, agarró lo que primero que tuvo a mano como acto instintivo y luego lo separó. “Yo nunca me di cuenta de que era un cuchillo”, explicó.
Desde ese día, la joven madre quedó detenida, acusada de homicidio agravado por el vínculo. Transcurrió un año de comisaría en comisaría hasta que finalmente, cuando ya pudo contar con el respaldo del abogado Ernesto Flores, del Frente Darío Santillán, obtuvo el beneficio de arresto domiciliario.
El juicio contra Morelia se desarrolla en el Tribunal Oral Criminal N°7 de Lomas de Zamora, presidido por la jueza Inés Moyano, mientras que la acusación está a cargo de la fiscal Fabiola Juanatey.
Durante la primera jornada del debate, el abogado que representa a la acusada pidió la absolución y que el caso sea analizado bajo la perspectiva de género. Flores dijo a este medio que la fiscal se niega a ello, aunque aclaró que “podría llegar a ser visto como un error en la legítima defensa”. La justificación para no aplicar el pedido del defensor fue que cuando se le hicieron los análisis médicos a Morelia, no le detectaron señales de autodefensa.
De igual forma, tampoco había hecho una denuncia en la Justicia por las agresiones. “Esto no debería tener importancia porque muchas mujeres no denuncian por miedo. Y eso fue lo que le pasó a Morelia”, explicó el abogado.
Por eso, Flores cree que que el resultado final del juicio será a favor de su clienta, y se muestra esperanzado. El debate, se estima, será corto. Además de la declaración de Morelia, que mañana contará nuevamente lo que pasó, se llevarán adelante los alegatos y la declaración de dos testigos más, aportados por la defensa. De la parte acusatoria, se convocaron a los policías que acudieron aquella noche de marzo de 2018 y al padre de Huanca. Los agentes no asistieron. Se espera, sí, que el ex suegro de la imputada también dé su testimonio este miércoles. La amiga que escuchó todo, en tanto, contó todo tal como lo dijo la primera vez.
La relación parecía normal
Cuando apenas se conocieron en 2017, la relación entre Morelia y Huanca parecía normal y se llevaban muy bien, según dijo la acusada. Pero al poco tiempo, algo cambió para siempre el vínculo: quedó embarazada. Desde ese momento, el novio se tornó violento y comenzó a agredirla por cualquier cosa. Las golpizas eran cuestión de todos los días, y cada vez más violentas.
“Me rompía las cosas cuando se enojaba. Llegaba borracho y se enojaba, y me pegaba porque no había comida. Me pegaba con las latas en la cabeza. Me encajaba piñas por cualquier cosa. Con la fuerza que tenía me tiraba al piso. Para que no pidiera ayuda me ponía una almohada en la cara. Muchas veces la pasé muy mal. Me pudo haber pasado a mí, que yo muera”, relató.
Morelia no hizo ninguna denuncia. Tenía miedo de más golpes y agresiones. Pero hubo un momento en que decidió que la situación era insostenible y se separó. Fue unas tres semana antes del crimen. había tenido el parto de su bebita hacía muy poco y, además, la sometieron a una operación en la vesícula. En ese contexto, una noche Huanca llegó borracho y la violó. Ella aún se recuperaba de las heridas de las dos intervenciones quirúrgicas.
“Me soltó todos los puntos del parto y me abusó. Me dejó sangrando y eso fue el colmo”, agregó. Después de la violación fue a la casa de sus suegros para avisarles lo que había pasado. La mamá de Huanca le dijo que no lo denunciara. Su suegro, aseveró ella, la amenazó.
Morelia optó por quedarse callada. “Me acerqué a la comisaría pero no me animé por miedo. Preferí irme al médico para que me revisaran, porque me dejó sangrando”, describió. Explicó que no pudo decir que la habían obligado a tener relaciones porque le daba vergüenza por el hecho de que dijeran de que como era su pareja, no fuera considerado una violación.
Desde allí, Morelia dio por terminada la relación. Tres semanas después ocurrió el crimen. “Lo único que quiero decir es que no soy una asesina. Quiero simplemente que me escuchen. Demostrar quién soy y lo que me pasó. Que sepan mi historia”, finalizó.
Mientras espera al veredicto, Morelia trabaja como costurera gracias a que un conocido le dio una máquina. Con la tobillera electrónica, en su domicilio de Tristán Suárez, recibe la ropa de sus clientes y, según contó, son muchos. También recibe el apoyo del CELS. Vive a cuatro cuadras de sus padres y le alcanza para mantener a su bebita, hoy de cuatro años. “No soy una persona mala. No soy una loca. Lo único que hice fue defenderme”, concluyó.
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