El 22 de febrero pasado, Leonardo Cositorto, el CEO de Generación Zoe, la organización acusada de regentear un esquema Ponzi masivo, envió un mensaje de audio a todos los aportantes de la empresa en medio de la noticia por su pedido de captura a Interpol por estafa y asociación ilícita bajo pedido de la Justicia cordobesa. Su rostro se encontraba en primera plana en los medios nacionales y en redes sociales. Mientras comunicaba la situación, acusaba una persecución y prometía que era el momento de pasar a la versión 2.0 desde el país del caribe donde se escondía.
De este modo, las víctimas de la estafa piramidal recibieron aquel audio en sus celulares cuando pocos días antes se habían acercado a las oficinas de Zoe a reclamar por lo suyo, pero desde la empresa nadie podía dar una respuesta lógica. Sencillamente, la plata no estaba. El mensaje de audio de Cositorto entonces tenía una intención clara: ganar tiempo y que las víctimas “reinviertan”; otra vez, con falsas promesas.
“Este mensaje es especial para toda la comunidad de Zoe. Estamos bajo una persecución tenaz. Ahora nos sacan en la televisión y en todos los medios, por eso tomé la decisión de generar una nueva financiación y la puesta en marcha de Zoe 2.0 a partir del 7 de marzo. Les pido que no se abran las ofician hasta ese día. Ese día empezamos la función normal de la compañía”, prometía Cositorto, tal vez, observando el agua turquesa del alguna playa caribeña.
Infobae se acercó a una de las principales oficinas de Zoe, ubicadas en el barrio porteño de Núñez, para ver si efectivamente lo dicho por Cositorto se había cumplido. Sin embargo, en el ingreso del local de Crisólogo Larralde al 1.800 colgaba un cartel: “La administración determinó que a parir del lunes 7 de marzo, los pagos y las consultas se canalizan vía online. La oficina permanecerá abierta para charlas de coaching”, se lee y por debajo del mensaje escrito aparecen los distintos números de teléfono celulares para comunicarse con Zoe.
Así, otra vez, Cositorto no cumplió lo que había dicho y en las oficinas de Zoe no quedó nadie. Mientras tanto, el resto de las personas imputadas con él van siendo detenidas o se entregan por su cuenta ante la Justicia. Como fue el caso de Florencia Álvarez, quien se mantenía prófuga con pedido de captura, en el marco de la causa Zoe Villa María, por la que comenzó la caída de la empresa de Cositorto.
La mujer se presentó ayer ante la Fiscalía y quedó detenida en la alcaldía de tribunales. Álvarez está imputada por los supuestos delitos de estafa y asociación ilícita. Además de Cositorto, se mantienen prófugo y con pedido de captura internacional Maximiliano Batista, su número dos. El resto de los imputados se encuentran todos detenidos y a disposición del Ministerio Público Fiscal cordobés.
Villa María no se trata de un punto perdido en el mapa de la organización: era el segundo foco más fuerte de Zoe en el país, luego de su oficina en Núñez, hoy cerrada.
En Villa María, Zoe había montado una célula con un local a la calle donde trabajaron al menos 35 operadores dedicados a captar inversores y tomar su dinero bajo promesas fabulosas de intereses de hasta el 20 por ciento, liderados por Claudio Álvarez y su madre Silvia Fermani, ambos coaches ontológicos, prófugos hasta hoy como Cositorto. Allí, también, se lanzó el club del esquema, Zoe Athletic. Álvarez sintió la fortuna que promete Zoe en su retórica de “corazón millonario”: llegó a ser el dueño de dos BMW y formó una empresa dedicada al rubro inmobiliario a poco más de dos meses de huir de la Justicia.
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