Mañana a las 11, luego de pasar casi 20 días detenido, Norman Próspero, el contador imputado en la causa que investiga el presunto esquema Ponzi conducido por el hoy prófugo internacional Leonardo Cositorto, enfrentará via Zoom a la fiscal Juliana Companys, con base en Villa María, provincia de Córdoba. Si realmente sabe y si habla, si lo cuenta todo, entonces Generación Zoe se derrumba.
Villa María no se trata de un punto perdido en el mapa de la organización: era el segundo foco más fuerte de Zoe en el país, luego de su oficina en Belgrano, hoy cerrada tras una jornada de caos con ahorristas que se agolpaban para buscar su dinero.
En Villa María, Zoe había montado una célula con un local a la calle donde trabajaron al menos 35 operadores dedicados a captar inversores y tomar su dinero bajo promesas fabulosas de intereses de hasta el 20 por ciento, liderados por Claudio Álvarez y su madre Silvia Fermani, ambos coaches ontológicos, prófugos hasta hoy como Cositorto. Allí, también, se lanzó el club del esquema, Zoe Athletic. Álvarez sintió la fortuna que promete Zoe en su retórica de “corazón millonario”: llegó a ser el dueño de dos BMW y formó una empresa dedicada al rubro inmobiliario a poco más de dos meses de huir de la Justicia.
Próspero -de acuerdo a la investigación de la fiscal Companys por los delitos de estafa y asociación ilícita con al menos diez damnificados que se presentaron para denunciar- sería el nexo directo entre Álvarez y la oficina madre de Zoe. El contador, por otra parte, no solo operaba para la sección Córdoba de Generación Zoe según sospecha la Justicia: lo hacía para toda la estructura.
Se encuentra preso en la unidad UCA de Córdoba capital, en un “pabellón tranquilo, de tipos de su edad”, dice un allegado a Infobae. Su abogada, Graciela Díaz, que viajará a Villa María en las próximas horas, todavía no pudo acceder al expediente para conocer las pruebas en contra del contador, a pesar de que se encuentra detenido desde el 18 de febrero. Todas las avenidas están abiertas: no se sabe hasta ahora si Próspero declarará, si se negará a hacerlo, o si jugará la carta del colaborar arrepentido, algo que implicaría admitir, aunque sea, un poquito de culpa.
Cerca suyo se sorprenden de su encierro. “Lo hubiesen notificado y se ponía a derecho. Tiene arraigo, no hay riesgo de fuga. Tampoco tiene antecedentes. Había estado involucrado en una causa por falsedad ideológica de la que fue sobreseído”, dice otro allegado: “Encima tenía la fiesta de 15 de la hija totalmente paga para el mes que viene”.
Al contrario de Cositorto o su segundo al mando, “Max” Batista, Próspero no huyó y fue encontrado en su domicilio porteño de la calle White, el mismo que la fiscal Companys tenía en sus registros. Allí, fue arrestado por la división Investigación Antimafia de la Policía Federal, donde posó con cara de hastiado para la cámara. Fue un hallazgo fortuito. La fiscal Companys envió a la Federal a chequear el domicilio, y ahí estaba.
Al contrario de muchos otros imputados en la trama, Próspero nunca se había dedicado al proselitismo de Zoe en sus redes sociales. Apenas había mencionado una única vez en su muro de Facebook a Zoe Cash, la inestable criptomoneda de la organización. No difundía fotografías abrazado a Cositorto ni se entregaba a la retórica. “Era un externo”, dice uno de sus hombres de máxima confianza: “No era un orgánico de Zoe, para nada. Le facturaba cada mes a ellos y a cien clientes más en su estudio”. Ni siquiera, dicen, habría sido el contador original. Se cree que remplazó a uno anterior. “Su tarea era revisar qué faltaba para que tuvieran autorizaciones para operar, para emprendimientos y constitución de sociedades”, continúa la fuente.
Es decir, conocía el entramado por dentro, perfectamente.
Próspero también era un especialista: la organización lo había buscado por su conocimiento de dinero digital y activos cripto, que fueron una de las bases del supuesto esquema de estafas. “Asesoraba en los estados contables y cómo declarar en los fiscos las billeteras virtuales”, sigue el allegado. Visitó Villa María al menos una vez. Córdoba, como territorio, también tiene una particularidad: junto con Tucumán, es una de dos provincias en el país que gravó con ingresos brutos a las criptomonedas. Agustín Pereno, un joven trader de 28 años ligado a Zoe en Villa María, será indagado también en la jornada de mañana.
Cositorto, mientras tanto, se niega a ceder. Prófugo en alguna parte del Caribe, lanza discursos donde se pone en el rol de víctima y promete para la semana próxima el relanzamiento de su conglomerado, con el programa Zoe 2.0, que es literalmente más de lo mismo: más promesas, más supuesto rédito en intereses y uno de sus trucos retóricos más comunes, la “educación” financiera que ofrece Zoe en medio de su discurso de coaching ontológico.
El sábado pasado, un grupo de más de 200 seguidores llegaron al Obelisco con pancartas para manifestarse a favor del líder y de la organización, luego de una convocatoria de Cositorto mismo. Un bizarro video de la situación circula en Twitter, donde tres hombres ofrecen una suerte de plegaria.
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