“2 de enero de 2020, a la 1.45 de la madrugada”, apunta Alejandra Rombiola acerca del momento exacto en que dos motochorros fusilaron a su hijo, Alejo Nahuel Ipuche, de 22 años. El crimen sucedió en la localidad bonaerense de San Antonio de Padua, en el cruce de Avenida Rivadavia y Directorio: a una cuadra y media de la Comisaría N°2 de Merlo. Dos años y dos meses después, los acusados, Ignacio Nardi Pons (24) y Gonzalo Aquino (20), llegan a juicio.
Días antes del debate, Alejandra Rombiola -docente, de 53 años- mantuvo una entrevista por zoom con Infobae. “Lo único que espero es que les den perpetua y que no puedan acceder a ningún tipo de beneficios. Aun así, la condena no me va a modificar en lo más mínimo, porque nadie va a devolverme a mi hijo”, dijo la mujer que, además, es madre de otros cinco: Nicolás, Mariano, Carla, Mauro y Tomás.
Es un lunes feriado y, del otro lado de la pantalla, Alejandra se ve y se escucha serena. Está en un campo, donde la llevaron unas amigas, “para respirar un poco”, antes de que la Justicia resuelva qué condena van a recibir los acusados de haber matado a Alejo. Detrás suyo, entre el pasto y los árboles copiosos, desfilan algunas gallinas y se escucha cantar a los pájaros.
“Mirá lo que es todo ese verde. Acá está todo lleno de vida”, dice la mujer a quien, hace dos años y dos meses, la atravesó el luto. “Desde que mataron a Alejo mi mundo cambió por completo. El 2 de enero de 2020 yo morí con él: nunca más fui la Alejandra que era”, dice.
El juicio comenzará este miércoles 2 de marzo, a las 9.30, en el Tribunal Oral en lo Criminal N°5 de Morón, que dispuso que se realicen audiencias consecutivas hasta el viernes 4. Los imputados llegan al debate detenidos y con prisión preventiva: están acusados por el delito de “homicidio criminis causa” por el que podrían recibir una pena de hasta 25 años de prisión.
“Entregó todo y lo ejecutaron igual”
Esa madrugada del 2 de enero de 2020, Alejo Ipuche manejaba una moto que se había comprado en junio de 2019 cuando frenó en un semáforo. Según el relato de su mamá, el joven de 22 años se dirigía a visitar a una amiga a la que planeaba acercar a la estación de tren, cuando fue interceptado por Aquino y Nardi Pons, que estaban armados y también circulaban a bordo de una motocicleta.
En ese momento, los motochorros obligaron a Alejo a bajar para robarle. “Él no se resistió: entregó todo, levantó las manos y lo ejecutaron igual”, contó Alejandra. Al parecer, cuando el joven tiró su moto como signo de rendición, algo se rompió y los delincuentes no lograron hacerla arrancar. La frustración de no poder concretar el robo devino en los dos tiros que terminaron con la vida del joven de 22 años.
“Me enteré de la muerte de mi hijo a las 7 de la mañana. Me asomé a su habitación y, como ví que su cama estaba hecha, pensé que se había ido a dormir a la casa del padre. Pero después recibí un llamado donde me dieron la noticia”, recuerda Alejandra que, ese mismo día a la noche, encabezó una marcha junto a varios vecinos para reclamar que se esclarezca el asesinato de su hijo.
Pocos días después del crimen, gracias a la información que aportaron las cámaras de seguridad del Municipio de Merlo, los investigadores del caso detuvieron a Ignacio Nardi Pons, alias “El enano”. Gonzalo Aquino, en cambio, se dio a la fuga. Lo arrestaron en junio de 2020, tras seis meses de búsqueda en la que Alejandra Rombiola participó activamente aportando datos. El operativo, avalado por el Juzgado de Garantías N°6 de Morón, se dio por concluido cuando lograron apresarlo tras un allanamiento en un tambo en la localidad de Verónica, en el Municipio de Punta Indio, en el extremo Nordeste de la provincia de Buenos Aires.
(Re)significar el dolor
En su proceso de duelo, cuenta la mamá de Alejo, sintió que no podía “llenarse de odio”. Con la idea de resignificar el dolor, el año pasado, decidió crear “Sumando Talleres”: un espacio donde enseña danza, arte, actividades musicales y deportivas junto a un grupo de docentes. El lugar, ubicado en la intersección de Profesor Carlos Bagnat y Sandino, en Ituzaingó, antes era una remisería. Ahora, dice Alejandra y le brillan los ojos, se convirtió en un espacio para generar un cambio, una transformación, “para que ninguna familia más tenga que atravesar lo que atravesó la mía”.
“Lo que se necesita es hacer prevención del delito y, para eso, hay que educar y buscar referentes. Los chicos que mataron a Alejo tenían, prácticamente, la misma edad de él. ¿Quién se ocupó de ellos? ¿El Estado? Ahí hay un agujero negro”, apunta Alejandra.
En la Plaza “El Pilar”, sobre Antofagasta y Santos Dumont, también en Ituzaingó, los amigos de Alejo pintaron un mural con su cara. En la imagen, el joven de 22 años mira al frente y sonríe con una mueca. “Ese rincón se convirtió en un punto de encuentro cuando, desde Sumando Talleres, organizamos festivales solidarios para ayudar a la comunidad”, dice su mamá.
Este miércoles, cuando se siente frente a los integrantes del tribunal -los jueces Marcos Javier Lisa, Julia De La Llana y Gabriel Sotelo-, Alejandra Rombiola no va a estar sola. Además de su abogado, Hernán Rossi, la acompañarán entidades como “Usina de la Justicia”; el Consejo de Víctimas de la Provincia de Buenos Aires y “Fortalecidos por el Dolor”, a cargo de Claudio Rodríguez, el padre de Zaira Rodríguez, la piloto asesinada por motochorros en San Martín.
“Desde algún lugar, sé que Alejo también va a estar conmigo. Yo soy una persona que creo mucho en los mensajes celestiales y ¿sabés qué? A mi hijo lo mataron el día 2, nosotros hicimos su sepelio el 3 y, en ese momento, él tenía 22 años. El juicio arranca el día miércoles 2, del mes 3, del año 2022. Si eso no es una señal, entonces yo no sé....”, se despide Alejandra.
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